Las rodillas juegan un papel clave en la vida de las personas, ya que son las que cumplen con la función “de carga”, soportando el peso del cuerpo y las cargas externas cuando se está de pie, se camina, corre o realiza alguna actividad como subir y bajar escaleras.
De ahí surge el llamado “desgaste” de cartílago en la rodilla o también conocido como artrosis de la misma. Se trata de una enfermedad degenerativa, que se presenta con mayor frecuencia en personas de una edad avanzada, disminuyendo gradualmente la protección de los huesos.
Aunque es más común en personas mayores, también puede afectar a individuos más jóvenes debido a lesiones previas en esta área del cuerpo. La rodilla es una de las articulaciones más propensas a desarrollar artrosis en el cuerpo humano.
“El proceso de desarrollo de la artrosis de rodilla es generalmente gradual, y el aumento del dolor suele seguir una trayectoria similar, aunque pueden presentarse momentos de agravamiento repentino (artrosis primarias)”, de acuerdo con la Clínica Universidad de Navarra. En algunos casos, la artrosis puede estar relacionada con lesiones anteriores en la rodilla, como daños en los ligamentos, meniscos o el cartílago, lo que acelera la aparición de los síntomas (artrosis secundarias).
Síntomas del “desgaste” de rodilla
Uno de los síntomas que más experimenta una persona es el dolor. En las etapas iniciales, este dolor es de baja intensidad o leve y solo aparece luego de realizar actividades físicas significativas, aliviándose rápidamente con el descanso o al entrar en reposo.
Conforme avanza la enfermedad, es común que el paciente experimente mayor incomodidad al comenzar a caminar, aunque los síntomas pueden mejorar después de un período de actividad. Junto al dolor, se manifiesta una sensación de rigidez y dificultad para flexionar y extender la pierna, especialmente tras períodos prolongados de reposo. Otro signo es la percepción de un chasquido al flexionar la rodilla.
El dolor en la rodilla tiende a acentuarse al subir y bajar escaleras, al agacharse o al caminar sobre terrenos irregulares. En casos más avanzados de artrosis, el paciente puede incluso sentir molestias en reposo. Aunque con un esfuerzo físico mayor de lo habitual, como un paseo más largo, el dolor puede intensificarse y volverse constante. En situaciones extremas, podría presentarse hinchazón en la rodilla debido a la formación de un derrame.
Dentro de los síntomas más habituales está el dolor en la rodilla, fallo de la pierna al cargar en ella, inflamación de la articulación y rigidez de la articulación.
En situaciones más avanzadas de la enfermedad, junto al dolor continuo e intenso, el individuo experimenta una restricción en los movimientos de la rodilla, lo que impide, por ejemplo, la capacidad de flexionar o extender la pierna en su totalidad.
Además, pueden surgir deformidades en la articulación y cambios en la alineación de los huesos, resultando en una curvatura de la extremidad inferior. Es común que el paciente manifieste un cojeo al caminar, mientras que la rodilla tiende a debilitarse. Con frecuencia, la persona puede experimentar una sensación de “fallo” en la rodilla al dar pasos.
La artrosis comienza a desarrollarse alrededor de los 50 años, caracterizándose por una progresión gradual y lenta en su evolución. Sin embargo, suele presentarse en personas más jóvenes, así como lo destacó el portal bonflex.com, “la artrosis de rodilla es una rareza en personas jóvenes, a menos que hayan experimentado previamente algún tipo de inconveniente en la articulación, como fracturas, traumatismos o lesiones meniscales, que puedan propiciar la aparición de artrosis como consecuencia”.
Otras de las situaciones más frecuentes es la obesidad. Resulta comprensible que en personas con sobrepeso u obesidad, las rodillas se vean sometidas a una carga excesiva que agiliza el desgaste de la articulación.