La captura de Henry Ramírez, un periodista de Honda (Tolima), en diciembre pasado, acusado de haber abusado sexualmente a una menor de 13 años con discapacidad cognitiva, prendió las alarmas en el municipio sobre la práctica del turismo sexual.
Ramírez habría engañado a la menor prometiéndole un casting para trabajar en su canal de televisión comunitario presuntamente a cambio de sexo. Además, según investigaciones, la habría explotado sexualmente con otros hombres a los que presuntamente cobraba 50.000 pesos. “La Fiscalía capturó al periodista por los delitos de acceso carnal abusivo con menor de 14 años porque tuvo una práctica sexual a cambio de la supuesta posibilidad de convertir a una niña de 13 años en estrella de la televisión local. Y también por los delitos de demanda de explotación sexual comercial. Era una persona que estaría ofreciendo a la niña a otros amigos suyos para que tuvieran prácticas sexuales ilícitas”, afirmó Mario Gómez, exfiscal delegado para la infancia. Héctor Julio Devia, veedor del municipio, alertó en la emisión de este jueves de ‘Al Ataque‘ que la localidad tolimense podría convertirse en un destino de turismo sexual. “Honda puede ser a futuro un centro de turismo sexual en Colombia. Aterra porque muchas de las autoridades locales no están pendientes de lo que está pasando en los hoteles de la ciudad. Aquí tenemos una policía de turismo con una sola persona para cubrir más de 25 hoteles urbanos y periféricos”, dijo.
“Las necesidades en los hogares las van a tener que cubrir de alguna manera y muchas menores de edad van a terminar siendo sometidas a estos procesos de prostitución que quizá los padres nos los van a conocer. Estos niños por la necesidad de ver la falta de alimento va a aparecer la persona que les va a prometer dinero por sexo y van a acceder”, agregó. El año pasado, dos jóvenes bogotanos, Laura Moreno y Carlos Bonilla, preocupados por la suerte de las niñas hicieron un documental titulado Ángeles azules para llamar la atención.
“En esta zona Caracolí, en Honda, nosotros hicimos el año pasado un estudio sobre la explotación sexual infantil y nos dimos cuenta que muchas niñas de barrios aledaños humildes se venían a esperar a los camioneros para vender su cuerpo. Esto se da por diferentes factores como la falta de alimentación en los colegios, la falta de trabajo que tenían los padres de familia”, afirmó Bonilla. Bonilla señaló que las madres de algunas menores consentían estos hechos. “Las madres sabían que los muleros querían una menor de edad y lo que hacían era acompañarlas como una especie de guardaespaldas, como por seguridad. Como, yo acompaño a mi hija para que se venda, pero la acompaño para que no le pase nada malo. Y también para que el mulero pagara la cantidad que tenía que pagar”, sostuvo.