Los expertos congregados en Cali en la COP16, la más grande cita con la biodiversidad, lo tienen claro: la humanidad ha pagado un alto precio por interferir en la vida silvestre. Por ello, desde Colombia hacen un llamado urgente para aprender la lección que dejó una pandemia tan letal como la covid-19 que ha dejado más de 15 millones de muertes en todo el planeta.
De ese grupo de expertos hace parte Adeline Lerambert, líder de la ONG británica Born Free, quien explica que factores como “la deforestación, la agricultura intensiva, el comercio y la explotación de animales salvajes son los principales factores de la pérdida de biodiversidad y del desarrollo de zoonosis”. Es decir, aquellas enfermedades transmitidas de animales a los humanos.
Estas pueden generarse y expandirse a grandes velocidades cada vez que los humanos invaden bosques que antes eran vírgenes o transportan y comercian con animales salvajes por su carne.
Un gran ejemplo de ello se dio en el mercado de Wuhan, en China. La hipótesis de los científicos es que fue en este lugar donde apareció por primera vez la covid-19, donde se comercializa carnes de animales salvajes y algunos teorizan que se creó como un arma biológica. “Cuando los animales están estresados, en una jaula, unos encima de otros, liberan fluidos corporales que contienen virus”, explica Sue Lieberman, vicepresidenta de la Wildlife Conservation Society.
Por ello, el riesgo de nuevas y más agresivas pandemias es latente. Y pueden ser incluso más letales en el futuro. “Tenemos que cambiar nuestra relación con la naturaleza si queremos evitar más epidemias y pandemias”, agrega Lieberman.
“Si no se hace nada, si nada cambia, habrá otra pandemia. La cuestión no es si habrá otra, sino cuándo”, advierte la experta.
Ambos recogen las investigaciones divulgadas por Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), que apunta a que “las pandemias del futuro serán más frecuentes, se propagarán con mayor rapidez, causarán más daños a la economía mundial y matarán a más personas que la covid-19, a menos que se modifique el enfoque global de la lucha contra las enfermedades infecciosas”.
Así lo cree también Colman O’Criodain, líder del área de fauna salvaje del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). En opinión de este experto, “cuanto más penetran los seres humanos y su ganado en zonas hasta ahora vírgenes de gran biodiversidad, más probabilidades tienen de encontrarse con nuevas cepas de virus (sobre todo de ARN, como la covid-19) que mutan constantemente”, señaló con preocupación.
El tema se ha tomado una parte de la agenda de la COP16 en Cali. Un escenario en el que se debate un “plan de acción” para mitigar el vínculo entre biodiversidad y salud, y que se espera sea adoptado por los 196 países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que se reúnen en Colombia hasta el 1º de noviembre.
Dicho plan contempla una serie de compromisos para limitar la silvicultura y la agricultura, usar cada vez menos pesticidas, fertilizantes y una serie de productos químicos agresivos con la naturaleza. Y otro aspecto no menos importante: reducir el uso de antibióticos en los animales de granja.
IPBES, en un informe divulgado en 2020, había exigido un “cambio transformador en el enfoque global para hacer frente a las enfermedades infecciosas”. El reporte de esta entidad estima que en mamíferos y aves existen unos 1,7 millones de virus actualmente “por descubrir”, de los cuales hasta 827.000 podrían tener capacidad para infectar a las personas.
De ahí la importancia del plan que se discute en la COP16 que se espera sea firmado por 196 países. Sin embargo, no será vinculante. El documento subraya el riesgo de zoonosis causado por la destrucción de hábitats y la propagación de especies exóticas invasoras por parte de la humanidad.
“Un plan de acción voluntario no tiene consecuencias si un gobierno quiere ignorarlo”, subraya Lieberman, miembro del grupo de trabajo.