¿Cuántos huevos se pueden comer a la semana? Esa es una de las preguntas más consultadas en Google entre los amantes de este alimento. Y esto se debe a que los huevos son una rica fuente de nutrientes bioactivos y compuestos dietéticos que desempeñan funciones en la regulación de la salud metabólica, el metabolismo de los lípidos y la función inmune.
Y, aunque ya se ha superado el miedo al colesterol, lo cierto es que un huevo de tamaño medio contiene unos 200 mg de colesterol por lo que en su consumo se debe tener cierta precaución si ya la persona tiene niveles de riesgo. No obstante, también hay que tener en cuenta que tiene más grasas insaturadas, beneficiosas para la salud, que saturadas y solo 70 calorías con lo que es un alimento poco calórico de fácil introducción en las dietas.
Los científicos llevan años estudiando esta cuestión. Algunos han descubierto que la ingesta de huevos aumenta el LDL, o colesterol “malo”, y los marcadores inflamatorios asociados con enfermedades cardíacas y diabetes, mientras que otros han destacado los beneficios del consumo de huevos gracias a su densidad nutricional.
La mayoría de los artículos de investigación existentes que evalúan los efectos de los huevos en la salud tienden a centrarse en una gama más limitada de mediciones clínicas estándar, analizando biomarcadores de enfermedades cardíacas, diabetes, composición corporal, inflamación, salud inmunológica y anemia de forma aislada, en lugar de hacerlo todos juntos.
Sin embargo, los participantes en estos estudios también tienden a tener factores de riesgo preexistentes de enfermedades crónicas. Por lo general, también siguen cambios adicionales en el régimen dietético, como planes de pérdida de peso. Estos factores pueden complicar las interpretaciones de cómo los huevos afectan los marcadores de salud en la población general o joven y sana.
El efecto del huevo
Ante esta situación, Catherine J. Andersen, profesora asociada de ciencias nutricionales en la Facultad de Agricultura, Salud y Recursos Naturales de la Universidad de Connecticut (EE. UU.) realizó un estudio en el que consideró muchas medidas de salud que un médico examinaría durante un examen físico de rutina, y, lo que es más importante, atendiendo a la parte del huevo que se come.
El estudio, publicado en Nutrients, brinda una perspectiva más amplia sobre los resultados nutricionales del consumo de huevo en adultos jóvenes sanos. “Ayuda a proporcionar una imagen completa de los efectos de la ingesta de huevos en una población joven y sana utilizando biomarcadores clínicos estándar y de rutina. Eso permite una mayor traducción al público en general”, señala Andersen.
Cuatro semanas comiendo tres huevos al día
En general se evaluaron los efectos del consumo de diferentes dietas a base de huevo sobre parámetros clínicos; y se estudiaron los efectos de consumir varios tipos de dieta: una sin huevos, una con tres claras de huevo por día y una con tres huevos enteros por día durante 4 semanas.
En general, la ingesta de huevos enteros mejoró la densidad de nutrientes de la dieta en varios aspectos y, además, mejoró el nivel de colina, los perfiles de HDL, los perfiles de aminoácidos en sangre indicativos de riesgo de diabetes tipo 2, el hematocrito y el recuento de plaquetas.
Mientras que, tanto las claras de huevo (10,9 g de proteína/100 g) como las yemas de huevo (15,9 g de proteína/100 g), proporcionan proteínas de alto valor biológico y vitaminas B.
Las yemas de huevo sirven además como una fuente relativamente rica de glicerofosfo y glicerofosfo que contienen colina, esfingolípidos, ácidos grasos (34,7 % saturados, 48,7 % monoinsaturados y 16,7 % poliinsaturados), formas solubles en agua de colina y colesterol. Además de todas las vitaminas excepto la vitamina C, pero la mayoría de las vitaminas B que también están presentes en cantidades más bajas en las claras de huevo.
Entre tanto, la ingesta de clara de huevo mostró peores perfiles de aminoácidos en sangre indicativos de riesgo de diabetes tipo 2. Asimismo, la ingesta de huevo entero aumentó aún más el hematocrito en sangre, mientras que la ingesta de clara de huevo y huevo entero redujo el recuento de plaquetas en sangre.
Los cambios en los recuentos clínicos de células inmunitarias entre los períodos de dieta con clara de huevo y huevo entero se correlacionaron negativamente con varios parámetros de HDL, pero se correlacionaron positivamente con las medidas de lipoproteínas ricas en triglicéridos y sensibilidad a la insulina.
En general, en personas sanas, la ingesta de huevos enteros condujo a mayores mejoras generales en la calidad de la dieta de micronutrientes, el nivel de colina y los perfiles hematológicos y de HDL, al tiempo que afectó mínimamente (aunque potencialmente menos adversamente) los marcadores de resistencia a la insulina en comparación con las claras de huevo.