Durante los primeros días de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna y varias autoridades y organismos de salud pública han aprovechado para recordar los beneficios que esta práctica tiene para las madres y los bebés.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) destaca, por ejemplo, algunos datos con respaldo científico que muestran la utilidad de la lactancia materna para prevenir múltiples padecimientos que pueden afectar a los bebés tanto en edades tempranas como en momentos posteriores de su desarrollo.
“La lactancia materna prolongada reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad en un 13%, lo que contribuye a combatir las enfermedades no transmisibles causadas por la obesidad. También disminuye el riesgo de diabetes tipo 2 en 35%”, sostiene la OPS.
Así mismo, indica que puede ser útil para reducir el riesgo de que los menores de edad desarrollen otros cuadros de padecimientos graves que pueden afectar su calidad de vida durante la infancia.
Entre otras cosas, señala que está demostrado que amamantar a un bebé durante los primeros seis meses de su vida puede reducir el riesgo de que sufra de leucemia durante su niñez en un 19 %, si se compara con otros bebés que no recibieron la misma alimentación de sus madres.
Algo aún más significativo ocurre con las probabilidades de sufrir un fallecimiento súbito. “Los bebés que son amamantados tienen un 60% menos riesgo de morir por síndrome de muerte súbita infantil, comparados con los que no son amamantados. El efecto es aún mayor para infantes que reciben lactancia materna exclusiva”, detalla la OPS.
Además, hay evidencia de que los niños que son amamantados correctamente durante sus primeros meses de vida también pueden resultar más inteligentes en la medida en la que tienen hasta 3,4 puntos más en algunos indicadores de desarrollo cognitivo, algo que también repercute en un incremento en los años de escolaridad.
Pero vale decir que la salud de los bebés no es la única beneficiada con el acto de amamantar. El organismo sanitario también resalta que puede ser una actividad positiva para el bienestar de las madres.
“Las mujeres que amamantan tienen un 32% menos de riesgo de tener diabetes tipo 2, un 26% menos de riesgo de tener cáncer de mama y un 37% menos riesgo de tener cáncer de ovarios, en comparación con aquellas mujeres que no amamantan o que amamantan menos”, indica la OPS.
También se trata de una forma útil para estrechar el vínculo entre las madres y los bebés, puesto que se sabe que entre más tiempo pasen las mujeres amamantando, habrá una sensación más fuerte de seguridad y sensibilidad producto del apego.
Así mismo, puede representar un importante avance económico para las familias en la medida en la que una lactancia materna duradera se asocia con una mejora en los ingresos. “El seguimiento a una cohorte de niños 30 años después de su nacimiento, mostró que los adultos que fueron amamantados tuvieron salarios más altos, un efecto que fue mediado por el aumento en los años de escolaridad”, apunta la OPS.
Ese organismo destaca la importancia de que las empresas y el sector privado tengan en cuenta que pueden implementar políticas para facilitar que las madres amamanten a sus bebés, una decisión que puede repercutir positivamente en la retención de los empleados, su rendimiento, su “espíritu de grupo” e incluso en su productividad.
También puede tener un impacto medioambiental reducido. “La lactancia materna no deja huella de carbono. La leche materna es un recurso renovable y es producida por las madres y consumida por los bebés sin polución, empaque o desechos”, explica la OPS.
Y concluye señalando que los beneficios de amamantar se pueden observar como una medida de salud pública, pues se calcula que podría prevenir hasta un millón de muertes infantiles al año.