Para el año 2050, se estima que se supere los 700 millones que sufran de alguna discapacidad auditiva, lo que significa que una de cada diez personas se verá afectada por problemas de audición. Esto puede ser provocado por diversos factores, incluyendo el envejecimiento y la falta de tratamiento oportuno.
Esta afección no solo daña la capacidad auditiva de las personas, sino que también puede tener un impacto significativo en su salud mental y bienestar emocional. La falta de audición puede dar lugar a problemas de integración social y dificultades en las relaciones personales, lo que puede afectar negativamente la calidad de vida de quienes la padecen.
La OMS señala que aproximadamente 432 millones de adultos y 34 millones de niños requieren rehabilitación para abordar sus problemas auditivos. A pesar de estas estadísticas alarmantes, el número de personas que busca ayuda para someterse a un simple control auditivo es sorprendentemente bajo.
Los primeros en darse cuenta suelen ser los familiares y personas cercanas ya que denotan cómo la comunicación empeora y hay cambios en la personalidad y estado de ánimo de quien lo atraviesa. “Enmascarar los primeros síntomas que se manifiestan en este tipo de cuadros puede reducir las posibilidades al momento de la consulta con el especialista. Este sea relacionado directamente al tema acústico o bien emocional”, comenta Lorena Romero, audióloga y coordinadora de calidad y formación de GAES, marca líder en salud auditiva en Colombia y el mundo
Sin embargo, cuando deciden buscar ayuda, encuentran una amplia gama de opciones y tratamientos adaptados a sus necesidades específicas, lo que les permite superar los estigmas sociales asociados a la pérdida de audición y mejorar su bienestar.
La pérdida de audición puede variar en gravedad, desde leve hasta profunda, y puede afectar a uno o ambos oídos, lo que resulta en dificultades para escuchar conversaciones o sonidos fuertes. Es una experiencia común que aquellos que empiezan a experimentar los primeros síntomas de pérdida auditiva a menudo pasen por una fase de negación. Esto se debe, en gran medida, a la asociación frecuente entre la pérdida de audición y el proceso natural de envejecimiento.
La negación de esta afección puede tener un impacto significativo en la vida de las personas, ya que conlleva cambios notables en la manera en que se relacionan con su entorno y, en última instancia, puede afectar negativamente su calidad de vida.
La pérdida de audición, más allá de la dificultad auditiva, puede desencadenar una serie de consecuencias emocionales y sociales. Las personas que la padecen a menudo experimentan sentimientos de aislamiento y una disminución en su autoestima.
La comunicación con los demás se vuelve más complicada, y surgen dificultades en la identificación de emociones y la empatía hacia los demás. Además, la pérdida de audición se ha relacionado con la depresión, el aislamiento social y la falta de apoyo social, lo que puede dar lugar a un bienestar general afectado.
A pesar de estos desafíos, es fundamental destacar que la pérdida de audición es una afección que puede tratarse de manera efectiva. La detección temprana de los problemas auditivos y la aplicación de intervenciones adecuadas pueden atenuar muchos de los efectos negativos asociados.
Los audífonos, en particular, se presentan como una solución eficaz y no invasiva para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. Estos dispositivos permiten a quienes los utilizan redescubrir el maravilloso mundo de los sonidos y las emociones, lo que les brinda una oportunidad renovada de participar plenamente en la vida cotidiana y en las interacciones sociales.
La importancia de abordar la pérdida de audición no puede subestimarse, ya que no solo beneficia la salud auditiva de las personas, sino que también tiene un impacto positivo en su salud mental y en su bienestar en general.