La fiebre es un mecanismo que usa el organismo a raíz de alguna infección o una condición de salud. Le permite debilitar a distintos patógenos y, con ello, facilitar que el sistema inmune haga su trabajo.
Con frecuencia, sin embargo, algunas personas hablan de que hay algunos tipos de fiebre y advierten que uno de ellos se manifiesta de forma “interna”. ¿Qué tan adecuada es esta denominación? La verdad es que se trata de un concepto que no es avalado por la ciencia médica.
Así lo han señalado de forma tajante distintas entidades del sector salud. Por ejemplo, la EPS Sura explica que se trata de un síntoma que no tiene asidero. “Las personas tenemos o no tenemos fiebre. La fiebre interna no existe, es un mito”, advierte la entidad de promoción en salud. Y señala que basta con la ayuda de un termómetro para constatar si en efecto una persona tiene fiebre.
Vale decir, sin embargo, que se trata de un síntoma que puede ameritar una visita al médico, sobre todo cuando se presenta en niños o bebés.
“La temperatura corporal varía levemente según la persona y el momento del día. La temperatura promedio se ha establecido tradicionalmente en los 98,6 grados Fahrenheit (37 grados Celsius). Por lo general, se entiende que una persona tiene fiebre si, al tomarle la temperatura con un termómetro oral, la temperatura en la boca es de 100 grados Fahrenheit (37,8 grados Celsius) o más”, sostiene la Clínica Mayo, una institución médica de Estados Unidos.
A su vez, advierte que la fiebre también suele estar acompañada de otros síntomas como la aparición de sudor, los escalofríos, temblores, dolores en la cabeza y los músculos, falta de apetito, mayor irritabilidad, deshidratación y sensación de desaliento o debilidad en general.
“Para la mayoría de los niños y adultos, la fiebre puede ser molesta. Pero no suele ser motivo de preocupación. Sin embargo, en el caso de los bebés, incluso una fiebre baja puede significar que hay una infección grave. La fiebre normalmente desaparece al cabo de algunos días. Varios medicamentos de venta libre bajan la fiebre, pero no es necesario tratarla si no causa molestias”, subraya la Clínica Mayo.
No obstante, sostiene que en algunas ocasiones es fundamental que los pacientes acudan al médico para que revise cuáles son las causas puntuales de la fiebre.
En el caso de todos los bebés menores de tres meses, es necesario asistir a una consulta cuando se presenten temperaturas superiores a los 38 grados Celsius. Entre los tres y los seis meses, es importante llevar al bebé al médico si su temperatura es mayor a los 38,9 grados Celsius o cuando esté por encima de los 38 grados y se sienta visiblemente cansado o irritable.
Cuando los pequeños tienen entre siete y 24 meses de edad, es clave llevarlos con un profesional siempre que tengan fiebre superior a 38,9 por más de un día, así no muestren otros signos. Pero si presentan molestias como diarrea, tos o irritación, la Clínica Mayo considera que es clave llevarlos cuanto antes a una consulta.
En el caso de niños de más de dos años, advierte que es clave mirar cómo se encuentran en términos generales de ánimo y de salud.
“Probablemente, no exista motivo para alarmarse si tu hijo tiene fiebre, pero reacciona bien. Esto significa que hace contacto visual contigo y responde a tus expresiones faciales y a tu voz. Además, bebe líquidos y juega”, indica la fuente médica.
No obstante, resalta que es importante tener en cuenta si el menor de edad está desganado, hace poco contacto visual, tiene vómito persistente, dolor de cabeza o presenta convulsiones.
“Pídele asesoramiento al proveedor de atención médica de tu hijo en circunstancias especiales; por ejemplo, si tiene problemas del sistema inmunitario o una enfermedad preexistente”, concluye la Clínica Mayo.