Un ictus es una “lesión en el cerebro ocasionada por la interrupción de la irrigación sanguínea. Un derrame cerebral es una emergencia médica. Los síntomas del derrame cerebral incluyen problemas para caminar, hablar y entender; además, parálisis o entumecimiento del rostro, los brazos o las piernas”, de acuerdo con Mayo Clinic.
En ese sentido, los tres primeros meses después de una lesión cerebral como la que ocasiona un ictus son “los más importantes”, ya que es el momento en el que el sistema nervioso “tiene más capacidad para aprender y para volver a reorganizarse”, expone José López, cofundador del Centro Europeo de Neurociencias.
El periodo “de máxima recuperación” de una persona después de un ictus está compuesto por los siguientes 90 días, recalca el experto, en el marco, del Día Mundial del Ictus, que se conmemora cada 29 de octubre.
“La rehabilitación aguda en estos primeros tres meses es muy importante sobre cómo enseñamos al cerebro. No solamente consiste en repetir movimientos en donde el paciente esté compensando, sino en enseñarle la mejor forma de hacerlo. Así, a medio y largo plazo, los aprendizajes serán no solo mejores en cuanto a cantidad, sino en cuanto a calidad”, asegura López.
Así las cosas, desde el CEN destacan que el paradigma de tratamiento de personas con lesiones neurológicas ha cambiado en los últimos años hacia un modelo “en el que el ejercicio se considera medicina”.
Un caso de ictus
Por su parte, Sara, una odontóloga de 25 años que sufrió un ictus y que fue sometida a una terapia intensiva, manifestó: “Es fundamental la responsabilidad que cada paciente tiene, porque hay que dejarse guiar por el fisioterapeuta, pero también cada paciente tiene que entender lo que puede hacer y esforzarse para superar cada límite, para conseguir cada objetivo paso a paso”.
En cuanto a lo emocional, sostiene que es “superimportante tener al lado a alguien con quien siempre poder desahogarse. Es importante que la familia esté contigo en la rehabilitación para darte un abrazo y sobre todo para que vea cómo progresas y lo bien que lo haces, porque esto ayuda muchísimo”.
El problema principal, del caso de Sara, lo tenía en su parte motora, debido a que no podía realizar ningún movimiento con los dedos de la mano izquierda. En cuanto a caminar, ya podía caminar, aunque con alguna dificultad y problemas de equilibrio e inseguridad.
A su vez, López explica que es importante saber “cómo está durmiendo la persona, cómo se está alimentando, cómo es su estado emocional, psicológico. Abordando todos estos aspectos podemos conseguir que la persona rinda al máximo nivel”.
De esta manera, se puede lograr que la persona sea “completamente independiente en todas sus actividades de la vida diaria: completamente independiente para caminar, incluso (si lo quiere) utilizando tacones altos, y recupere también todas las capacidades”.
*Con información de Europa Press.