Hasta ahora, Alejandra Borrero no ha hablado públicamente sobre el fallecimiento de su pareja Elizabeth Bateman, porque no cree que sea el momento. Es natural. El pasado 6 de marzo, un día después de que la médica cirujana perdiera la batalla contra la covid-19, la actriz, quien siempre se ha caracterizado por su sobriedad y sencillez, publicó un mensaje en su cuenta de Instagram:

“La tristeza se pasa, el dolor se desvanece, pero los ángeles y el amor permanecen”, dijo en sus redes sociales con una tarjeta en la que se dibujan un par de alas.

Esa fue su despedida pública de la persona que le había alegrado los días. Con prudencia, como siempre trata todo aquello que tiene que ver con su vida privada, Alejandra se refugió en su silencio, en el amor de los suyos.

Solo hace unos días, sin ahondar en detalles que no vienen al caso y que le traerían más dolor a su corazón, Alejandra mencionó su duelo en SEMANA. Durante su conversación en el pódcast Megatendencias, dirigido por la editora Claudia Lucía González Osorio, la actriz y activista habló sobre el impacto que ha causado la pandemia en el arte y, especialmente, en el teatro en Colombia, pero también sobre su experiencia personal.

“Increíblemente me he sentido muy acompañada en la soledad, y eso ha sido muy hermoso: sentir a la familia. En este momento estoy pasando por un duelo muy horrible a causa de la covid, y tener cerca a la familia, a la gente que lo quiere a uno, es importante. Así que de alguna manera me he sentido cerca”, dijo.

Ante la pregunta de cómo se ha sentido en medio de los cambios, a los que todas las personas se han visto expuestas por la pandemia y la cuarentena, la directora de Casa E expresó con naturalidad su sensación actual:

“Para mí esto ha sido tan brutal que seguramente nacerá otra Alejandra y saldrá de aquí otra, porque no me quedó otra alternativa. Empecé esta pandemia muy acompañada y en un momento dije: ¡Qué es esta delicia de encerrarme en mi casa! Sin embargo, agradezco cada instante, cada momento difícil. Han sido lecciones inolvidables que me van a hacer mejor ser humano”.

Esta abanderada del arte y la cultura en el país también ha tenido que reinventar su oficio durante este último año. Casa E, su proyecto insignia, ya completó un año con las puertas cerradas y, según ella, cuando pueda volver a abrirlas será un espacio diferente al conocido hasta ahora.

En el diálogo también habló de los talleres de Improvisación y de Clown que están ofreciendo virtualmente en su Laboratorio Creativo, que surgió en medio de la crisis ocasionada por la pandemia.

Y precisamente la risa y la improvisación también abrieron el camino para hablar de lo que siente en medio de un duelo que se le presentó de dos maneras: el de la partida de su pareja, Elizabeth, y el del cierre indefinido de su teatro.

“Me doy cuenta de que todavía me río, y eso me da esperanzas conmigo misma. Me río de un buen chiste: mi mamá dijo un par de barbaridades que me hacen morir de la risa. Gracias a Dios todavía me río. Creo que la sonrisa es una de esas herramientas que nos dieron para no morirnos”.

Tal y como escribió Alejandra: “Los ángeles y el amor permanecen”.