Entre las fechas globales relacionadas con la salud, una que se conmemora a finales de julio es el Día Mundial de la Hepatitis. Es una condición que conlleva a afectar otras partes del organismo, siendo en el peor de los casos una situación mortal. La ventaja es que la ciencia ha permitido anticiparse a la infección y tratarla con efectividad antes de permitir su desarrollo.

La hepatitis B y C (VHB y VHC) son infecciones serias que pueden dañar el hígado y, con el tiempo, provocar en algunos casos cáncer de hígado. A nivel mundial, se estima que aproximadamente 269 millones de personas viven con una infección crónica por hepatitis VHB y otros 58 millones de pacientes con la condición VHC.

Con base a las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial tan solo el 11% de personas con VHB conocen su estado. De igual forma, para la hepatitis C, se considera que solo uno de cada cinco personas son conscientes de la infección que tienen. Es decir, la hepatitis es una enfermedad con gran cantidad de contagios, pero con pacientes que no están al tanto de su condición.

La hepatitis es capaz de desarrollar cáncer de hígado. | Foto: Gettyimages

De la mano con este punto está el tratamiento que hay para las personas. Para 2019, por ejemplo, solamente 6.6 millones de pacientes recibieron un tratamiento para VHB y otro 9.4 millones para VHC.

Si se plasma en el caso de Colombia, para lo que va corrido del año se han notificado 970 casos de esta condición, siendo distribuidos en 642 para hepatitis B y 328 relacionados con hepatitis C. Adicionalmente, el 61.3% casos corresponden a hombres y el restante a mujeres (38.7%).

Al ser una enfermedad de talla global, es importante contemplarla en materia de políticas de salud pública. Los avances de la medicina han permitido pulir los tratamientos para que las cifras bajen y la hepatitis deje de afectar a grandes cantidades de personas por el planeta.

La vacunación y monitoreo son claves para evitar complicaciones. | Foto: Getty Images

Existen pruebas para diagnosticar la infección del VHB y VHC, de manera que se pueda proporcionar tratamiento oportuno, prevenir posibles transmisiones y detener el progreso hacia una enfermedad hepática mortal. Las pruebas en cuestión permiten realizar los test en territorios descentralizados, lo cual ayuda a las poblaciones en zonas remotas.

Del mismo modo, cuando los afectados son pacientes, las vacunas permiten protegerlos de la infección, quedando demostrado en múltiples estudios que son seguras y efectivas, sin poner en riesgo la salud de los menores de edad. Los medicamentos antivirales para VHB pueden retardar un posible caso de cirrosis, reducir la probabilidad de cáncer de hígado y mejorar la sobrevivencia largo plazo.

Los avances de la medicina han permitido que la vacunación también sea apta para niños.

Los medicamentos antivirales pueden curar más del 95% de personas con infección por VHC, reduciendo los riegos de salud asociados a la enfermedad. La infección crónica por VHB se diagnostica casi en la totalidad de los casos, siempre y cuando el antígeno responsable esté persistente por más de seis meses. Lo clave entonces es evitar con antelación la enfermedad para evitar los riesgos.

Por su parte, el diagnóstico y tratamiento de la infección de hepatitis C requiere tres tipos de prueba, las cuales son empleadas a nivel mundial. La primera es la prueba inicial, la cual permite detectar anticuerpos de corte VHC que indiquen exposición. Por otro lado, la prueba confirmatoria emplea registros moleculares para determinar la carga viral de la infección. Finalmente, el monitoreo permite tener un análisis preciso sobre la respuesta que está teniendo la hepatitis frente a los medicamentos.