Un 42 % de los adultos, aproximadamente, presenta algún tipo de patología de sueño, como dificultad para quedarse dormido o para mantenerse despierto durante el día, o algún otro problema durante el descanso, según han advertido especialistas del Hospital General de Villalba.
Algunas de las patologías de sueño más frecuentes en el entorno son el insomnio, la apnea obstructiva de sueño y el síndrome de piernas inquietas.
“Si se presentan síntomas que puedan sugerir estas patologías, se debe buscar atención médica para diagnosticarlo y tratarlo adecuadamente, y nunca recurrir a la automedicación, que puede conllevar efectos nocivos sobre nuestra salud”, ha explicado Miguel Pintor, especialista del Servicio de Neurofisiología Clínica del citado hospital.
“El sueño no solo nos prepara para poder estar despiertos durante todo el periodo diurno, sino que también regula diferentes procesos a nivel neuronal, hormonal y cardiovascular, entre otros”, ha explicado el doctor, que ha recordad: “Las necesidades de sueño varían de una persona a otra, e incluso en la misma persona pueden cambiar según la edad y la actividad que se haya realizado durante el día”.
Ciclos del sueño
El sueño está compuesto por ciclos que tienen diferentes fases que van cambiando a lo largo de la noche: el sueño REM (por sus siglas en inglés rapid eye movement, movimiento ocular rápido) y no REM, dentro del cual hay que distinguir entre sueño superficial y profundo.
“En la primera parte de la noche predomina el sueño profundo, durante el cual el umbral para despertarse es mayor y, en consecuencia, somos menos conscientes de lo que puede ocurrir alrededor; mientras que en la última parte predomina el sueño REM y el superficial que, aunque es más ligero, no es de peor calidad; de hecho, es igual de importante como el sueño profundo”, ha indicado.
En este contexto, Pintor ha recalcado la importancia no solo de lograr una buena calidad de sueño, sino también de cuidarlo y “mantenerlo en forma”, siguiendo unos hábitos de sueño adecuados. Entre ellos, cita mantener un horario fijo para acostarse y levantarse, incluidos fines de semana y vacaciones o permanecer en la cama el tiempo suficiente, adaptándolo a las necesidades reales de sueño.
Este servicio recomienda evitar la siesta, aunque en casos concretos se puede permitir con una duración no mayor de 30 minutos, así como la ingesta de bebidas que contienen cafeína y teína o el consumo de alcohol, tabaco o chocolate.
También aconseja realizar ejercicio regularmente, durante al menos una hora al día, mantener el dormitorio a una temperatura agradable y con unos niveles mínimos de luz y ruido, o evitar acostarse hasta que hayan pasado dos horas después de la cena y el consumo excesivo de dispositivos electrónicos con pantallas.
*Con información de Europa Press.