El pasado jueves, las 27 instituciones que integran la Unión de Colegios Internacionales de Bogotá, Uncoli, tomaron una decisión radical para sus estudiantes: restringir en al menos ocho horas de la jornada escolar el uso de celulares y relojes inteligentes. La iniciativa, que se conoce como ‘Desconectar para conectar’, también podría extenderse a las rutas escolares.
La medida levantó opiniones diversas entre la ciudadanía, aunque buena parte de los padres de familia y docentes del país la celebraron. Para los rectores de estos colegios había poderosas razones para impulsarla: “Las investigaciones disponibles son contundentes y muestran que la presencia de los dispositivos durante la jornada escolar tiene efectos adversos sobre la salud mental, contribuye al desarrollo de comportamientos adictivos, reduce la calidad de las interacciones sociales, disminuye el interés por la actividad física, incrementan el bullying y el cyberbullying, además de generar una disminución importante en el rendimiento académico”, expresó Uncoli en un comunicado.
Los directivos de estas instituciones manifestaron apoyarse en Generación ansiosa, libro del reconocido psicólogo social Jonathan Haidt, que desvela las causas del colapso psicológico de la llamada Generación Z y desnuda una realidad que preocupa a educadores y cuidadores: desde 2010, se observa un pronunciado aumento en el número de jóvenes diagnosticados con ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos debido al uso excesivo de los celulares.
Juanita Alarcón, médica y psiquiatra, autora de esta iniciativa, agrega que “los jóvenes que pasan mucho tiempo conectados a estos aparatos tienen hasta 66 por ciento de mayor riesgo de crear adicción a sustancias psicoactivas y 22 por ciento de mayor riesgo de adoptar conductas suicidas”.
“Los jóvenes son manipulados por las redes”
Julián De Zubiría Samper es un educador colombiano, reconocido por ser fundador y director del Instituto Alberto Merani, institución reconocida en todo el país en materia de innovación educativa.
En diálogo con SEMANA, De Zubiría se mostró de acuerdo con la medida adoptada por los 27 colegios de Uncoli, pues en su opinión se equivocan los padres de familia que creen que sus hijos vienen con un “chip incorporado” al mundo.
Para este experto en pedagogía, “el conocimiento tecnológico de las nuevas generaciones es instrumental y rutinario” y “la gran mayoría de jóvenes son manipulados en las redes sociales y desconocen los enormes riesgos a los que se exponen al utilizarlas”.
El director del Merani asegura que hace un año llegó “a la conclusión de que es el momento de prohibir los celulares para los niños de primaria, establecer el control parental para los jóvenes en los primeros años del bachillerato y recomendar la eliminación de las notificaciones para los estudiantes de 9º, 10º y 11º, así como para todos los adultos”.
En ese sentido, comparte “el espíritu de la medida que han tomado 27 colegios. Nosotros tomamos en el Merani una medida similar desde enero de 2024. Sin embargo, discrepo de la eliminación en los primeros años del bachillerato. Allí es cuando veo mayor necesidad de enseñarle a los jóvenes a detectar noticias falsas y a realizar un uso responsable de los dispositivos electrónicos”, asegura.
De acuerdo con De Zubiría, “la censura y la reglamentación no generarían los efectos positivos si no lo acompañamos de múltiples clases en las que los docentes utilicen en el aula las redes para evidenciar sus riesgos éticos y la facilidad con la que promueve la polarización y circulan las noticias falsas en la nube”.
Para el experto, el efecto más grave y silencioso del frecuente uso del celular se evidencia en el creciente “deterioro de la salud emocional de los jóvenes. Los estudios científicos evidencian que Instagram es la red más peligrosa y la que en mayor medida deteriora el autoconcepto de las preadolescentes al llevarlas a compararse frecuentemente con niñas de su edad más bellas y esbeltas, gracias al uso de filtros”.
El segundo efecto perverso es la adicción: “No debemos olvidar, que tal como demuestra el documental El dilema de las redes sociales, estas fueron diseñadas para volvernos adictos. Mucho más los niños y jóvenes en formación”.
Dichos estudios, indica De Zubiría, condujeron a 41 estados de EE. UU. “a demandar a Meta por el daño causado a niños y adolescentes. Facebook tendrá que defenderse de las acusaciones de generar adicción y deteriorar la estabilidad emocional de los menores. Con seguridad, será un proceso largo, tortuoso y complejo, muy similar al que se realizó contra las tabacaleras en los años ochenta. Al final, confío en que la demanda triunfe”.
En síntesis, cree que se debe “prohibir el uso de celulares y redes sociales en primaria, reglamentarlo entre 6o y 8o en casa y en los colegios y utilizarlos bajo mediación docente en los tres últimos años del colegio. Pero, reitero, la reglamentación no basta si no educamos a los jóvenes para que hagan un uso responsable y ético de los dispositivos electrónicos”.