Existe una organización de médicos y enfermeros voluntarios que, dos veces al mes, por tres días prestan su servicio a personas que viven en sitios de difícil acceso. Se transportan en aviones de pilotos voluntarios. Viajan desde Bogotá hacia los cuatro puntos cardinales, trabajando con diferentes pisos térmicos y con los esfuerzos logísticos que ello suponga.
Esta vez, SEMANA los acompañó. Luego de atravesar el cielo durante cerca de dos horas, se ven las primeras casas de techos amplios del municipio más grande de Colombia. En la pista que está rodeada de naturaleza, espera al grupo de 40 voluntarios que llegan en 6 aviones, Enrique Martín, el director logístico de la Patrulla Aérea Civil Colombiana (PAC).
La misión que los une en Cumaribo, Vichada, hace viejos conocidos a unos y nuevos conocidos a quienes se van integrando al grupo de enfermeras, pediatras, dermatólogos, radiólogos, ginecólogos y médicos familiares.
Para que puedan atender, se transforma el Colegio Sagrado Corazón. Hay niños, niñas, mujeres, hombres y funcionarios de la alcaldía. Convirtieron los salones, en consultorios y la sala de profesores, en el gran centro de operaciones que también dirige la directora médica, Lorena Calderón. Desde allí se organiza el movimiento de las 899 atenciones de la jornada que realizarán junto a Colmedica.
Una logística similar se ha ido implementando con la esencia que desde hace 57 años hizo nacer la organización. En cifras para el 2022, realizaron un total de 21 jornadas de salud en 17 municipios con situaciones difíciles de Colombia.
“Transformamos la vida de más de 14.000 pacientes, con 22.000 atenciones divididas en: 350 cirugías, 1.000 procedimientos de apoyo quirúrgico, 16.000 consultas médicas especializadas y 5.400 procedimientos no quirúrgicos. Entregamos más de 5.200 lentes, 32 prótesis dentales, 9.000 tratamientos médicos y 1.500 implantes de planificación familiar. Gracias a nuestro aliado país Terpel y a nuestros pilotos voluntarios, recorrimos Colombia con más de 400 horas de vuelo y 75.000 millas náuticas, ¡el equivalente a darle 3 veces la vuelta al mundo!”, dice con entusiasmo y amabilidad la directora general de la PAC, Pamela Estrada.
Entre los cientos de rostros de indígenas y “mestizos”, que desde hace varias semanas tienen asignada la cita, está el de Alenia Edid Sánchez, la primera en ser atendida en el segundo día de jornada.
La historia de Alenia
“Yo mañana estoy aquí a las 4:00 de la mañana para que la atiendan de primeras”, dice uno de los pocos hombres que está en la fila de más de 10 mujeres que esperan por una ecografía.
“Yo le garantizo que la atienden”, concluye el doctor Velásquez, que está gestionando uno de los “tacos” de la jornada. Son las 5:58 p.m. Está oscuro, solo se puede ver con luz artificial y el sudor en el rostro se siente pegajoso.
A la mañana siguiente, Alenia es la primera en ser atendida. Aunque hoy no la acompaña Rafael, su pareja y quien el día anterior estaba un poco alterado pidiendo la atención, ella ha salido de la ecografía con una sonrisa genuina. Son las 7:25 de la mañana y ahora tiene la certeza del género del bebé que crece en su vientre. Por métodos más bien tradicionales, habían intentado adivinarlo, porque nunca había tenido acceso a un servicio similar.
“Yo si quería saber qué era porque no le tengo nada organizado. Ya uno busca maneras de ir consiguiéndole las cosas”, dice tranquilamente y con satisfacción.
Sale y camina alrededor de 10 minutos hasta su casa. Va a confirmarle a su familia la noticia. Mientras que atraviesa las calles amplias y destapadas de tierra rojiza, cuenta que su novio es venezolano, que tendrá para el 17 de mayo el parto y que están pensando seriamente en ir hasta Villavicencio, para garantizar la atención.
Una vez está al frente del ventilado hogar, saluda a sus sobrinas, pregunta por su hija Valentina y por los demás, pero no están. Las pequeñas la miran con curiosidad y a la espera de una respuesta. Serán las primeras en enterarse de la noticia que por estos días tiene en expectativa a la familia Sánchez.
“Les tengo la respuesta a lo que querían saber, ¿quieren saber qué es?”, dice ella.
“¿Qué es?”, pregunta una, mientras la otra dice que “el abuelo, la abuela, todos están en la finca”.
“Pues les cuento que nuevamente es una niña”, afirma.
Una de las sobrinas salta y grita agudamente de alegría. La otra dice también contenta, pero sin sorpresa que ya sabía.
La mujer, que tiene 26 años, y trabaja con niños de la primera infancia, ya sabe el nombre de la bebé. Será bautizada como Luna Zoé. La nena al día de la ecografía tiene 1.952 gramos.
Las tres leen las hojas de papel que les entregaron con las impresiones. La madre se fija en los números más exactos, las primas de la creatura en las imágenes a blanco y negro. “Está bonito” dice la mayor; mientras la más pequeña curiosea y pregunta por qué “solo sale una bolota”.
Así como la historia de Alenia hay otras, unas gravísimas con diagnósticos tardíos, otras con revisiones a tiempo. Por la zona y por la población es frecuente encontrar anemia en los menores; también es necesario traducir de sikuani a español lo que dicen muchos de los pacientes.
Finalmente, la directora general de la PAC, recuerda que “cada una de las personas que nos lee puede ser motor de cambio. Sé que hay muchas personas que quieren ayudar, pero no saben cómo hacerlo y también hay mucha desconfianza. En la PAC, llevamos lejos sus ganas de ayudar. Los invito a donar, a ser voluntarios (si son profesionales de la salud) y a seguirnos en nuestras redes”, afirma.