Un equipo de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid ha llevado a cabo un estudio para determinar la protección real que ofrecen los tapabocas en el control de la transmisión de virus respiratorios y ha concluido que la capacidad de filtración real de las mascarillas faciales se ha sobreestimado, ya que, de media y con una gran dispersión, aproximadamente la mitad del aire que entra en el sistema no es filtrado por las mascarillas faciales en todas las intensidades respiratorias, aunque no todas las mascarillas tienen un comportamiento similar.

Así, el estudio demuestra que el tejido, debido a su presión diferencial, tiene mucha relación con la eficacia real de filtración. De esta manera se muestra que las mascarillas faciales higiénicas filtran más del 70 % del aire y su eficiencia de filtración no depende de la intensidad simulada. Por tanto, las mascarillas de tipo no higiénico tienen una respuesta “claramente inferior e influenciada por la cantidad de aire movilizado”.

Foto de referencia sobre tapabocas | Foto: EMS-FORSTER-PRODUCTIONS

De esta manera, el presente trabajo permite calcular la Eficiencia Real de Filtración Bacteriana de cada modelo de mascarilla utilizando coeficientes correctores en función del tipo de esfuerzo y duración de la prueba.

Estos hallazgos, publicados en ‘Nature’, demuestran que la capacidad de filtración real de las mascarillas faciales se ha sobreestimado en los últimos años, ya que la filtración de los tejidos no representa la filtración real de las mascarillas faciales cuando éstas se usan, sino que influyen otros factores como la forma facial.

A pesar de los numerosos reglamentos de fabricación y estudios científicos existentes, la eficacia real de las mascarillas faciales para filtrar los virus respiratorios aún no se había determinado por completo. La mayoría de los estudios se habían centrado en evaluar la capacidad de filtración de los tejidos con los que están fabricadas, pero ignoraban el aire que se escapa a través de los desajustes faciales, lo cual depende del diseño de la mascarilla, de los tejidos con los que están fabricadas y de las frecuencias y volúmenes respiratorios.

Un hombre asfixió a su pareja con un tapabocas | Foto: Libre de derechos

El objetivo de este trabajo fue definir la Eficiencia Real de Filtración Bacteriana para cada tipo de mascarilla facial, teniendo en cuenta tanto la eficiencia de filtración bacteriana proporcionada por los fabricantes como el aire que pasa a través de ellas.

Para ello, se probaron nueve tipos diferentes de mascarillas faciales (dos modelos de quirúrgicas, tres higiénicas, tres modelos FFP2 y un modelo FFP3) en un maniquí equipado con tres analizadores de gases (que medían los volúmenes de entrada, salida y sobrante) dentro de un dispositivo creado para este proyecto y que ha sido patentado de forma independiente.

Apuesto joven poniéndose una máscara protectora para la prevención contra virus. | Foto: Getty Images

Además, se midió la presión necesaria para vencer la resistencia ofrecida por las mascarillas faciales durante los procesos de inhalación y exhalación.

No obstante, todavía se desconoce el coeficiente de protección real que ofrece cada mascarilla, ya que las normas se limitan a valorar la capacidad de filtración de cada material, ignorando el aire que se escapa y no se filtra, planteando la hipótesis de que quizás no se esté midiendo bien.

*Con información de Europa Press.