El consumo de bebidas alcohólicas tanto en jóvenes como en adultos es un tema que normalmente genera preocupación y más si se trata de un hábito frecuente. El cerebro, el hígado, el corazón o los metabolismos celulares pueden verse afectados por la ingesta en exceso de productos que contengan alcohol.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la cantidad y tipo de alimento que la persona tenga en el estómago puede cambiar la rapidez con la que el alcohol haga efecto en el cuerpo. Por ejemplo, los productos ricos en carbohidratos y en grasas pueden hacer que el organismo absorba esta sustancia de forma más lenta.
Ciertos tipos de bebidas alcohólicas ingresan al torrente sanguíneo más rápidamente. Las bebidas más fuertes tienden a absorberse en menos tiempo. Pero qué sucede si se ingieren bebidas alcohólicas mientras la persona se encuentra en un vuelo.
Los peligros de consumir alcohol durante un vuelo
Científicos analizaron qué puede suceder en esta situación y determinaron que ingerir bebidas alcohólicas y luego dormir durante un viaje largo en una aeronave podría resultar peligroso para la salud. El análisis, dado a conocer en la revista Thorax, consistió en simular las condiciones de vuelo, ubicando a 24 personas entre 16 y 40 años en una cámara que imita la presión de la cabina a una altitud de crucero.
Por otro lado, un número igual de individuos fueron estudiados en un laboratorio de sueño en condiciones normales de presión del aire. La mitad de cada grupo durmió cuatro horas sin haber bebido alcohol y el resto hizo lo mismo tras haber consumido una cantidad de vodka equivalente a dos latas de cerveza o dos vasos de vino.
Tras hacerles seguimiento a los participantes en el estudio, el análisis final incluyó los resultados de 23 personas en el laboratorio del sueño y 17 en la cámara de altitud. Una de las principales conclusiones fue que la combinación de alcohol y presión en la cabina que simulaba la altitud de crucero provocó una caída de la saturación de oxígeno, que se situó en un promedio de poco más del 85 %, además de un aumento en la frecuencia cardiaca durante el sueño. Quienes durmieron en la cámara de altitud y no habían bebido alcohol mantuvieron el nivel de oxígeno y la frecuencia cardíaca.
Por su parte, los participantes que durmieron en el laboratorio del sueño y que bebieron alcohol presentaron una saturación de oxígeno en la sangre de poco menos del 95 % y unos 77 latidos por minuto. Los que no ingirieron alcohol en este grupo alcanzaron cifras medias de aproximadamente el 96 % y 64 latidos por minuto, respectivamente.
Así las cosas, los investigadores determinaron que beber alcohol durante un vuelo puede resultar perjudicial debido a la baja presión que existe en las cabinas, la cual puede provocar deshidratación y un aumento significativo de la frecuencia cardíaca.
Se dice que el alcohol relaja las paredes de los vasos sanguíneos, aumentando la frecuencia cardíaca durante el sueño, un efecto similar al de la hipoxia hipobárica, que es un fenómeno que se define como el descenso en el aporte de oxígeno a los tejidos debido a una caída en la presión parcial de este gas por la exposición a una atmósfera de bajas presiones.