Perros calientes, hamburguesas, papas fritas, helados, pasteles, empanadas, entre otros, son solo algunos de los platillos que pueden seducir el paladar de las personas cuando están fuera de sus casas. Además de tener un sabor agradable, están listos en cuestión de pocos minutos, lo que también resulta atractivo en términos de tiempo.
Precisamente, de ahí viene el nombre popular con que son conocidos: comida ‘rápida’. Si bien no se trata de una preparación instantánea, la velocidad con que un perro caliente o una hamburguesa puede ‘nacer’ hace que muchas personas se decanten por estas opciones cuando buscan algo para saciar su apetito. Ahora bien, la velocidad a la hora de comer estos alimentos también es notable, aunque durante la digestión no sucede lo mismo.
Sin embargo, los expertos coinciden en que este tipo de comidas -cuando se consumen en exceso- pueden derivar en consecuencias desfavorables para el organismo. De hecho, una recomendación común entre los nutricionistas tiene que ver con evitar el consumo diario de comidas ‘rápidas’.
Según explica Mireia Elías Fernández, nutricionista del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), citada por el portal de salud CuídatePlus, “al introducir comida rápida en nuestro organismo, por el tipo de alimentos que la caracterizan y porque -como su propio nombre indica- tendemos a comerlas a gran velocidad y en mayor cantidad, las digestiones son más lentas y pesadas, produciendo malestar al hacer que el estómago trabaje de más”.
En ese orden de ideas, la experta anota que las comidas ‘rápidas’ también pueden dar paso al desarrollo de estreñimiento y gases, pues su aporte de fibra suele ser bajo o nulo.
Pero eso no es todo. Por lo general, las comidas ‘rápidas’ poseen un alto contenido calórico y de grasas saturadas, lo que a su vez aumenta el riesgo de desarrollar obesidad y patologías asociadas a esta condición, como hipertensión arterial, aterosclerosis, enfermedades cerebrovasculares, afecciones renales, hígado graso, e incluso cáncer.
Calorías y comida ‘rápida’
Según reseña Mayo Clinic, las calorías son la energía que se encuentra en los alimentos. En ese sentido, explica que el cuerpo tiene una demanda constante de energía y utiliza las calorías de los alimentos para seguir funcionando.
“Los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas son los tipos de nutrientes que tienen calorías y que constituyen las principales fuentes de energía del cuerpo. Independientemente de dónde provengan, las calorías que consumes se convierten en energía física o se almacenan dentro del cuerpo como grasa”, expone la fuente consultada.
En tal virtud, las calorías almacenadas permanecen en el cuerpo de forma de grasa, lo que está estrechamente asociado con el desarrollo del sobrepeso y la obesidad.
La nutricionista Mireia Fernández sostiene que una comida rápida puede contener el total de las calorías diarias que el cuerpo humano necesita para funcionar. “El problema no es solo el excesivo aporte de calorías como tal, sino también la proveniencia de éstas. Son comidas ricas en colesterol, azúcares y grasas saturadas, causantes de muchas patologías”, agrega.
De acuerdo con información de la enciclopedia médica MedlinePlus, una hamburguesa con queso contiene 300 calorías; si se le agrega tocino, el conteo calórico aumenta a 340. Por su parte, la hamburguesa tipo whopper tiene hasta 670 calorías. Los tacos y quesadillas oscilan entre 200 y 520 calorías, mientras que los burritos tienen hasta 1050.
Por supuesto, los valores mencionados previamente pueden variar en función de la preparación y los ingredientes que se incorporen.
¿Cómo comer más saludable?
Si bien la comida ‘rápida’ tiene ciertos elementos que podrían resultar preocupantes para algunas personas, esto no significa que su consumo deba ser abolido completamente. El secreto está en el equilibrio, es decir, no basar la alimentación en este tipo de comidas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una alimentación sana “ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer”.
Una dieta saludable, según la OMS, debe incluir frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Las carnes magras también son la opción más recomendada.
En cuanto a los alimentos que se debería evitar, la autoridad sanitaria destaca aquellos con ultraprocesados, con grasas saturadas y azúcares añadidos.