En el mundo existen muchos temores a la hora de hablar de menstruación. Usualmente, las niñas y adolescentes solo reciben información hasta el momento en el que llega su menarquia (la primera menstruación), lo que afecta la comprensión del cuerpo de la mujer, sus cambios hormonales, físicos, psicológicos e inclusive, sociales.
Un proceso natural del cuerpo femenino en el que es preciso suministrar información y, ante todo, transformar la percepción alrededor de este. Según el Banco Mundial en su artículo El alto costo de ser mujer en el mundo en desarrollo, se estima que en el mundo, dos de cada cinco niñas en edad de menstruar pierden un promedio de cinco días escolares al mes por no tener las instalaciones necesarias en las escuelas. Esto quiere decir que no cuentan con baños adecuados o productos para la salud menstrual, por lo que hay un abandono escolar durante este proceso natural.
Colombia no es un país con cifras positivas cuando se habla de higiene y salud menstrual. De acuerdo al estudio Higiene menstrual en las niñas de las escuelas del área rural en el pacífico colombiano: Chocó–Bagadó, Cauca-Santander de Quilichao, Nariño-Ipiales de la Unicef, en las áreas rurales de Colombia, el 34,8 % de las encuestadas explicaron no saber nada sobre la menstruación antes de la menarquia, su primera regla, mientras que el 45 % no sabe o no responde de dónde proviene el sangrado menstrual.
De acuerdo con la encuesta Pulso País de abril de 2022, desarrollada por el DANE, en promedio, el 7,4 % de las mujeres del país tuvo que suspender o interrumpir sus actividades usuales laborales, de estudio o tareas del hogar a causa de su periodo menstrual.
Por su parte, Bogotá, la capital del país, registró 10,8 %, y Armenia marcó 21,6 %, fue la ciudad capital más afectada por este aspecto en el país. A esta le siguieron Villavicencio con 12,8 %, Ibagué con 17,7 %, Pasto con 13,9 % y Tunja con 13,4 %. Igualmente, para abril de 2022, el 13,5 % de las mujeres del país ha tenido dificultades económicas para adquirir elementos para atender su período, como toallas higiénicas o tampones.
Distintas ONGs e instituciones gubernamentales trabajan en opciones que puedan acercar a niñas y jóvenes a una salud e higiene menstrual de calidad. Por ejemplo, en Colombia, se formuló un proyecto de ley para la salud menstrual, liderado por la senadora Angélica Lozano, para garantizar el manejo de la higiene menstrual en condiciones dignas a niñas y adolescentes en contextos de vulnerabilidad y pobreza, asegurando toallas higiénicas, tampones, copas menstruales, ropa interior absorbente, disco menstrual, entre otros.
También hay campañas de Responsabilidad Social Empresarial en torno a cuidar la salud femenina, fortalecer el acceso de niñas y adolescentes a productos menstruales y realizar actividades educativas, a través del empoderamiento y cuidado femenino.
Always, que dona toallas higiénicas en Latinoamérica, realizó un estudio en Brasil, en el que se encontró que la “falta de recursos para la gestión menstrual perjudicó la confianza del 51 % de las encuestadas. Además, provocó que 37 % de ellas se sienta avergonzada”, según registra el portal Acis.
Asimismo, en Argentina, por ejemplo, se han propuesto 12 “proyectos de ley de alcance nacional y local (muchos de ellos bajo la campaña #Menstruacción) que contemplan tanto la provisión gratuita de estos bienes en establecimientos públicos (tales como escuelas, hospitales, cárceles, universidades o refugios, entre otros) como la eliminación del impuesto al valor agregado (conocido como IVA) de los mismos”, conforme registra el Banco Mundial.
La ONU, por su parte, estima que 1 de cada 10 niñas “faltan a la escuela durante la menstruación. Los mitos existentes pueden provocar que muchas de ellas lleguen a sentir vergüenza y tengan conflictos en su desarrollo, empoderamiento y ejercicio de derechos, como el acceso a la educación”, agrega el medio.
Todo ello llama la atención de las diferentes entidades e instituciones para que fijen sus ojos en una problemática que es de salud pública y que seguirá existiendo, ya que las menores y adultas continuarán con su período menstrual de manera natural, por lo cual se necesitan leyes que protejan y eduquen a las niñas y faciliten el acceso a implementos de aseo personal básico.