Es bien sabido que una vida sedentaria provoca enfermedades, que, a su vez, pueden desencadenar diferentes patologías que pueden causar la muerte, por ejemplo, la obesidad.
La falta de movimiento está relacionada con enfermedades como “problemas con el corazón y los vasos sanguíneos. Estos problemas, a menudo, se deben a la aterosclerosis. Esta afección ocurre cuando la grasa y el colesterol se acumulan en las paredes del vaso sanguíneo (arteria). Esta acumulación se llama placa”, según registra Medline Plus.
Asimismo, puede provocar alguna de las siguientes condiciones:
- “Presión arterial alta (hipertensión)
- Colesterol alto
- Accidente cerebrovascular
- Síndrome metabólico
- Ciertos tipos de cáncer, incluidos los de colon, seno y útero
- Osteoporosis y caídas
- Aumento de sentimientos de depresión y ansiedad”
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud indicó que la actividad física es tan importante, que en “la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se han desarrollado documentos como el Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia, y el Plan de acción mundial sobre actividad física, para guiar a las poblaciones de todos los niveles en estos esfuerzos”.
En ese mismo hilo, revelan la cifras de quiénes realizan menos o más actividad física: “Las mujeres son menos activas (32 %) que los hombres (23 %) y la actividad se reduce a mayores edades en la mayoría de los países”.
Sumado a ello, indican que “las poblaciones más pobres, las personas con discapacidad y con enfermedades crónicas y las poblaciones marginadas y las indígenas tienen menores oportunidades de mantenerse activos. En América Latina y el Caribe, los niveles de inactividad física aumentaron del 33 % al 39 % entre 2011 y 2016″.
Así las cosas, una caminata o el simple hecho de movilizarse de un lugar a otro con frecuencia ayuda a la circulación y, por ende, a evitar enfermedades que afectan directamente al corazón y al sistema circulatorio.
Dicho esto, un estudio publicado en el European Journal of Preventive Cardiology, titulado La asociación entre el recuento de pasos diarios y la mortalidad cardiovascular y por todas las causas: un metanálisis (en español), encontró cuántos pasos son necesarios para evitar la muerte.
El estudio “sugirió que caminar, al menos, 3.967 pasos al día comenzaba a reducir el riesgo de morir por cualquier causa, mientras que 2.337 pasos al día reducían el riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares”, registró el diario The Guardian.
Los investigadores encontraron que “un incremento de 1.000 pasos se asoció con una disminución del 15 % en el riesgo de mortalidad por todas las causas, mientras que un incremento de 500 pasos se asoció con una disminución del 7 % de la mortalidad CV”.
Además, concluyeron que ”el análisis que comparó el impacto de las regiones climáticas en la relación entre el recuento de pasos y la mortalidad por todas las causas no mostró ningún efecto estadísticamente significativo sobre la mortalidad por todas las causas”.
Y “cuando los pasos excedieron ~5500 pasos/día, los RR de mortalidad por todas las causas disminuyeron drásticamente en personas de todas las zonas climáticas (zona templada, subtropical, subpolar y mixta) sin diferencias significativas entre los grupos”, concluye el estudio.
Maciej Banach, profesor de cardiología de la Universidad Médica de Lodz (Polonia), indicó -según TG-: “Nuestro estudio confirma que cuanto más camines, mejor. Descubrimos que esto se aplica tanto a hombres como a mujeres, independientemente de la edad y de si se vive en una región templada, subtropical o subpolar del mundo, o en una región con una mezcla de climas”.
“Además, nuestro análisis indica que se necesitan tan solo 4.000 pasos al día para reducir significativamente las muertes por cualquier causa, y aún menos para reducir las muertes por enfermedades cardiovasculares”, añadió.
La investigación hizo un “metanálisis de 17 estudios y se observó una asociación inversa estadísticamente significativa entre el recuento de pasos diarios y la mortalidad por todas las causas y la mortalidad CV”.
“En un mundo donde tenemos medicamentos cada vez más avanzados para combatir afecciones específicas, como las enfermedades cardiovasculares, creo que siempre debemos enfatizar que los cambios en el estilo de vida, incluidos la dieta y el ejercicio, podrían ser, al menos, tan efectivos (o incluso más) para reducir el riesgo cardiovascular y prolongar la vida”, reafirmó el científico.
“Todavía necesitamos buenos estudios para investigar si estos beneficios pueden existir para tipos de esfuerzo intensivo, como correr maratones y desafíos de Ironman, y en diferentes poblaciones de diferentes edades y con diferentes problemas de salud asociados. Sin embargo, parece que, al igual que ocurre con los tratamientos farmacológicos, siempre deberíamos pensar en personalizar los cambios en el estilo de vida”, concluyó el polaco.