Las dificultades emocionales tras la extensa pandemia del covid-19 aún son significativas, especialmente en los niños y los adolescentes. No es para menos: se alteraron las rutinas, los horarios de sueño, la alimentación y la modalidad en la que trabajaban los papás. Un coctel que ha desencadenado el incremento hasta de un 25 por ciento de los trastornos de ansiedad y depresión, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Con estos trastornos, también aumentaron los casos de suicidio o intento de suicidio, tal como lo explica Catalina Ayala, médica psiquiatra de EPS Sanitas. “Esta es una idea desesperada cuando la persona siente que no tiene más recursos para lidiar con el malestar emocional. Sin embargo, en la mayoría de los casos se puede prevenir, identificando los signos de alarma”.

Niño deprimido sentado en la acera desgastada. Ruido fino aplicado. | Foto: Getty Images

Por esta razón, la doctora Ayala comparte algunos signos de alerta y las estrategias de prevención y atención para estos casos, especialmente cuando se trata de niños y adolescentes.

Algunos signos de alerta

Los padres de familia y cuidadores deben estar atentos a identificar situaciones de:

  • Depresión.
  • Acoso escolar.
  • Cambios psicosociales fuertes como: estresores en casa, separaciones de los padres, problemas económicos o separación de la pareja del adolescente.
  • También conocer si han tenido dificultades al expresar su orientación o identidad de género.
  • Otro signo de alerta es si el niño o adolescente se muestra irritable permanentemente, se aísla y no quiere hacer lo que normalmente realizada diariamente alguien de su edad, como compartir con sus amigos, ver películas o jugar videojuegos.

¿Cómo evitar esta situación?

La doctora Catalina Ayala, recomienda poner en práctica la mnemotecnia CUIDA, que consiste en:

  • Cuidar el cuerpo a través de visitas preventivas y tempranas al médico para preservar la salud física y mental.
  • No usar drogas, ni sustancias psicoactivas que alteren el cerebro, así como tampoco alcohol o bebidas estimulantes.
  • Intentar hacer ejercicio y estar más activos físicamente.
  • Dormir de forma adecuada, ojalá 12 horas cada noche de forma continua.
  • Alimentarse sanamente, balanceado, sin comer poco y tampoco en exceso.
Los niños pueden verse afectados por cambios psicosociales fuertes como: estresores en casa, separaciones de los padres, problemas económicos o separación de la pareja del adolescente.

¿Cómo puede ayudar?

Cuando una persona se siente triste y desmotivada, lo primero que debe hacer, así suene obvio, es contarle a un familiar, poder buscar ayuda y hablar del tema.

En caso de que esto no funcione y se manifiestan los signos de alarma, pero no haya ideas de muerte o de suicidio, puede acudir a la entidad de salud a la que se encuentra afiliado para solicitar una cita prioritaria.

Si se presenta una situación crítica, en la que el niño o adolescente tiene ideas de muerte o suicidio, lo aconsejable es consultar por urgencias a su entidad de salud para que el personal médico encargado pueda direccionar esa urgencia, según la necesidad y el riesgo del paciente.

“Es importante favorecer espacios en familia y de bienestar, pues la salud mental se equilibra con bienestar y eso previene situaciones difíciles o que generen malestar”, asegura Ayala.

Recuerde que si sospecha que un ser querido ha pensado en quitarse la vida, o identifica estos signos de alarma, consulte a un experto. No quedarse callado puede salvar vidas.

El 80 por ciento de los psiquiatras en Colombia se encuentra en las ciudades, pero hoy en día solo hay un profesional por cada 38.000 habitantes. | Foto: Getty Images

Pocos especialistas en Colombia

El 80 por ciento de los psiquiatras en Colombia se encuentra en las ciudades, pero hoy en día solo hay un profesional por cada 38.000 habitantes. Una realidad preocupante, pues las enfermedades mentales siguen siendo una epidemia silenciosa y trastornos como la ansiedad y la depresión son dos de las principales causas de discapacidad en el continente, según la Organización Panamericana de la Salud.

Esto ha generado que los especialistas enfrenten una demanda de consultas muy alta y se vean obligados a atender más pacientes en menos tiempo, lo cual afecta la calidad y continuidad de los tratamientos; además de dificultar su seguimiento.

Laura Ospina, psiquiatra y profesora asistente del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, explica que una de las causas es el número limitado de plazas de formación y de residencias. A esto se suma que en los pregrados de Medicina el entrenamiento en psiquiatría es muy básico.

No tener acceso oportuno a un especialista en salud mental se puede traducir en hospitalizaciones prolongadas, rehospitalizaciones y, en algunos casos, suicidios. Según Ospina, en promedio el tiempo de espera para una consulta psiquiátrica es de un mes en los adultos y entre 6 y 8 semanas para niños y adolescentes.

Para la psiquiatra Patricia Rodríguez otro de los efectos de la escasez de profesionales en salud mental es su distribución en el territorio. Según la Asociación Colombiana de Psiquiatría (ACP), la mayoría de especialistas (80 por ciento) se concentra en las ciudades capitales, dificultando o limitando el acceso a las consultas en los lugares más apartados. Esto afecta especialmente a las poblaciones vulnerables, los adultos mayores, niños y adolescentes, entre otros.

Laura Villamil, miembro de la ACP, advierte que no iniciar un proceso terapéutico y farmacológico adecuado por la imposibilidad de acceder a un psiquiatra puede terminar en desenláceses fatales como intentos de suicidio o suicidios consumados. Además una persona con síntomas psicóticos que no consulta a tiempo está condenada al deterioro cognitivo.