Inicia diciembre y, con este mes, una época en la que las familias suelen reunirse, aunque no compartan la creencia del cristianismo que conmemora el nacimiento de Jesús, pero por ser la temporada del fin de año se da la bienvenida de un nuevo año con deseos de prosperidad.

Sin embargo, no todas las personas consideran esta fecha como un momento de regocijo, es el caso de un grupo poblacional invisible en Colombia pese a su importancia de dar esperanza a aquellos que piensan haberla perdido, por circunstancias ligadas a la edad avanzada o a la discapacidad temporal/permanente: los cuidadores familiares.

Si bien cuidar a una persona dependiente es convertirse en el apoyo emocional hasta ser el enfermero, terapeuta, cocinero, entre otras actividades de quienes lo necesitan, las personas que han adoptado el rol de estar 24/7 al servicio del ser querido requieren también de una atención imprescindible de autocuidado y de terceros.

Ello, especialmente en esta temporada de unión familiar y social, donde los conflictos de intereses podrían aumentar, siendo el factor económico para el sostenimiento del paciente la principal fuente de discusión. Está seguido por la falta de solidaridad con el cuidador por parte de los demás implicados (familiares del mismo, por lo general) y la falta de relevo o desatención a las solicitudes del encargado principal, quienes en su mayoría caen en el síndrome del cuidador quemado o burnout.

Si bien cuidar a una persona dependiente es convertirse en el apoyo emocional hasta ser el enfermero, terapeuta, cocinero, entre otras actividades de quienes lo necesitan, las personas que han adoptado el rol de estar 24/7 al servicio del ser querido requieren también de una atención imprescindible de autocuidado y de terceros. | Foto: Portra ehf

“El familiar cuidador no es necesariamente quien toma o decide asumir el rol. Pertenecer a la familia, ser la única persona sin trabajo o no tener un hogar consolidado (soltero o divorciado) dejan a la persona en disposición y en una responsabilidad moral de estar al servicio de su allegado”, afirmó Fernando Roca, conferencista y autor del libro ¡Ahora soy papá de mis papás!

Asimismo, Roca ha evidenciado que, en gran mayoría, de las personas que asumen la responsabilidad, un 70 % son mujeres entre los 50 y 70 años de edad, solteras o, en efecto, bajo compromisos sentimentales y/o familiares que deben asumir usualmente desde la residencia del paciente.

El agotamiento, la sobrecarga física y emocional, además del distanciamiento social, son los principales factores que ponen en riesgo la salud mental de quienes están bajo ese compromiso.

Por tal motivo, Rita Kotov, CEO del grupo neurocientífico MatizArt, manifiesta que se debe prender la alarma de autocuidado ante el evidente aumento de cortisol (regulador de estrés y presión arterial), constantes síntomas de gripas y bajos niveles de producción de oxitocina, serotonina, melatonina que conlleva a frecuentes lapsos de insomnio.

En gran mayoría, de las personas que asumen la responsabilidad, un 70 % son mujeres entre los 50 y 70 años de edad. | Foto: Gary Burchell/Getty Images

En secuencia con los aspectos de salud, la experta que dictará la conferencia ‘CuidArte a ti mismo’ (el próximo 10 de diciembre), revela otras características que ponen en alerta el bienestar de las personas, como el aumento de desequilibrios emocionales, el evidente comportamiento de ser una persona asocial o tener con mayor frecuencia pensamientos negativos, fatalistas e incluso de autovictimización, independientemente de si recibe orientación psicológica o no.

Aunque el amor por el prójimo es el principal motivo del cuidador, promulgar la cultura y educación social que fortalezcan el estado emocional, físico y mental de los implicados, y aplicar una serie de herramientas como soluciones para estas personas, pueden mitigar el deterioro a mediano y largo plazo.

Para Alejandra Santamaría, experta en medicina deportiva y entrenadora mental, “los familiares, allegados y los entes gubernamentales deberían enfocar la lupa hacia los cuidadores informales y visibilizar la labor como un trabajo con remuneración monetaria”.

Además de ello, una serie de instrumentos que aporten al autocuidado y a la prevención de la salud mental de quienes cumplen el rol, como secciones de spas, apoyo a eventos familiares, capacitaciones gratuitas, entre otras actividades que estimulen el autoestima personal”.