El colon, parte final del intestino grueso, es un órgano largo en forma de tubo que se encuentra en el abdomen y el cual transporta los desechos para eliminarlos del cuerpo, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
Sin embargo, existen muchos trastornos que pueden afectar su capacidad para funcionar adecuadamente como, por ejemplo:
- Pólipos del colon: aunque la mayoría de los pólipos son inofensivos, si no son tratados adecuadamente, pueden convertirse en cáncer. Estos se forman debido al “crecimiento de tejido en el colon”.
- Síndrome del intestino irritable: puede causar cólicos abdominales, distensión y cambios en los hábitos intestinales. Algunas personas con este trastorno tienen estreñimiento, otras tienen diarrea.
- Colitis ulcerativa: son úlceras en el colon y en el recto.
- Cáncer colorrectal: la Organización Panamericana de la Salud (OPS) asegura que este tipo de cáncer es el cuarto más común en las Américas, por lo que cada año se producen en la región más de 240.000 nuevos casos y aproximadamente 112.000 muertes debidas a esta enfermedad.
- Diverticulitis: se trata de una inflamación o infección de pequeñas bolsas, llamadas divertículos, en el colon.
Por tal razón, una dieta saludable puede prevenir los trastornos mencionados y, por ello, el portal portugués de salud, nutrición y bienestar, Tua Saúde, reveló que “es importante evitar alimentos que sean estimulantes como café, chocolate, bebidas energéticas, té negro y té verde; la ingesta de bebidas alcohólicas y de alimentos que contengan edulcorantes artificiales; de condimentos como la pimienta, picante, cubitos de caldo y salsas; y de alimentos con elevado contenido de grasas y de azúcares, como frituras, embutidos, cortes de carne roja con mucha grasa, quesos amarillos, queso crema, comidas congeladas tipo nuggets, pizzas o lasañas, comidas rápidas, galletas rellenas, pasteles elaborados, entre otros”.
De otro lado, hay algunos hábitos que ayudan al colon como, por ejemplo:
- Beber mucho líquido. No obstante, el consumo diario de este líquido es diferente para los hombres y para las mujeres, ya que existen diferencias entre la ingesta, pero por lo general la mayoría de los hombres necesita aproximadamente 13 tazas de líquido al día y la mayoría de las mujeres necesita cerca de nueve.
- Mantenerse lo más activo posible y hacer ejercicio periódicamente. Las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad, y un promedio de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.
- Cuando se sienta el impulso de defecar, no pasarlo por alto y hacerlo en el momento. Además, es importante procurar establecer horarios regulares para evacuar el intestino, especialmente después de una comida.
- Incorporar abundantes cantidades de alimentos ricos en fibra en la dieta, incluidos los frijoles, vegetales, frutas, cereales integrales y salvado. En general, intentar consumir 14 gramos de fibra por cada 1.000 calorías.
- Consumir menos alimentos con bajo contenido de fibra, como los alimentos procesados y los productos lácteos y la carne.
- Comer alimentos probióticos: los alimentos recomendados son: el yogurt, el chucrut, el tempeh, el kimchi, el kéfir, las aceitunas y encurtidos, entre otros. Sin embargo, también hay medicamentos con probióticos.
- Comer despacio y procurar masticar bien los alimentos.
De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y, por ello, lo primero que se debe hacer es consultar a un experto de la salud, para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.