El debate sobre el origen de la pandemia de covid-19 sigue sin resolverse años después. Entre las investigaciones más recientes al respecto, se destaca un nuevo trabajo de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) publicado en la revista Risk Analysis, en el que se recogen nuevas evidencias sobre el origen del virus SARS-CoV-2.
Sin embargo, el origen del covid-19 ha sido muy debatido por la comunidad científica: la mayoría de los estudios hechos hasta el momento se han centrado en un origen zoonótico, pero esta nueva investigación examinó la probabilidad de un origen no natural, es decir, desde un laboratorio.
Los resultados indican una mayor probabilidad de un origen no natural del virus. Para llegar a esta conclusión, los investigadores, entre ellos Xin Chen, utilizaron una herramienta de análisis de riesgos que fue establecida para diferenciar epidemias naturales y no naturales, la herramienta de evaluación Grunow-Finke modificada (mGFT), para estudiar el origen del covid-19.
No obstante, los investigadores afirman que esta evaluación de riesgos no puede probar el origen específico de la enfermedad, pero muestra que no se puede descartar fácilmente la posibilidad de un origen de laboratorio.
Lo cierto es que han pasado unos cuatro años desde el primer caso de infección por un nuevo coronavirus (CoV) (SARS-CoV-2) en la ciudad de Wuhan, en China.
En esta misma ciudad se fundó, en 1956, el Instituto de Virología que lleva el nombre de la ciudad y que en 2015 abrió en este centro el primer laboratorio de bioseguridad de nivel 4 del país asiático.
Para muchos, no fue una coincidencia que Wuhan fuera la ciudad con los primeros casos de infección registrados en el mundo y a la vez la sede del instituto de virología. A esto se suma la fallida identificación del ARN del virus al 100 por ciento en ninguno de los CoV aislados en murciélagos, junto con la falta de evidencia sobre el posible animal intermediario en la transmisión de contagio.
La ciencia explica que todos los CoV tienen origen zoonótico, es decir, lo contagian diferentes especies de animales, lo que da lugar a una infección respiratoria y también intestinal.
En ese sentido, existen cuatro géneros de CoV: alfa, beta, gamma y delta. Los dos primeros, infectan a mamíferos como los murciélagos, el ganado vacuno, los animales domésticos y los humanos. Las variantes gamma y delta, por su parte, infectan de manera más frecuente a las aves y otros mamíferos.
La primera vez que se identificó al CoV como responsable de una infección respiratoria fue en 1937, y en su momento afectó a aves de corral con un efecto devastador. En 1965 se evidenció que los CoV eran responsables de aproximadamente entre el 15 y el 30 por ciento de los cuadros de catarro común en humanos. Pero, fue a principios de este siglo cuando se recibieron dos avisos de cuadros clínicos con mayor gravedad producida por esta familia de virus.
A finales de noviembre de 2019, cerca del mercado de Huanan, en Wuhan, se describe el primer caso de neumonía por un nuevo CoV, también del género beta, que inicialmente fue designado 2019-nCoV por investigadores en China. El 11 de febrero de 2020 fue renombrado como SARS-CoV-2 y la enfermedad se denominó desde entonces covid-19.
Se sabe que todos los CoV que afectan al ser humano tienen su origen en diferentes animales, que a su vez pueden infectar a otros animales domésticos y desde ahí contagiar al ser humano. Esto se ha demostrado mediante la presencia de anticuerpos en dichos animales. En el caso del SARS-CoV, el murciélago en herradura, familia ehinolophidae, se mostró huésped natural y reservorio principal. En el caso del MERS los dromedarios jugaron el papel de huésped principal.
Con información de Europa Press.