La infinidad de procesos químicos y físicos que se generan en el cuerpo puede parecer, en una versión mucho más milimétrica, a la explosión de juegos pirotécnicos. Los alimentos y ultraprocesados que ingresan, hacen las veces de la llama que enciende, y que una vez en contacto con las demás sustancias, comienza a generar reacciones.
Con los artefactos pirotécnicos se ven las luces en el cielo y el humo; en el cuerpo humano, factores como el rendimiento, la apariencia de la piel, los ojos, el peso y el funcionamiento en general son un medidor de lo que sucede internamente.
En ese sentido, pasando a la relación de los alimentos con la grasa y la glucosa, el artículo ‘Productos dietéticos de glicación avanzada y sus asociaciones con la sensibilidad a la insulina y el peso corporal: un ensayo clínico aleatorizado de 16 semanas’, concluyó que los AGE dietéticos “disminuyeron con una dieta basada en plantas baja en grasas, y esta disminución se asoció con cambios en el peso corporal, la composición corporal y la sensibilidad a la insulina, independientemente de la ingesta de energía”.
Pero antes de continuar, es muy importante tener claro que los AGE (Advanced Glycation End products, o “productos finales de Glicación Avanzada” son sustancias que se encuentran en el cuerpo a un nivel normal, pero que con el consumo de ciertos alimentos se vuelven imposibles de eliminar, causando daños al sistema cardiovascular, aumento de peso, entre otras.
“Se trata de un grupo de compuestos tóxicos que se forman a través de una reacción no enzimática entre azúcares y las proteínas, lípidos y ácidos nucleicos. A esta reacción se la conoce comúnmente como “reacción de caramelización”, produciendo síndrome metabólico o patologías como resistencia a la insulina, diabetes, arterioesclerosis, alteraciones de la función hepática y renal, y procesos inflamatorios en general”, detalla el portal Telva.com
Además, señala la página Entrenamiento.com que estos compuestos dañinos, “también se pueden formar en los alimentos, como por ejemplo, aquellos que han sido expuestos a altas temperaturas al haber sido asados, freídos o tostados”.
Ahora, el estudio publicado en la revista Obesity Science & Practice, que se mencionó al comienzo, se realizó durante 16 semanas. Allí observaron qué pasaba con dos grupos de 122 personas cada uno. Ambos grupos estaban conformados por personas con sobrepeso; pero el primero fue sometido a una dieta basada en plantas bajas en grasas (grupo de intervención) y el segundo en condiciones más comunes. Antes y después del estudio, les midieron la composición corporal, la sensibilidad a la insulina y los AGE dietéticos.
Como conclusión encontraron que “los AGE dietéticos disminuyeron en el grupo de intervención, que el peso corporal disminuyó 6,4 kg en el grupo de intervención, en comparación con 0,5 kg en el grupo de control, en gran parte debido a una reducción de la grasa masa, en particular la grasa visceral”.
Añadieron que en los AGE de la dieta se correlacionaron con cambios en el peso corporal, grasa visceral y la disminución siguió siendo significativa, incluso después del ajuste por cambios en la ingesta de energía.
Con este contexto, el portal Mejor con Salud explica que si se reduce el consumo de carnes grasas y los lácteos, se notará una disminución de la inflamación en el organismo.
“Así lo confirma un estudio publicado en Obesity, Science & Practice, en el que se señala que seguir una dieta en la que los alimentos que se consuman sean prioritariamente de origen vegetal, reduce los AGEs en un 79 %. Por otro lado, la investigación enfatiza que comidas regulares con carnes y lácteos frescos disminuyen la presencia de estos compuestos también, pero solo en un 15 %”, añadieron.
En esa línea, Entrenamiento.com explica que los alimentos altamente procesados y fritos, tienen un gran nivel de AGEs. “Por ejemplo, ciertos alimentos de origen animal tienden a tener los niveles más alto, tales como carne (especialmente carne roja), algunos tipos de quesos, huevos fritos, mantequilla, queso crema, margarina, mayonesa, aceites y frutos secos”.
Por eso recomiendan disminuir su consumo o limitarlo y reemplazarlos por frutas, verduras y granos enteros. “Estos alimentos tienen niveles más bajos de AGEs, incluso después de ser cocinados”, agregan.