A comienzos de febrero, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), organismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), calculó más de 35 millones de nuevos casos de cáncer para el año 2050, lo que supone un aumento del 77 por ciento respecto a los 20 millones de casos estimados en 2022.
No menos preocupante es el panorama en materia de enfermedades de salud mental. La directora de Salud Mental y Consumo de Sustancias de la OMS, Dévora Kestel, señaló hace unas semanas que debido a la pandemia de covid-19 aumentó un “25 por ciento la gente con depresión y ansiedad” en el mundo y alertó sobre el impacto del “cambio climático en la salud mental” de los jóvenes “preocupados por un futuro incierto”.
Y un estudio divulgado en España termina de encender las alarmas. Una investigación del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) evidenció que las personas con problemas psicológicos tienen un mayor riesgo de mortalidad general, por enfermedades cardiovasculares y por tumores.
Además, muestra que esta asociación fue mayor entre los participantes a los que no se les había diagnosticado previamente un trastorno mental y aquellos que no tomaban medicamentos para problemas mentales.
El estudio, que fue publicado en la revista Journal of Psyquiatric Research, evalúa la asociación entre el diagnóstico psicológico y la mortalidad en la población adulta española. En total, se han analizado datos de 21.003 personas, a las que se les ha llevado a cabo un seguimiento riguroso por un lapso de 9 años.
La conclusión del estudio es que los individuos con distrés psicológico presentan mayor riesgo de mortalidad. Concretamente, el riesgo de mortalidad global entre las personas con trastornos psicológicos que ya contaban con un diagnóstico previo de trastorno mental fue de 1,18, frente a 1,34 en las personas sin dicho diagnóstico.
En tanto, las personas participantes con distrés psicológico que tomaban fármacos para el tratamiento de trastornos mentales tenían un riesgo de mortalidad menor que los que no estaban en tratamiento.
El estudio está enmarcado en el grupo de trabajo Mortality to Spanish Health Surveys (MESES), liderado por el investigador del ISCIII Iñaki Galán, del que forman parte las investigadoras Teresa López-Cuadrado -primera firmante del trabajo-, Cristina Ortiz y Ana Ayuso-Álvarez.
Teresa López-Cuadrado e Iñaki Galán señalan que las conclusiones de este trabajo pueden tener importantes implicaciones en salud pública, ya que “a pesar de la alta prevalencia de los problemas de salud mental, muchas personas no buscan ayuda profesional con prontitud, y, por tanto, pueden recibir el tratamiento demasiado tarde, o incluso no llegar a recibirlo”.
Para llevar a cabo esta investigación se han utilizado datos de la Encuesta Nacional de Salud, que coordina el Ministerio de Sanidad de España, junto con información de los registros de defunción hasta diciembre de 2020.
En ese sentido, la variable principal de análisis es el denominado GHQ-12, un instrumento auto-administrado de cribado que tiene por objetivo detectar la prevalencia de los casos probables de morbilidad psiquiátrica o de padecimiento psicológico en la población.
* Con información de Europa Press