En un hogar donde hay niños, es común verlos correr de un lado para otro, y aunque es natural que al estar en alguna actividad específica se distraigan, si esto es recurrente, podría tratarse del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Este es uno de los diagnósticos más conocidos, especialmente cuando de dificultades escolares se trata. De acuerdo con el Instituto Neurológico de Colombia, en el país existe una prevalencia entre el 5 % y 10 % de menores, lo que podría significar que, en un aula de 40 estudiantes, entre 2 y 4 de ellos probablemente cuentan con este diagnóstico.

Algunas de las causas son, según los CDC:

De acuerdo con el Instituto Neurológico de Colombia, en el país existe una prevalencia entre el 5 % y 10 % de menores. | Foto: © 2015 Thanasis Zovoilis
  • Lesión cerebral.
  • Exposición ambiental (p. ej., al plomo).
  • Consumo de alcohol o tabaco durante el embarazo.
  • Bajo peso al nacer.

Así, esto podría generar algún tipo de temor para los docentes, quienes al escuchar que uno de sus alumnos tiene dicho diagnóstico, sería común escuchar las frases populares, como: “No se queda quieto”, “va a interrumpir la clase” o, en resumen, un niño que “se porta mal”.

“El TDAH tiene como características principales una serie de fallas en la atención manifestadas a través del descuido en detalles o errores en tareas escolares, tareas prolongadas que pueden incluir tareas de su interés, pocas habilidades para la organización y planeación de actividades largas, entre otros”, comenta Ángela Lucía Sánchez, docente de la Especialización en Psicología Clínica Infantil de la Universidad El Bosque.

Alimentación sana en niños ayuda a su crecimiento y desarrollo. | Foto: Getty Images

Es importante entender que la presencia de signos de hiperactividad o impulsividad manifestadas a través de conductas como el jugueteo con manos o pies, dificultad para permanecer en la silla en situaciones donde debe mantenerse sentado, o en continuar alguna actividad que, sea o no recreativa, le exige permanecer en ella por períodos prolongados, entre otros; dichas características deben percibirse durante al menos 6 meses e interferir con sus actividades de la vida diaria.

“Podemos evidenciar patrones conductuales en la implementación de habilidades sociales y emocionales, entre los que se han podido observar preferencias por juegos que tengan actividades que involucren motricidad gruesa. Así mismo, se logra evidenciar inmadurez emocional, lo cual se relaciona con las dificultades en gestión y regulación de emociones ante situaciones de frustración, tristeza y enojo que son regularmente las desencadenantes de conductas inadecuadas”, afirma Luisa Pineda, especialista en psicología clínica.

"No hay un único examen para diagnosticar el TDAH y hay muchos otros problemas, como la ansiedad", según CDC | Foto: Getty Images

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades explican que hay 3 tipos de TDAH:

  • Presentación en la que predomina la hiperactividad/impulsividad: la persona se mueve nerviosamente y habla mucho. Le resulta difícil quedarse sentada quieta durante mucho tiempo (por ejemplo, para una comida o mientras hace la tarea escolar). Los niños más pequeños pueden correr, saltar o trepar constantemente. La persona se siente inquieta y tiene problemas con la impulsividad. Una persona que es impulsiva puede interrumpir mucho a otros, agarrar cosas que les pertenecen a otros o hablar en momentos inapropiados. Es difícil para la persona esperar su turno o escuchar instrucciones. Una persona con impulsividad puede tener más accidentes y lesiones que los demás.
  • Presentación combinada: los síntomas de los dos tipos anteriores están igualmente presentes en la persona”.

De igual manera, para su tratamiento, indican que “para los niños de edad preescolar (4-5 años de edad) con TDAH, se recomienda la terapia conductual como la primera línea de tratamiento. Ningún tratamiento es la única respuesta para todos los niños”, debido a que son diferentes. Pero sí es importante que reciba tratamiento.