Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 2.200 millones de personas sufren de algún problema con su visión. De hecho, ese ente multilateral calcula que para el año 2050 la miopía afectará a cerca de la mitad de la población del planeta. El problema de salud pública es de tal magnitud que lo han llegado a denominar como una “epidemia silenciosa”.
Tanto en los países desarrollados como en los de bajos ingresos, las personas con miopía están incrementando a raíz de la gran cantidad de tiempo que pasan usando su visión en distancias cortas.
Para luchar contra esa patología, los fabricantes de lentes están promoviendo el uso de unos cristales correctores que ayudan a frenar la progresión de la afección. Estos lentes oftálmicos especiales utilizan una tecnología de desenfoque periférico (DIMS, por su sigla en inglés), o la tecnología HALT (Highly Aspherical Lenslet Target).
En ambos casos, el lente no solamente ayuda a corregir la miopía, sino que mediante modificaciones en el cristal, ayuda al globo ocular a luchar contra la progresión del problema. Al menos así lo ha mostrado la evidencia científica más reciente.
De hecho, a principios de abril la revista Scientific Reports publicó un estudio para identificar la efectividad de los lentes “Miyosmart”, que son fabricados por la marca japonesa Hoya.
Los investigadores encontraron que los cristales están funcionando de forma adecuada después de analizar a los individuos que los usaron durante seis años. No obstante, los lentes también son fabricados por otras marcas como la alemana Zeiss y la francesa EssilorLuxottica, que emplea la técnica HALT.
La miopía, un problema creciente
Las personas que padecen miopía tienen una modificación del volumen del globo ocular. Esta condición a la larga provoca que los rayos de sol se desvíen de forma incorrecta. En lugar de enfocarse en los tejidos nerviosos de la parte posterior del ojo (retina) lo hacen delante, lo que produce que los objetos a larga distancia aparezcan borrosos.
Las personas con miopía también pueden presentar dolores de cabeza y, según evidencia científica reciente, pueden ser más vulnerables a sufrir algunos trastornos del sueño.
No obstante, en promedio, las cifras muestran que esta nueva generación de lentes ayudaría a frenar la progresión de la miopía entre un 60% y un 67% respecto a los cristales de gafas tradicionales.
Por ejemplo, un niño que esté sufriendo de miopía puede llegar a perder una dioptría (que mide la capacidad de desviar la luz) cada tres años.
La pérdida de dioptrías en los niños no solo provoca problemas de visión que no solo hay que corregir regularmente, sino que a largo plazo puede conllevar riesgos más graves, como desprendimiento de retina, o glaucoma, o incluso cataratas precoces.
Algunos expertos explican que la progresión reciente de la miopía pudo estar relacionada con las medidas de confinamiento que se dictaron a raíz de la pandemia de covid-19. Estas cuarentenas provocaron que los niños y adolescentes permanecieran demasiado tiempo en sus casas o expuestos a pantallas de distintos dispositivos.
“Hemos intentado muchas cosas para evitar la miopía, pero es la primera vez que tenemos un sistema que funciona realmente, estoy bastante sorprendida”, explicó Claude Speeg-Schatz, presidenta de la Sociedad de Oftalmología francesa.
Su prescripción inicial es que los niños utilicen cristales correctores normales. Pero “si la miopía aumenta, receto estos (nuevos) lentes automáticamente”, indicó. “Si la miopía ya es fuerte inicialmente, los recomiendo de entrada”, agregó.
En Francia, el costo de esta nueva generación de lentes es de unos 180 euros (casi 870.000 pesos colombianos), lo que equivale casi a duplicar el valor de los cristales que se venden normalmente. “Tiene un efecto realmente positivo para los niños”, aseguró por su parte Jimmy Chammas, un oftalmólogo en Estrasburgo, en el este de Francia.
“Constatamos que la miopía de los niños que usan estas gafas se agrava menos de que lo pensábamos, o prácticamente nada”, concluyó el especialista.
*Con información de AFP.