SEMANA: 120 años suenan fáciles de decir. ¿Cómo nace este sueño de crear una clínica en la Bogotá de 1903?

Luis Eduardo Cavelier: Hacer una institución de salud para esa época era tremendamente complejo. El país vivía momentos difíciles debido a que recién pasaba la Guerra de los Mil Días y perdía el Canal de Panamá. Aún así, Carlos Esguerra Gaitán y su hermano decidieron formar una institución de salud, un sanatorio como lo llamaban ellos, para implementar un nuevo modelo de salud distinto a lo que había en Bogotá, donde la salud solo la prestaba el Hospital San Juan de Dios y otras entidades manejadas por religiosas. Crearon la clínica en una finca llamada Marley, que le dio nombre a la clínica. Hacer una institución de salud en esa época, en la que no había acueducto ni electricidad, era trabajar en condiciones muy precarias. Fueron muy valientes.

SEMANA: ¿Cómo era la calidad sanitaria del país en esa época?

L.C: Realmente, la clínica o la casa de salud Marly del momento estaba bien alejada del centro de Bogotá. La población de la época era de unas 96.000 personas. La gente llegaba a la clínica a caballo prácticamente con casos de disentería, viruela, enfermedades gastrointestinales. Luego se creó el Ferrocarril del Norte, que pasaba por lo que hoy en día es la Caracas. Pero antes de peso, las personas se movían en burro o en carruaje. Entonces, era complejo revisando la historia.

"Todos hemos sido urólogos en casa. Alguien me preguntaba un día dónde estudié para ser gerente. Y le dije: ‘soy de la universidad del comedor’, porque aprendí gerencia en el comedor de la casa, donde toda la vida, desde chiquito, de lo único que se hablaba en los almuerzos y la comida era de la clínica, sus problemas y aciertos", narra Cavelier. | Foto: SEMANA

SEMANA: Usted hace parte de la tercera generación de los Cavelier vinculada a la Marly. ¿Cómo termina involucrada su familia en esta historia?

L.C.: Mi bisabuelo vino a finales del siglo XIX por la construcción del Canal de Panamá. Se radicó en Cartagena y tuvo dos hijos. Uno de ellos, mi abuelo Jorge Cavalier Jiménez, médico urólogo, que desde los años 20 se vinculó directamente con la clínica. Hubo una recomposición accionaria grande y mi abuelo pasó a tener cinco componentes accionarios. Y fue gerente por muchísimos años. Mi papá también lo fue durante 30 años. Ahora, me ha correspondido a mí. Y le agradezco a la vida, liderar la clínica desde hace 17 años.

SEMANA: ¿Cómo es eso de que usted se formó en la ‘universidad del comedor’?

L.C.: Todos hemos sido urólogos en casa. Alguien me preguntaba un día dónde estudié para ser gerente. Y le dije: ‘soy de la universidad del comedor’, porque aprendí gerencia en el comedor de la casa, donde toda la vida, desde chiquito, de lo único que se hablaba en los almuerzos y la comida era de la clínica, sus problemas y aciertos.

SEMANA: En estos 120 años, la Marly suma varios hitos en materia de salud. ¿Cuáles destaca especialmente?

L.C.: Hemos vivido pestes, pandemias, epidemias y crisis económicas. Pero también nos hemos fortalecido en el tema de radiología. Otro tema clave ha sido el programa de trasplante de médula. Sin duda, hemos sido líderes en Colombia en ese campo. Se han hecho ya más de 2.500 tratamientos con un resultado realmente maravilloso.

SEMANA: De alguna manera, la clínica también ha sido semillero de muchas especialidades.

L.C.: Desde su fundación, contó con gente muy reconocida a nivel nacional y muy bien entrenada, que fue el semillero de instituciones como la Fundación Santafe. Formamos muchos médicos. La enfermería también ha sido muy importante, fuimos grandes impulsores para que las personas de esta área se profesionalizaran. Porque, claro, el médico es el que hace el diagnóstico, pero el enfermero es quien tiene el contacto con el paciente. Mi abuelo precisamente fue, en dos o tres ocasiones, presidente la Cruz Roja Colombiana y fundó la Escuela de Enfermería de allá.

Preocupación de cara a la reforma de la salud

SEMANA: Estos 120 años coinciden con una crisis muy aguda del sistema de salud. ¿Cómo han encarado esta coyuntura?

L.C.: No ha sido fácil, vivimos una gran incertidumbre. No sabemos qué va a suceder con la reforma. Todo eso involucra preocupación, angustias y dificulta los pasos hacia el futuro. Pienso que el sistema de salud no se puede resolver de tajo. Trajo cosas maravillosas para la población. Claro, tiene problemas, y yo los ajustaría, aunque son complejos y difíciles. Suelo viajar mucho por las regiones, y uno ve las bondades que ha traído en las últimas décadas el sector salud, pero igual las deficiencias y los problemas de la periferia, no se puede negar. Luego, sería maravilloso concentrar todos los esfuerzos en resolver esa situación. Pero no romper el sistema. Colombia había ganado mucho después de la Ley 100.

SEMANA: Lo doloso es que el gran costo de esta crisis lo están viviendo los pacientes…

L.C.: Sí, el problema de los medicamentos, barreras, restricciones. Es muy preocupante, un reversazo. La clínica siempre se ha caracterizado por ser muy prudente con sus decisiones, porque pese a todo, por ejemplo, hay que seguir renovando tecnología. Rezagarse en tecnología es un gran problema porque después ponerse al día es muy complejo y costoso.

La Clínica Marly extendió sus servicios y abrió una moderna sede en Chía.

SEMANA: Se dice que es el logro social más importante del país en los últimos 30 años.

L.C.: En el Hospital de La Samaritana, fundado por mi abuelo también, los médicos les entregaban un pequeño papelito a los pacientes en el que les explicaban qué comprar para su cirugía: medicamentos, suturas, insumos. Y el paciente llegaba con sus cajitas y sus cosas para la cirugía. Todo eso cambió en los últimos treinta años. Por eso, creo que lo que se debe hacer es guardar lo bueno del sistema y corregir lo que no está funcionando.

SEMANA: ¿Dónde pondría usted esos esfuerzos?

L.C.: Sin duda, en lo rural. Si bien manejar y operar una institución a nivel rural no es fácil, es fundamental. Otro esfuerzo es de orden económico, de la forma en que llegan los recursos a las EPS. Yo plantearía ajustes graduales, que se materialicen poco a poco, gobierno tras gobierno. Cuando se habla de salud, nunca es bueno empezar de cero.

SEMANA: ¿Qué rescata usted de este sistema de salud?

L.C.: Sin duda, la posibilidad de que la población colombiana tenga acceso a la salud. Hay problemas, pero al final la persona es atendida y eso es una ganancia gigantesca. La posibilidad de que, por ejemplo, tengan acceso a tratamientos de patologías de muy alta complejidad como linfomas o leucemia o un trasplante de médula. Ahora mismo hay mucha angustia. No se sabe qué va a pasar con las EPS que han pedido su liquidación y las intervenidas. No sabemos para dónde vamos a final de cuentas.

SEMANA: Pero, ¿cómo hacerlo en medio de una crisis que directamente está tocando las finanzas de esas entidades de salud?

L.C: Está el problema de las carteras de las EPS, que la UPC no alcanza y los presupuestos máximos. En eso hay que trabajar intensamente para llegar a un punto intermedio y un consenso sobre la UPC y el tema de los presupuestos máximos. Es una realidad que no da espera.

SEMANA: En medio de esta crisis, muchas instituciones han tenido que cerrar salas de cirugía. Enfrentan escasez de suministros. ¿Cómo lo están viviendo ustedes?

L.C: La clínica siempre ha tenido una política económica cautelosa, es una institución que ahorra y tiene recursos guardados precisamente para manejar crisis. Por eso, manejamos con mucho éxito una pandemia tan dura. Ahora, con esta situación la cartera se va agrandando, por lo que muchas instituciones están cerrando salas de cirugías, servicios urgencias y hasta pediátricos. Uno entiende la situación de entidades de salud que se ven en la obligación de tener cerrar. Son decisiones dolorosas. Pero, si los recursos se aprietan y no hay movilidad económica para mantener la operación sana, es angustiante.

SEMANA: Usted mencionaba la pandemia del covid-19, un periodo sobre el que este Gobierno ha lanzado acusaciones muy duras, en el sentido de que las instituciones de salud se lucraron en esa coyuntura. ¿Qué piensa de eso?

L.C.: Fue una época terrible en todo sentido. Y es triste oír que hubo lucro con eso, cuando lo que hubo realmente fue un esfuerzo gigantesco para que todos los pacientes que llegaban a los servicios de urgencias fueran atendidos. Claro, a veces había que trasladar pacientes porque estábamos colapsados por completo. No tenemos más respiradores. Pero creo que Colombia manejó bien la pandemia. Solo quienes vivimos esto en carne propia, podemos entenderlo.

SEMANA: En esta legislatura, el Gobierno quiere insistir nuevamente con el tema de la reforma a la salud. Usted decía ahora que no se conoce muy bien, que el sector va a tientas. ¿Qué tanto el Gobierno ha socializado con los actores del sistema esa reforma?

L.C: Ha sido difícil. Ninguno tiene claridad de para dónde va esto, cuál es el norte. Solo aspiro a que este semestre en esta legislatura el gobierno y el Congreso de la República tomen decisiones para poder seguir adelante. Y no seguir en este estado en dl que estamos porque el que sufre a final de cuentas es el paciente. Esperamos que haya unos consensos.

SEMANA: ¿Siente que ha faltado diálogo con el Gobierno?

L.C.: Sí, la información llega como a pedazos. En el tema por ejemplo de las gestoras no hay claridad, cuál será su papel exacto papel y en qué se van a diferenciar de las EPS. Ese es parte del problema y lo que genera incertidumbre.

Luis Eduardo Cavelier, urólogo. | Foto: SEMANA

SEMANA: ¿Qué tan efectivo ha sido realmente el giro directo que el Gobierno Nacional ha planteado casi como el salvavidas del sector?

L.C.: Nosotros tenemos un componente muy importante en el sector de Medicina Prepagada y otro en el sector del Plan Básico de Salud. Pero, está el tema de trasplantes y otro tipo de manejos de patologías de alta complejidad. Y eso implica varios problemas desde el momento en que se atiende el paciente, la facturación y finalmente la EPS y la IPS con una factura. En nuestro caso, tenemos problemas de pagos desde el año pasado, deudas viejas. Lo del pago directo me parece importante, pero falta que todo el proceso de la facturación, auditoría, etcétera, fluya. Y los recursos rápidamente sean asignados. Ese es otro gran reto.