La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que la salud mental “es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad”.
A su vez, señala que es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta las capacidades individuales y colectivas del ser humano para “tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos”.
La OMS también destaca que el bienestar físico, mental y social contribuye a un estado de salud óptimo. Por esta razón, su cuidado es parte integral del bienestar general de las personas. Adicionalmente, influye sobre la manera en que el ser humano se relaciona.
Cuando las habilidades emocionales se encuentran impactadas de manera negativa, es decir, cuando se dificulta manejar o controlar el estado de ánimo y las emociones, es posible que las relaciones sociales saludables se vean afectadas. A su vez, crece el riesgo de que se desencadenen afecciones de salud mental.
Según explica Clara Valderrama, nutricionista, dietista e integrante del Consejo Consultor de Dietistas de Herbalife, “es importante identificar las necesidades de nutrientes que se tiene personalmente para así escoger los alimentos que se adapten a las propias necesidades. De igual forma, en momentos en los que la salud mental se encuentra afectada, se recomienda evitar el exceso de azúcares, cafeína y alcohol”.
En su lugar, la experta sugiere comer balanceado y realizar prácticas positivas, así como actividades que influyan en el bienestar emocional.
Generalmente, el cuidado de la salud mental y emocional está asociado con visitar al psicólogo y acudir a terapia. Sin embargo, también hay otras acciones que pueden realizarse y que resultan de beneficio para mejorar el estado de bienestar.
Dieta para beneficiar la salud emocional
La experta menciona que, en este punto, el equilibrio es indispensable. En otras palabras, es clave llevar una alimentación que incluya todos los nutrientes, en especial aquellos que tienen relación con la salud del cerebro.
Puntualmente, destacan las proteínas de origen vegetal y animal, tales como pollo, cerdo, lácteos descremados, claras de huevo, legumbres, entre otros.
También es recomendable incluir en la dieta alimentos que contengan magnesio y algunas vitaminas del grupo B, como la vitamina B6 (piridoxina), las cuales contribuyen al funcionamiento normal del sistema nervioso y que están presentes en el hígado, frutas, verduras, atún y salmón.
En la dieta también resulta conveniente incluir alimentos que tengan zinc y hierro, minerales que contribuyen al funcionamiento cognitivo y que están presentes en la carne, las verduras de hojas verdes, los cereales fortificados, las legumbres y los frutos secos y semillas.
Otros métodos para beneficiar la salud emocional
Además de la alimentación, otras prácticas cotidianas también pueden ayudar a beneficiar la salud emocional de las personas. Se trata de hábitos sencillos que pueden implementarse en cualquier momento.
No descuidar la actividad física
Un buen calentamiento y estiramiento muscular deben encabezar las rutinas de ejercicio para así prevenir lesiones. La intensidad puede variar según el nivel de cada persona, pero lo realmente importante es no quedarse quieto y aprovechar cualquier movimiento.
También es clave mantener una buena hidratación antes, durante y después de realizar ejercicio, para mejorar el rendimiento y recuperar los líquidos y electrolitos perdidos durante la actividad.
Según expone Mayo Clinic, el ejercicio libera endorfinas, las cuales hacen que la persona se sienta bien. Otros beneficios incluyen ganar confianza, tener más interacción social y enfrentar los problemas de manera saludable, evitando otras prácticas como la ingesta de alcohol u otras sustancias nocivas.
Rutinas de meditación
Para cuidar la salud mental y emocional, Valderrama sostiene que es recomendable practicar ejercicios que aportan al control de las emociones como, por ejemplo, la meditación.
Se puede empezar con 20 minutos de silencio una o dos veces al día. Esto puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y la forma en que se perciben los problemas. Al mismo tiempo, contribuye a potenciar la capacidad de concentración.