Con frecuencia se escucha a algunas personas decir que se sienten cansadas cuando se levantan, como si no hubieran dormido lo suficiente. Lo más complejo es que esa sensación es posible que las acompañe durante buena parte del día.
Esto puede estar relacionado con la inercia del sueño, un proceso circadiano que modula la memoria y que se caracteriza por una sensación de lentitud cognitiva que persiste en el desarrollo de las diferentes actividades cotidianas.
La Universidad de Harvard la describe como “el deterioro del rendimiento cognitivo que se produce inmediatamente después de despertarse, y el cual decae durante decenas de minutos”. Es decir, que se trata de un fenómeno que dificulta el inicio de las actividades cotidianas durante un periodo de 15 minutos, aunque en algunas personas puede tardar más.
La Academia Estadounidense de Medicina del Sueño incluye la inercia del sueño como un tipo de parasomnia (trastornos de sueño) que puede afectar tanto a adolescentes como adultos. Esta es una situación que provoca lentitud en los movimientos, pérdida de reflejos o descoordinación, dificultad para concentrarse o memorizar y alteración del habla o del humor, entre otros.
Si bien estos síntomas es posible que pasen en poco tiempo, lo complejo puede darse cuando se debe realizar una tarea de precisión tan pronto la persona se levanta. Aquí, por ejemplo, se incluyen actividades como conducir un vehículo, prestar servicios médicos o de vigilancia, entre otros. También es posible que este proceso incida en la vida escolar, dificultando la atención en las primeras clases del día.
La inercia del sueño está muy relacionada con la interrupción de un ciclo de sueño, como cuando suena la alarma y la persona la apaga y pospone por unos minutos adicionales, por ejemplo. Cuando se interrumpe el sueño después de 10 o 15 minutos, el proceso se detiene y al volver a dormirse, el ciclo se reinicia desde cero, por lo que la persona siente que no descansó bien.
Este hábito de posponer la alarma y repetir el proceso varias veces cada mañana puede resultar en un agotamiento considerable, ya que cada interrupción puede requerir hasta cuatro horas para que el individuo se despierte realmente y recupere su enfoque.
Como ya se mencionó, esta afección puede presentarse en jóvenes y adultos, lo que deja claro que no se relaciona con la edad, y podría tratarse de una cuestión vinculada a la vida moderna, que con frecuencia afecta los ritmos circadianos del sueño, que son aquellos cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, en relación directa con la luz y la oscuridad.
Hay análisis que indican que el hecho de haber roto el ciclo natural de despertarse con la salida de la luz del sol y dormir con la compañía de luces artificiales, como la de la televisión, ha afectado los ciclos normales del sueño, afirma el portal Mejor con Salud.
Consejos para que cueste menos despertarse en la mañana
Según el portal Tu Canal de Salud, existen una serie de pautas generales a seguir con el fin de que sea menos difícil despertarse en las mañanas.
- Dormir lo suficiente.
- Mantener unos horarios de sueño y vigilia regulares.
- No ingerir alcohol, café ni bebidas estimulantes por la noche.
- No autoadministrarse productos sedantes ni estimulantes.
- Procura tener unas condiciones confortables, en cuanto a temperatura, humedad, colchón y almohada, en el dormitorio.