Cuando comencé el proceso de pérdida de peso, les confieso que creí que con ser juiciosa con la alimentación iba a salvarme de hacer ejercicio, pero ¡no! Un día escuchando una conferencia uno de los expertos de la campaña La Verdad de su Peso, hablaba sobre la importancia de incorporar actividad física en todo manejo para la obesidad para que sea efectivo. Sin embargo, como ya les he contado yo odio hacer ejercicio, así que traté de evadir el tema lo que más pude hasta que llegó el día en el que mi endocrinólogo me dijo: Lucía tienes que hacer ejercicio, si no te va a costar mucho lograr tu peso saludable… ¡auch!
Una mañana tomé la decisión de levantarme a las 5:30 a. m. a correr una hora, así duré juiciosa una semana y media, hasta que me empezó a dar pereza, entre otras cosas porque no sentía que me estuviera ayudando tanto, en cambio sí me dolía todo el cuerpo, las rodillas, la espalda, y además me asfixiaba mucho. Conforme pasaban los días fui dejando la poca rutina que había logrado incorporar a mi vida, hasta que la abandoné completamente. Cuando le conté a mi médico, me recomendó que consultara a un deportólogo. Yo no tenía ni idea de que existiera un médico especialista en deporte, pero me sonó la idea porque seguro debía haber atendido a más de una persona como yo ¡poco amante al deporte! Y por qué no decirlo un poquito perezosa.
Mi cita con el deportólogo me dejó ¡plop! Lo primero que me dijo fue que era importante incorporar el ejercicio en mi proceso, pero gradualmente. “Lucía, no se trata de correr media maratón todos los días para sentir que estamos ejercitándonos. Es hacerlo bien y con conciencia con el objetivo de mejorar la salud. Aquellos pacientes, por ejemplo, que tienen un grado alto de obesidad deben comenzar con dosis muy bajas y cuidadosas”. Por supuesto, ahí entendí que me había sobreactuado cuando inicié mi rutina de ejercicio y por eso, terminé con dolor por todo lado. Ahora viene lo más interesante.
Lo segundo que me dijo fue que debía acondicionar mi cuerpo y esto se logra disminuyendo el tiempo que duro sentada o recostada y aumentando mi actividad física: subir y bajar escaleras, caminar al bus, etc. Esta etapa tiene duración de un mes. Seguro muchos estarán pensado, que exagero, yo también lo pensé así que le dije ¿todo un mes en apenas esto? ¡Doctor, así nunca voy a bajar rápido de peso! Pero, es real iniciar con movimientos cotidianos puede ser el principio de una gran rutina.
De acuerdo con el deportólogo es muy importante comenzar a entender que el cuerpo está diseñado para estar en constante movimiento; por esto, debemos estar activos la mayor parte del tiempo posible. Y ¿Saben qué? Una vez lo incorporen en su vida, van a sentir los cambios.
Al comenzar el segundo mes inicié la etapa de fortalecimiento muscular y de mejora del grado de flexibilidad. Para esto, comencé a practicar yoga, pero también se puede hacer pilates o gimnasia funcional. Aunque debo confesar que el yoga no me llamaba tanto la atención estuve juiciosa todo el mes.
Finalmente, mi deportólogo me dijo que ya estaba lista para que hiciera el deporte que yo quisiera comenzando con media hora y fuera aumentando. Entonces fue cuando escuché las palabras mágicas: “Lucía debes elegir una actividad con la que te conectes, con la que te sientas a gusto, esa es la clave para que logres hacer de la actividad física un hábito. Puedes comenzar a trotar, nadar, montar bicicleta o lo que quieras, pero si no te gusta lo que haces vas a abandonar”. Desde entonces les cuento que probé varios deportes, estuve en un gimnasio inscrita y exploré varios estilos de cardio y rutinas de pesas, hasta que encontré mi verdadera pasión deportiva la natación y desde entonces nado feliz una hora cada tercer día, siento la energía, no me aburro y ¡tampoco sudo! jajaja.
Mi mayor conclusión es que definitivamente todo es un proceso en el que poco a poco vamos trabajando por consolidar un hábito. Debemos tenernos paciencia y tratar de encontrar ese deporte que se convertirá en un gran amor jajaja. ¡Ah! Se me olvidaba contarles otro descubrimiento, la ropa que usen también influye para tener ánimo de seguir adelante, parece mentira pero cuando le ponemos un toque especial al vestuario que usamos para hacer ejercicio, esto influirá en nuestra actitud. Haga la prueba y verá que no es lo mismo hacer ejercicio con un pantalón viejo y roto con una camiseta ancha, que con una pinta linda de deporte. Lo invito a que me escriba, si no es verdad.