Uno de los trastornos del sistema nervioso central (neurológico) más comunes y que afecta a millones de personas en el mundo es la epilepsia. Esta enfermedad, que ataca tanto a hombres como a mujeres de todas las edades, provoca convulsiones o períodos de comportamientos o sensaciones inusuales y, a veces, pérdida de conciencia, de acuerdo con Mayo Clinic.

“La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica que afecta a personas de todas las edades”, precisó la Organización Mundial para la Salud (OMS). Asimismo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) explican que la epilepsia “se le diagnostica a una persona cuando ha tenido dos o más convulsiones”, siendo este uno de los síntomas más comunes de esta afección.

Aunque uno de los efectos más comunes relacionados con la epilepsia son las convulsiones, lo cierto es que esta enfermedad puede provocar otros síntomas o señales de alerta, afectando incluso cualquier proceso que este coordine, como confusión temporal, episodios de ausencias, movimientos espasmódicos incontrolables de brazos y piernas, pérdida del conocimiento o conciencia; síntomas psíquicos, como miedo, ansiedad o déjà vu; e incluso, fiebre alta y bajos niveles de azúcar.

Por ende, la convulsión “es un cambio breve en la actividad normal del cerebro”, que puede durar por segundos o minutos. Entre los tipos de convulsiones que más se destacan son las focales y las generales, siendo las primeras las que impactan solo un lado del cerebro y las segundas los dos lados.

Una convulsión corresponde a cambios físicos o cambios en el comportamiento que ocurren durante un episodio de actividad eléctrica anormal en el cerebro. | Foto: Getty Images

Asimismo, los síntomas de las convulsiones focales pueden confundirse con otros trastornos neurológicos, como migraña, narcolepsia o enfermedades mentales. Se deben realizar análisis y un examen minucioso para distinguir la epilepsia de otros trastornos.

Aunque la epilepsia no tiene una causa identificable en casi la mitad de las personas que padecen la enfermedad y en la otra mitad de los casos, algunas de las causas más comunes puede ser provocada por situaciones como influencia genética, lesiones o traumatismos cerebrales, falta de oxígeno en el cerebro, enfermedades cerebrales e infecciosas, lesiones prenatales, síndrome de Down y alzhéimer. Ante esto, expertos y especialistas en el tema recomiendan que la reducción del estrés, dormir lo suficiente, identificar los causantes de convulsiones y no restringir el tratamiento de epilepsia prescrito por los médicos, son algunas de las maneras en las que se puede controlar la enfermedad.

Cerca de 50 millones de personas en el mundo sufren de epilepsia.

Las vitaminas y la epilepsia

Dentro de las opciones en las que se puede controlar el desarrollo de esta enfermedad están el llevar una alimentación saludable y balanceada, rica en vitaminas y minerales. De hecho, estos nutrientes pueden ser beneficiosos para las personas que sufren de epilepsia debido a su papel en el mantenimiento de la salud del sistema nervioso.

“La vitamina B6, por ejemplo, se ha relacionado con la reducción de las convulsiones en algunos pacientes con epilepsia”, expresó el sitio web de Centro Aura Especialista en Epilepsia.

Por su parte, se cree que el consumo de vitamina D y ácido fólico pueden prevenir los efectos producidos por las convulsiones en pacientes con epilepsia, pero un artículo publicado por Cochrane, asegura que todavía no hay una evidencia que corrobore esto sobre la vitamina D y sus efectos.

No obstante, el sitio web Epilepsia Madrid señala que una investigación publicada por la revista Epilepsia precisa que en un estudio se confirmó que los pacientes con epilepsia tenían niveles muy bajos de vitamina D, por lo que se observó que quienes tenía problemas en su estructura ósea, se mejorarán luego de un tratamiento bajo esta vitamina.

Esta vitamina se puede consumir de tres maneras distintas. | Foto: TaPhotograph

Pero lo anterior, no quiere decir que la vitamina D va a mejorar o controlar convulsiones, sino que como se mencionó se necesitan de más hallazgos.

El cuerpo puede obtener este nutriente tras la exposición al sol o la ingesta de algunos alimentos ricos en él. Tanto los pescados, el queso, el hígado, las yemas de huevo, entre otros alimentos, tienen vitamina D. Su principal función es su participación en la absorción de calcio por parte del cuerpo, por lo que la falta de esta vitamina es la causante de osteoporosis en los adultos y raquitismo en los niños.

Su consumo debe ser moderado y avalado por un médico experto. Ante esto, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, MedlinePlus, sugiere asistir de manera inmediata a un centro médico si se observan estos signos tras una sobredosis de estos nutrientes. Es entonces que el mucho consumo de vitamina D puede provocar exceso de calcio en la sangre y, por ende, somnolencia, insomnio y demás.