La salud mental es un elemento clave para el cuerpo humano, esta puede permitir un funcionamiento adecuado del organismo, mientras que, por otro lado, también es capaz de generar graves daños, especialmente si se sufren de algunas condiciones en concreto que modifiquen este bienestar.

Sin embargo, es importante considerar que incluso en caso de no sufrir estas condiciones concretas, algunas vivencias o situaciones puntuales pueden llegar a producir que el cuerpo humano reaccione negativamente en lo emocional, o también en lo que se refiere al comportamiento de manera general.

Entre las situaciones que pueden llegar a modificar rápidamente, y de forma drástica, el comportamiento del ser humano, es importante resaltar los shocks nerviosos, siendo considerados, según la American Psychological Association, como reacciones a algunos hechos que pueden perturbar de manera concreta el estado de las emociones del ser humano, generando así además algunas sensaciones de aturdimiento y confusión.

Un ataque de pánico puede aparecer de manera inesperada. | Foto: CEF/Andrew Olney

No existe una manera puntual de prevenir este tipo de situaciones, sin embargo, es importante comprender por qué se presentan estas condiciones o reacciones de forma concreta. Según explica el Centro Nacional para el Trastorno por Estrés Postraumático, 7 de cada 100 personas sufre este suceso durante su vida.

Esta situación se puede presentar a partir de un choque emocional inesperado, o excesivamente fuerte para poder ser manejado por los sentimientos del ser humano, ya se trate de una pérdida familiar, un suceso escolar o laboral, así como también algunas condiciones externas, como lo puede ser una catástrofe natural, o un robo.

Las fases de un ataque de pánico

Según explica el portal Neighbors’ Consejo, esta situación puede presentarse a partir de distintas fases concretas, entre las cuales es importante resaltar, en primer lugar, la etapa de impacto, siendo este el momento concreto durante el cual se sufre del choque emocional, lo que produce una reacción desencajada por parte del cuerpo humano, y del individuo en general.

Posteriormente, se llega a presentar la fase intermedia, durante la cual el cuerpo humano empieza a presentar algunas emociones como reacción al suceso presentado de manera concreta, como lo pueden ser, por ejemplo, la soledad, el miedo o la tristeza concretamente.

Respiración profunda y técnicas de relajación, son algunas recomendaciones para controlar el ataque de pánico. Foto: Getty images. | Foto: GettyImages

Mientras que de forma final, una vez que se sobrepasan las primeras dos fases, se puede llegar a la fase de aceptación, a partir de la cual, el ser humano comprende el hecho al que se ha enfrentado, y empieza a producir emociones o pensamientos, los cuales pueden ser manejados por el cerebro y el sistema nervioso de manera general y concreta.

A partir de estos sucesos, se pueden presentar distintas reacciones en concreto a nivel físico, como lo pueden ser, por ejemplo, malestar estomacal, alteraciones en el ciclo de sueño, sudoración excesiva, dolores de cabeza, dificultades al sostener actividades sexuales o que impliquen el contacto físico, adicciones, alteraciones emocionales como irritabilidad o ira, sentimientos de culpabilidad, aislarse de la sociedad en general, u otro tipo de situaciones cognitivas, como por ejemplo, sentimiento de desesperanza, dificultades para concentrarse, sueños perturbadores, u otros elementos varios a considerar.

Después de sufrir el choque nervioso se pueden presentar algunas consecuencias. | Foto: &#169 Getty Images

A partir de estos, es importante mantener la calma, con el fin de poder superar las dos primeras etapas del suceso de la manera más adecuada posible, y que, de tal forma, se logren sobrepasar este tipo de daños.

Tener en cuenta estos efectos en la salud mental es de gran importancia, con el fin de que cada individuo comprenda tanto el funcionamiento de su organismo, como también, las distintas acciones o situaciones concretas que pueden producir reacciones o cambios en su comportamiento de forma general y concreta a través del tiempo, evitando así señales de alerta o pánico.