La inflamación se define como un conjunto de respuestas fisiológicas que tiene el organismo para mantenerse estable. Por ejemplo, para regular la presión sanguínea, la temperatura o las cantidades de glucosa en la sangre.
Para ello, dicen los expertos, el cuerpo cuenta con unos mecanismos autónomos que cumplen con esa función inflamatoria; sin embargo, cuando los mismos no desarrollan su trabajo a cabalidad se presentan respuestas, que si se vuelven crónicas pueden ocasionar complicaciones de salud.
La fundación estadounidense AARP cita la opinión de Robert H. Shmerling, jefe de clínica del departamento de reumatología en el Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Boston, quien asegura que la inflamación crónica es un trastorno lento y progresivo causado por un error del sistema inmunitario que mantiene el cuerpo en un estado prolongado de alerta máxima.
Con el paso del tiempo, la inflamación daña las células saludables, asegura Roma Pahwa, investigadora de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos y por ello se debe prestar atención.
Los procesos inflamatorios se registran por diversas razones. Por ejemplo, una infección externa que es difícil de curar; la genética que en ocasiones lleva a que las personas hereden una propensión a un problema de salud; la contaminación, la calidad del aire y del agua, las alergias ambientales y, finalmente, el estilo de vida. En este último aspecto, la obesidad, el estrés descontrolado, el consumo de tabaco, el consumo excesivo de alcohol, la falta de actividad física, dormir mal y, por supuesto, una mala dieta, se relacionan con la inflamación crónica.
Las medidas a adoptar
Así las cosas, llevar una dieta rica en alimentos antiinflamatorios, practicar actividad física de forma regular, reducir el estrés, no fumar y dormir bien son hábitos de vida saludables determinantes para reducir la inflamación, asegura el portal Saber Vivir. Además de esto es posible recurrir a la vitamina N, la cual es entendida como el poder terapéutico de la naturaleza y se obtiene cuando se dinamizan los sentidos en el entorno natural. Los beneficios se reciben cuando se observa, se escucha, se toca y se olfatea de manera consciente.
En un artículo publicado en la Revista Compensar, Juan Carlos Santacruz, director ejecutivo de la Fundación Colombiana del Corazón, indica que “la vitamina N es reconectarse con escenarios naturales utilizando los sentidos de manera consciente para convertir la naturaleza en una terapia efectiva que preserve la salud, ayude a controlar enfermedades crónicas ya existentes, estimule estilos de vida menos sedentarios, promueva el consumo de alimentos naturales y permita vivir en el aquí y el ahora”.
Para el especialista, esta vitamina es posible consumirla de manera permanente. Sin embargo, en su concepto, la mayoría de las personas se han acostumbrado a ver y no contemplar la naturaleza, lo que quiere decir que una persona puede pasar por un lugar o parque hermoso, pero si no voltea a mirar o no dinamiza sus sentidos no le va a impactar.
De esta forma, lo que se dice es que la naturaleza posee un poder terapéutico, siempre y cuando, la persona que se conecte con ella lo haga de manera consciente: hay que observar, escuchar y tocar no solo con las manos, sino también con los pies.
Beneficios de la vitamina N
Son diversos los estudios que avalan los beneficios para la salud de pasear por zonas verdes o por la playa y tener contacto con el agua de ríos u otras fuentes naturales. Saber Vivir refiere un estudio del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), le cual sugiere que vivir a menos de 300 metros de zonas verdes reduce en un 16 % el riesgo de sufrir un ictus isquémico.
Otra investigación de ISGlobal demostró que los niños que viven en zonas más verdes y menos contaminadas tienen un 50 % menos de riesgo de desarrollar Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El mar también tiene un efecto muy beneficioso en el organismo: caminar por entornos en los que haya agua, como la playa, un lago o un río, tiene un impacto positivo en la salud mental según otros análisis científicos.
Adicionalmente, los análisis han permitido determinar que la vitamina N ayuda a reducir los niveles de cortisol y, por tanto, de estrés, baja la presión arterial, mejora el ánimo y disminuye la ansiedad y el riesgo de depresión.
María Real Capell, farmacéutica, nutricionista y psiconeuroendocrina, autora del libro “Cuando el cuerpo se rebela. Aprende cómo convivir plenamente con una enfermedad autoinmune”, asegura que en Japón hay un nombre para esta vitamina: shinrin-yoku, que significa baño forestal y es una práctica demandada en ese país, para conservar condiciones favorables de salud.