Padecer cáncer es una situación por la que ninguna persona desea pasar. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer es la principal causa de muerte en el mundo, de hecho, solo en el año 2020 se atribuyeron a esta enfermedad alrededor de 10 millones de defunciones (casi una de cada seis de las que se registran).

Desde el punto de vista clínico, ‘cáncer’ es un término genérico utilizado para designar un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar a cualquier parte del organismo; también se habla de ‘tumores malignos’ o ‘neoplasias malignas’.

“Una característica definitoria del cáncer es la multiplicación rápida de células anormales que se extienden más allá de sus límites habituales y pueden invadir partes adyacentes del cuerpo o propagarse a otros órganos, en un proceso que se denomina ‘metástasis’. La extensión de las metástasis es la principal causa de muerte por la enfermedad”, explica la OMS.

Los tipos de cáncer más comunes son el de mama, de pulmón, colorrectal, de próstata, de piel y el gástrico, aunque existen otros que también pueden resultar de gravedad.

Respecto a las causas del cáncer, este se produce cuando células normales se transforman en células tumorales a través de un proceso en varias etapas que suele consistir en la progresión de una lesión precancerosa a un tumor maligno.

El cáncer es la principal causa de muerte en el mundo. | Foto: Getty Images

Esas alteraciones son el resultado de la interacción entre factores genéticos de la persona afectada y tres categorías de agentes externos:

  • Carcinógenos físicos, como las radiaciones ultravioletas e ionizantes.
  • Carcinógenos químicos, como el amianto, sustancias contenidas en el humo de tabaco, las aflatoxinas que contaminan los alimentos y el arsénico presente en el agua de bebida.
  • Carcinógenos biológicos, como determinados virus, bacterias y parásitos.

En cuanto a los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer esta enfermedad, la OMS destaca el consumo de tabaco y de alcohol, la alimentación poco saludable, la inactividad física y la contaminación del aire.

Una detección temprana mejora el pronóstico de paciente y aumenta las probabilidades de que el tratamiento sea exitoso. | Foto: FatCamera

¿La actividad física ayuda a prevenir el cáncer?

Un dato a resaltar es que la inactividad física y el sedentarismo configuran un factor de riesgo no solo para desarrollar el cáncer, sino también otras enfermedades no transmisibles. En ese orden de ideas, vale preguntarse si el ejercicio funciona como prevención.

La investigación indica que para la mayoría de las personas el ejercicio es una actividad segura. Además, anota que es útil realizarlo antes, durante y después del tratamiento contra el cáncer.

“La actividad física puede que también le ayude a sobrellevar los efectos secundarios y posiblemente a reducir su riesgo de que el cáncer llegara a regresar en un futuro”, agrega la Sociedad Americana contra el Cáncer.

La OMS sugiere realizar actividad física moderada con regularidad. | Foto: Getty Images

Los efectos del ejercicio resultan de gran beneficio para el individuo, no solo con el objetivo de prevenir el desarrollo del cáncer, sino también en el marco del tratamiento contra la enfermedad o tras haberla superado. Por ejemplo:

  • Fomenta el funcionamiento tanto del cuerpo como del cerebro.
  • Reduce la sensación de cansancio o fatiga.
  • Ayuda a disminuir la depresión y ansiedad.
  • Podría ayudar a dormir mejor.
  • Mantiene o mejora la habilidad física para poder hacer las cosas.
  • Mejora la fuerza muscular, la salud ósea y el rango de movimiento.
  • Fortalece el sistema inmunitario
  • Aumenta el apetito.
  • Ayuda a lograr y mantener un peso saludable.
  • Puede que ayude a contrarrestar el linfedema relacionado con el cáncer de seno, sin incrementar el riesgo.
  • Reduce la probabilidad de que ciertos tipos de cáncer regresen.
  • Mejora la calidad de vida.
  • Reduce los efectos secundarios del tratamiento.

En síntesis, la actividad física no solo está recomendada para las personas sanas o que, en el momento, no presentan ningún problema de salud. La investigación médica ha demostrado que el ejercicio también es de gran beneficio para quienes reciben tratamiento contra el cáncer o que lo padecieron en el pasado. Por supuesto, la orientación de un médico siempre será lo más aconsejable.

La actividad física trae numerosos beneficios para la salud. | Foto: Getty Images

¿Cómo reducir el riesgo de padecer cáncer?

El cáncer es una enfermedad impredecible. Se trata de una de esas sorpresas que nadie quiere recibir, sin embargo, no hay manera de anticiparse y garantizar en un cien por ciento que no se padecerá. No obstante, la OMS comparte algunos hábitos que pueden reducir el riesgo:

  • No consumir tabaco.
  • Mantener un peso corporal saludable.
  • Llevar una alimentación saludable que incluya frutas y hortalizas.
  • Realizar actividad física con regularidad.
  • Evitar o reducir el consumo de alcohol.
  • Vacunarse contra el papilomavirus humano y la hepatitis B en caso de pertenecer a los grupos en los que se recomienda esta intervención.
  • Evitar la radiación ultravioleta (principalmente, por la exposición al sol y en los aparatos de bronceado artificial) o protegiéndose de la luz solar;
  • Hacer un uso seguro y adecuado de las radiaciones en la atención de salud.
  • Minimizar la exposición ocupacional a las radiaciones ionizantes.
  • Reducir la exposición a la contaminación del aire exterior e interior.