La dermatitis atópica, también conocida como eccema, es una enfermedad crónica que hace que la piel se inflame e irrite, lo que causa mucha picazón. Es una afección que puede presentarse a cualquier edad, sin embargo, por lo general comienza en la infancia.
Es de destacar que la dermatitis atópica no se contagia de una persona a otra, pero sí tiene un alto impacto en la vida social, laboral y afectiva de los pacientes que la sufren.
La doctora Ángela Londoño, médica dermatóloga y epidemióloga con máster en autoinmunidad, indica:
“Las causas de la dermatitis atópica varían, entre ellas, la carga genética y las variaciones o alteraciones del microbioma cutáneo. A esto se suman el calor y el sudor, que no son causa de aparición de la afección, pero pueden generar irritación en la piel que tiene la barrera cutánea alterada, y exacerba la enfermedad”.
Las enfermedades dermatológicas constituyen uno de los principales motivos de consulta en los centros hospitalarios y existe una serie de dermatosis que son más frecuentes en pacientes de origen afrodescendiente, lo que supone un reto en la práctica médica por el grado de pigmentación que interfiere significativamente en la semiología dermatológica.
“Sabemos que vivir con dermatitis atópica puede tener diferentes afectaciones físicas, psicológicas y mentales para los pacientes, así lo señala el estudio Dermatología médica. Aumento del conocimiento y acceso a la atención en América Latina: casos de estudio en dermatitis atópica y alopecia areata, desarrollado por el Institute for Human Data Science (IQVIA) y Pfizer. Ello, con el apoyo de la Sociedad Colombiana de Dermatología (Asocolderma) y Fundapso“, expresa Ana Dolores Román, gerente general de Pfizer en Colombia.
“En la actualidad, estamos adelantando una campaña educativa llamada La realidad en la piel del arte, con intervenciones de reconocidas obras de arte, actividades educativas en centros comerciales, difusión de testimonios de pacientes e información sobre la patología. Está disponible en nuestro sitio web, con el propósito de generar conciencia sobre esta condición y sensibilizar sobre el impacto de la dermatitis atópica en quienes la padecen, no solo en su piel, sino en lo que no es visible”, aseguró la experta.
“Actualmente, hay pocos estudios sobre la frecuencia de la dermatitis atópica y por ello no se conoce con exactitud el porcentaje de población afectada. Se estima que, en niños, el porcentaje es alto, y varía entre el 5 y el 20%, lo que hace que sea una de las principales enfermedades crónicas en esta etapa de la vida. Por otro lado, se calcula que entre el 1 y 3% de adultos sufre dermatitis atópica y que entre el 0.02 y 0.24% del total de la población adulta presenta dermatitis atópica grave. Esto significa que, de cada 10.000 personas, alrededor de 2 a 24 tendrían dermatitis atópica grave”, destacó.
Londoño advierte que existen varios retos frente a la enfermedad y destaca la importancia del diagnóstico adecuado y una remisión oportuna al dermatólogo:
“Los pacientes pueden demorarse hasta más de 12 meses en llegar al especialista. Es primordial lograr metas más altas en el control de la enfermedad, lo que buscamos con los pacientes es que tengan claridad absoluta sobre sus lesiones y solución completa de los síntomas”.
La especialista en dermatología y epidemiología asegura:
“La dermatitis atópica es una enfermedad que tiene un impacto importante en la calidad de vida de los pacientes, pues, a causa del prurito, los niños no duermen en la noche, lo que hace que los papás o cuidadores tampoco puedan dormir, no hay un sueño reparador; son pacientes que tienden a sufrir de ansiedad o depresión; en algunos casos se puede presentar ausentismo laboral, debido a las incapacidades a causa de las hospitalizaciones dadas por la afección”.
Es importante que las personas tengan en cuenta las medidas que pueden ayudar a evitar factores desencadenantes de la enfermedad:
- No lavar las manos en exceso, ni utilizar detergentes.
- Evitar el contacto con aeroalérgenos.
- Evitar el uso de ropa ajustada, o fibras sintéticas.
- Evitar los trabajos que involucren carpintería, minería, mecánica, peluquería.
- Limitar la exposición a climas con temperaturas extremas.
- Controlar el estrés.
“Entre los consejos más importantes está que asistan al médico, eso sería lo primero, seguido de la adherencia a todas las recomendaciones, donde el principal pilar es la humectación de la piel, ya que esto mejora la barrera cutánea. Así mismo, es crucial recordar que estos pacientes deben usar ropa cómoda, fresca, que no sea lana, y tener presente que pueden continuar una vida normal. Con ayuda del especialista, esto se puede lograr”, concluyó la doctora Londoño.