La Organización Mundial de la Salud (OMS), las autoridades sanitarias de todo el planeta y los expertos en medicina han destacado en reiteradas ocasiones la importancia de que los ciudadanos practiquen actividad física con frecuencia y los beneficios que esto trae para su calidad de vida.
No obstante, es importante que cuando las personas se fijen la meta de hacer una rutina de ejercicio puedan acceder a actividades que tengan en cuenta su condición física y aspectos como su peso corporal, sus condiciones médicas y, además, su sexo.
Pues bien, recientemente una investigación publicada en la revista científica Sports Medicine se trazó el objetivo de revisar la proporción de hombres y mujeres (refiriéndose al género) que hay con relación a los estudios y los datos que informan las declaraciones de consenso y posiciones en el campo del entrenamiento de fuerza.
Estas declaraciones de consenso se dan cuando organizaciones médicas y expertos en medicina expresan públicamente que hay acuerdo sobre asuntos específicos relacionados con la salud. Estos conceptos pueden servir para guiar a un gran número de profesionales médicos.
Ahora bien, para los entrenamientos de resistencia o fuerza (RT, por su sigla en inglés) también se han emitido múltiples consensos. No obstante, estos tendrían un sesgo de género.
Así lo encontró un grupo de investigadores cuando revisó tres bases de datos distintas, las cuales incluyen a múltiples publicaciones científicas de distintos países: SPORTDiscus, MEDLINE y Google Scholar. Los autores no solo se centraron en el género, que es una construcción social de roles que se les asignan a las personas dependiendo de si a los individuos se les considera hombres o mujeres, sino también en las edades de los participantes.
Asimismo, también se fijaron en el género de los expertos que emitieron los conceptos médicos o realizaron los estudios con relación a los entrenamientos de fuerza.
“Localizamos 11 guías que engloban un total de 104.251.363 participantes. Las pautas para jóvenes estaban compuestas por un 69 % de participantes masculinos. Hubo 287 estudios que incluyeron ambos sexos, 205 solo para hombres y 92 solo para mujeres. Las pautas para adultos estaban compuestas por un 70 % de participantes masculinos. Hubo 104 estudios que incluyeron ambos sexos, 240 solo para hombres y 44 solo para mujeres”, señalaron los autores de la investigación en el resumen de su artículo.
A su vez, detallaron que en el caso de los adultos mayores las pautas de entrenamiento estaban hechas a partir de un 54 % de mujeres participantes. En 395 estudios encontraron que se incluyeron ambos sexos, 112 estuvieron destinados solo a los hombres y 83 solo a las mujeres. Solo hubo un 13 % de mujeres entre las autoras de las posturas y las declaraciones de consensos con relación a esta población.
“Estos resultados demuestran una subrepresentación de mujeres como participantes y como autoras. Es imperativo garantizar que los datos que informan las directrices del órgano rector y las declaraciones de consenso sean representativos de la población a la que pretenden informar. Si esto no es posible, las pautas deben indicar claramente cuándo sus datos y recomendaciones se basan principalmente en un sexo”, señalaron los autores de la investigación.
En un artículo publicado en el medio The Conversation, una de las autoras de la investigación, la profesora de la Escuela de Ciencias Médicas de la Universidad de Sídney, Amanda Hagstrom, manifestó que el panorama es incierto.
Si bien, tal y como lo manifiesta la OMS, es verdad que el entrenamiento de resistencia puede ser positivo para la salud, se desconoce si podría tener efectos perjudiciales en la mujeres, que son más de la mitad de la población mundial.
Debido a las diferencias fisiológicas entre los dos sexos, no es claro si los tiempos de ejercicio, las recomendaciones sobre las formas en las que se deben ejecutar y los tiempos de descanso son adecuados para las mujeres tal y como se plantean hoy.