El ingeniero holandés Gert-Jan Oskam logró lo que parecía imposible: ponerse en pie y volver a caminar de forma natural después de haber quedado tetrapléjico tras un accidente en bicicleta en el año 2011, en China, mientras regresaba a casa de su trabajo.
Pero ahora una imagen suya, caminando y erguido, le da la vuelta al mundo. También la hazaña de un grupo de internacional de científicos que este miércoles cambió para siempre la historia de la medicina y las enfermedades neurológicas al anunciar que esta nueva tecnología cerebral desarrollada por ellos funciona: instalar “un puente digital” entre el cerebro y la médula espinal de este hombre de 40 años, a quien la ciencia le cambió la vida.
Este revolucionario avance de la medicina funciona así: es un ‘puente digital inalámbrico’ capaz de restaurar la conexión perdida entre el cerebro y la médula espinal. Gert-Jan Oskam, entonces, cuenta con dos implantes en su cerebro que ahora leen sus pensamientos y los envían, sin cables, a un tercer implante que estimula eléctricamente su médula espinal.
Gracias a este puente digital, que es una suerte de interfaz cerebro-columna, Gert-Jan Oskam, cuyo accidente ocurrió cuando tenía 28 años, logró recuperar el control sobre el movimiento de sus piernas, lo que le permite ponerse de pie, caminar e incluso subir escaleras.
El equipo científico aseguró que su tecnología también permitió a Oskam recuperar parte de la función cerebral que había perdido desde su accidente, donde pudo mostrar habilidades motoras cuando se apagó el puente digital.
Oskam, cuyo accidente le provocó una lesión medular incompleta que le permitía algunos movimientos residuales, ya había probado años atrás un dispositivo más rudimentario en otro ensayo clínico, pero no funcionó de la mejor manera: “Antes la estimulación eléctrica me controlaba a mí. Ahora soy yo el que controla la estimulación”, aseguró en una rueda de prensa.
El holandés, a lo largo de toda esta última década, emprendió una dura rehabilitación para intentar recuperar la movilidad en los brazos. Y en esas estaba, hasta que tres años después de su accidente se convirtió en protagonista de una nueva técnica científica: la estimulación eléctrica en la médula espinal mediante un implante.
Esta técnica ya había tenido buenos resultados en ratas, a través de un experimento desarrollado en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza. Los científicos advirtieron que estos animales, cuya médula estaba cortada en dos, podían dar más de mil pasos. En 2016, la estrategia también fue probada en monos y funcionó.
Con estos antecedentes científicos, Oskam se convirtió en uno de los primeros seres humanos que probó en 2017 aquel dispositivo experimental, que emitía pulsos eléctricos en su médula y los sincronizaba con sus torpes movimientos voluntarios. El propio paciente también podía controlar manualmente, con unos botones, la estimulación de sus piernas.
Pero, esta nueva tecnología va mucho más allá, según destaca el neuroingeniero español Eduardo Martín Moraud, que participó en los experimentos con animales y es citado por El País de España. “Este estudio es un paso de gigante hacia el sueño de restaurar el control motor voluntario en pacientes que sufran enfermedades neurológicas, como pueden ser las lesiones medulares, los ictus, el párkinson y el temblor esencial”, celebra.
De acuerdo con este mismo diario, la neuroingeniera colombiana Andrea Gálvez, nacida en Bogotá hace 32 años, fue una de las principales autoras del nuevo estudio.
“Gert-Jan ya tenía un implante en la médula espinal, que permite la estimulación eléctrica y que los músculos de sus piernas se reactiven. En este ensayo clínico hemos colocado dos implantes en la parte motora del cerebro, uno en cada hemisferio, que nos permiten leer la intención de movimiento, decodificarla y hacer ese puente digital para que la estimulación en las piernas sea deliberada”, señala Gálvez. Sus resultados se publican este miércoles en la revista Nature.
Los líderes de la investigación son el neurocientífico Grégoire Courtine y la neurocirujana Jocelyne Bloch, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana. Su equipo completa más de una década perfeccionando el dispositivo con inteligencia artificial adaptativa.
Courtine reconoció en una rueda de prensa que “esta tecnología todavía está en su infancia” y anunció que el siguiente paso es miniaturizar los aparatos y ensayarlos en más pacientes. Hasta el momento, solo Gert-Jan Oskam los ha probado.