Hace pocos días se conoció que la ciencia está cada vez más cerca de lograr una vacuna contra todas las variantes del coronavirus. Esto, en medio de la lucha incansable que libran médicos y científicos de todo el mundo contra el covid-19, un virus que se inició hace 3 años y que dejó millones de muertes.

La ventana que aún sigue abierta es cuál es el rumbo que están tomando las nuevas variantes de la enfermedad y, en consecuencia, el refuerzo que tendrían que aplicarse las personas, más allá del número de vacunas que ya hubiesen recibido.

Investigadores constataron una asociación entre la exposición a la contaminación atmosférica antes de la pandemia y un mayor riesgo de enfermar gravemente por el covid-19, pese a las vacunas. | Foto: GUILLERMO TORRES

En su momento, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) puso sobre la mesa la posibilidad de que se estandarice el calendario de vacunaciones, estableciendo que, así como en el caso de las vacunas contra la gripa, se pueda establecer la aplicación de una dosis anual de la vacuna contra el covid-19.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. Este miércoles, la revista Environmental Health Perspective publicó un estudio, dirigido por el Instituto español de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), que concluye que las personas expuestas a niveles elevados de contaminación atmosférica por partículas PM2,5, dióxido de nitrógeno (NO2) y carbono negro (hollín) antes de la pandemia tuvieron una reducción de entre el 5 % y el 10 % en la respuesta de anticuerpos tras ponerse las vacunas anticovid.

Dicho análisis, relaciona la exposición a este tipo de contaminación con una disminución de alrededor del 10 % en las respuestas de anticuerpos IgM e IgG en personas sin infección previa. Lo anterior supone una nueva evidencia sobre los efectos adversos de la contaminación atmosférica en el sistema inmunitario.

Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal, y su equipo de trabajo constataron una asociación entre la exposición a la contaminación atmosférica antes de la pandemia y un mayor riesgo de enfermar gravemente por el covid-19.

Los investigadores contaron que se analizaron los datos de 927 voluntarios, cuyas edades oscilan entre 40 y 65 años, que respondieron a cuestionarios y dieron muestras de sangre en 2020 y 2021, luego del inicio de la vacunación contra la enfermedad.

La Liga Colombiana contra el cáncer programó para este sábado 25 de marzo una vacunatón nacional en contra del VPH. | Foto: Liga Colombiana contra el cáncer/Web

Los participantes habían recibido una o dos dosis de las principales vacunas anticovid. Los investigadores midieron en ellos los anticuerpos IgM, IgG e IgA frente a cinco antígenos víricos (tres de ellos en la proteína Spike contenida en la vacuna). La exposición a PM2,5, hollín, NO2 y ozono de cada participante se estimó en función de su domicilio antes de la pandemia.

Los resultados dejan ver que en personas no infectadas por el covid-19 la exposición prepandémica a PM2,5, NO2 y hollín se asoció con una reducción de entre el 5 % y 10 % en los niveles de anticuerpos anti-Spike inducidos por la vacuna.

Hace pocos días se conoció que la ciencia está cada vez más cerca de lograr una vacuna contra todas las variantes del coronavirus. | Foto: Getty Images

“La contaminación atmosférica puede provocar una inflamación crónica, que se ha asociado a un efecto negativo sobre la eficacia de las vacunas”, detallaron las investigadoras del ISGlobal Carlota Dobaño y Cathryn Tonne.

“Nuestros hallazgos coinciden con estudios que muestran que los contaminantes orgánicos persistentes reducen la respuesta a las vacunas en la población infantil”, añadieron.

El hecho de que las infecciones previas favorezcan una mayor respuesta a la vacuna podría explicar por qué el efecto de los contaminantes únicamente se observó en personas que no habían pasado la infección en el momento del estudio.

No obstante, el efecto de la contaminación atmosférica sobre la inmunidad híbrida (infección más vacunación) amerita una investigación más profunda, admitieron los científicos.

El estudio en mención no analizó si la menor respuesta a la vacuna conllevaba un mayor riesgo de infecciones posteriores, o una mayor gravedad de estas infecciones.