En 2020 se diagnosticó de cáncer a 2,7 millones de personas en la Unión Europea y 1,3 millones de personas perdieron la vida a causa de esta enfermedad, entre ellas más de 2 000 jóvenes. A menos que actuemos ya con decisión, los casos de cáncer aumentarán un 24 % de aquí a 2035, convirtiendo esta enfermedad en la principal causa de muerte en Europa.

En otros continentes no están mejor. En 2020, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones en todo el mundo, es decir, casi una de cada seis de las que se registran.

Entre los factores que pueden retrasar su diagnóstico, y por consiguiente complicar la evolución, están los problemas de salud mental. Abordarla adecuadamente podría ayudar a la prevención del cáncer. No olvidemos que hay más de 84 millones de personas con problemas de salud mental en Europa, y que según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el 34 % de las enfermedades en América Latina están relacionadas con la salud mental.

Los problemas de salud mental crónicos hacen que el cáncer se diagnostique menos

La prevención primaria a través de la educación para la salud, unida a la prevención secundaria mediante las pruebas de cribado, pueden ayudar a salvar vidas. Sin embargo, persisten las desigualdades de acceso por inequidades en salud.

La mayoría de estudios describen que los determinantes sociales generan una desigualdad en salud, de tal manera que la desventaja social reduce la esperanza de vida en los grupos más vulnerables.

Cuanto peor es la salud mental, mayor es el consumo de tabaco

Los estudios epidemiológicos indican que buena parte de las personas que sufren una enfermedad mental padecen también trastorno por uso de tabaco. No en vano, las personas con enfermedades mentales fuman a una tasa de dos a cuatro veces mayor que la de la población en general.

Las enfermedades relacionadas con el tabaco representaron aproximadamente el 53 % de las muertes de personas con esquizofrenia, el 48 % de las muertes de personas con trastorno bipolar y el 50 % de las muertes de personas con depresión. Hace tiempo que sabemos que el tabaquismo está directamente relacionado con la aparición de múltiples enfermedades, entre ellas veinte tipos de cáncer diferentes, según describía International Agency por Research on Cancer (IARC) en su informe “World Cancer Report 2020″. Además, el consumo de cigarrillos es la principal causa de buena parte de muertes por cáncer de pulmón. Por lo tanto, no parece aventurado concluir que las enfermedades mentales aumentan el cáncer.

Doctora con bata blanca sosteniendo la mano de un paciente mayor | Foto: Getty Images

Los hábitos de vida saludables y la detección precoz de la mayor parte de las enfermedades físicas son los grandes olvidados en estos pacientes. Como consecuencia, la evolución de enfermedades como el cáncer es bastante peor que en el resto de la población.

A pesar de ello, no se han adoptado medidas asistenciales significativas para mejorar la situación de estos grupos de riesgo. Por estos motivos, la OMS propone articular y desarrollar intervenciones y programas desde la atención primaria para aportar estructuras asistenciales que, desde una vertiente multidisciplinar, den respuesta de manera integral a las necesidades de fomento, prevención y tratamiento de los problemas de salud mental y de otros problemas de salud.

Por su parte, la Comisión Europea, mediante la Misión Cáncer que se lleva a cabo a través de diferentes programas (algunos anteriores dentro de Horizonte 2020 y otros actuales dentro de Horizonte Europa), pretende garantizar que todas las personas tengan el mismo derecho a una atención integral, un servicio de prevención, un diagnóstico y un tratamiento de elevada calidad. Con todo lo anterior se podría llegar a una misma esperanza de supervivencia frente al cáncer para todos los pacientes, con independencia de la situación social en la que vivan.

Modelo de navegación de pacientes

Una de las iniciativas más prometedoras para vencer a este problema es el desarrollo del modelo de navegación de pacientes. Se trata de crear una nueva figura de coordinación sociosanitaria, el navegador de pacientes, que informa y facilita el tránsito por los servicios sanitarios a las personas que está siendo atendidas por salud mental para prevenir y detectar precozmente el cáncer. Este apoyo ayuda tanto a la hora de conocer cómo prevenirlo mediante buenos hábitos de vida como a reconocer sus síntomas y a realizar las pruebas de cribado (cáncer de mama, colon y cérvix) promovidas desde los servicios socio-sanitarios.

En concreto en Europa esto se materializa a través del proyecto CO-CAPTAIN, que se desarrollará en Atenas, Viena, Madrid y Polonia a través de un equipo de 14 socios de 5 países europeos durante los próximos 3 años. El proyecto combinará la educación sanitaria y el apoyo social para que las personas con problemas de salud mental no queden excluidas durante el proceso de prevención del cáncer.

Foto de referencia de una persona sentada ocultando su rostro | Foto: Getty Images

Pensemos por ejemplo en un paciente con un trastorno ansioso depresivo. Su problema de salud mental es prioritario, y suele centrar la mayoría de las contactos tanto con el centro de atención primaria como el centro de salud mental. De hecho, sus conversaciones con los médicos y enfermeras se focalizan en cómo reducir su ansiedad y combatir la depresión, ignorando (o incluso aceptando) malos hábitos como el tabaco o una dieta no saludable.

En este caso, el navegador de pacientes se ocuparía de poner en conexión a los sistemas públicos, sociales y sanitarios, incluyendo a los servicios de atención primaria, salud mental y adicciones. Y se aseguraría de recordar la importancia del ejercicio físico habitual, la dieta sana y equilibrada, así como de evitar el consumo de alcohol, tabaco u otros tóxicos, para prevenir el cáncer. También facilitará el acceso a los recursos y servicios para la detección precoz de esta enfermedad.

El objetivo final no es otro que alcanzar la equidad en salud, es decir, que las personas puedan desarrollar su máximo potencial de bienestar físico, psíquico y social, independientemente de su estado de salud u otras circunstancias determinadas por factores sociales.

Por:

Rosa Gómez Trenado

Trabajadora Social. Investigadora en Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria en Atención Primaria (FIIBAP-SERMAS).Profesora Colaboradora del Master en Trabajo Social Sanitario UOC y profesora de Grado en Trabajo Social., UOC - Universitat Oberta de Catalunya

Jaime Barrio Cortes

Médico de familia investigador en Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria en Atención Primaria (FIIBAP). Director del Máster en Salud Escolar y docente en Facultad de Salud, Universidad Camilo José Cela

Artículo publicado originalmente en The Conversation