¿Comer o no comer? La pregunta que ronda en la cabeza de muchas personas antes de hacer ejercicio, por diversas razones, es especial porque se cree que puede ocurrir una descompensación.
Y es que es bien sabido que son los alimentos (que aportan carbohidratos y proteínas, al organismo) y que el azúcar que estos contienen, es la glucosa que le da al cuerpo la energía para poder realizar las diferentes labores durante la jornada.
Por lo tanto, el hecho de no comer, significa que no hay ese combustible que el cuerpo necesita para movilizarse, y requiere de mayor esfuerzo para ejercitarse.
Así las cosas, hay quienes prefieren no comer antes de hacer ejercicio, para que el cuerpo mismo se encargue de utilizar las reservas de energía que almacena y así quemar grasa y bajar de peso.
No obstante, un estudio titulado El ayuno antes del ejercicio nocturno reduce la ingesta neta de energía y aumenta la oxidación de grasas, pero afecta el rendimiento en hombres y mujeres sanos, que fue publicado en el Human Kinetics Journals, da algunas luces de qué sería lo mejor para una persona en esa relación ejercicio - desayuno.
La investigación revela que “el ejercicio intenso en ayunas por la mañana puede crear un balance energético negativo mayor durante las 24 horas que el mismo ejercicio realizado después de una comida, pero las investigaciones que exploran el ejercicio en ayunas por la noche son limitadas”.
Este estudio “evaluó los efectos del ayuno de 7 horas antes del ejercicio nocturno sobre la ingesta de energía, el metabolismo y el rendimiento. Dieciséis hombres y mujeres sanos (n = 8 cada uno) completaron dos ensayos aleatorizados y contrapesados. Los participantes consumieron un desayuno estandarizado (08:30) y un almuerzo (11:30)”.
“Dos horas antes del ejercicio (16:30), los participantes consumieron una comida (543 ± 86 kcal; FED) o permanecieron en ayunas (FAST). El ejercicio implicó 30 minutos de ciclismo (~60 % VO2pico) y una prueba de rendimiento de 15 minutos (~85 % VO2pico; 18:30)”, agrega.
“La ingesta de energía ad libitum se evaluó 15 minutos después del ejercicio. El apetito subjetivo se midió en todo momento. La ingesta de energía fue 99 ± 162 kcal mayor después del ejercicio (p < 0,05), pero 443 ± 128 kcal menor-durante el día (p < 0,001) en FAST”, indica la investigación.
Además, encontraron que “el apetito estuvo elevado entre la comida previa al ejercicio y la comida ad libitum en FAST (p < 0,001), sin más diferencias (p ≥ 0,458). La oxidación de grasas fue mayor (+3,25 ± 1,99 g) y la oxidación de carbohidratos fue menor (-9,16 ± 5,80 g) durante el ejercicio en FAST (p < 0,001). El rendimiento en el ejercicio fue un 3,8 % menor en FAST (153 ± 57 kJ vs. 159 ± 58 kJ, p < 0,05), y la motivación previa al ejercicio, la energía, la preparación y el disfrute post-ejercicio también fueron menores en FAST (p < 0,01)”.
En el caso de la actividad en la noche, “el ejercicio nocturno en ayunas redujo la ingesta neta de energía y aumentó la oxidación de grasas en comparación con el ejercicio realizado 2 horas después de una comida. Sin embargo, el ayuno también redujo el rendimiento voluntario, la motivación y el disfrute del ejercicio”.
De todos modos, antes de consumir algún alimento o seguir un tratamiento o rutina, lo primero que hay que hacer, es consultar al médico tratante o a un nutricionista, para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona, ya que las anteriores recomendaciones de ninguna manera sustituye la asesoría médica.