En Bogotá hay casi 4 millones de personas que pertenecen a la clase media y la gran mayoría de ellas viven en estratos 3 y 4; otro porcentaje lo hace en el estrato 2.

Muchas de estas personas son emprendedores, comerciantes y tienen lo que se denominan negocios independientes. A estos sectores no les llega ayuda o les llega muy poca, no están en las bases de datos de población vulnerable y en general se cree que tienen cómo aguantar una cuarentena.

Esta población generalmente paga arriendo tanto por su vivienda como por el local comercial. Son dueños de remates, panaderías, bares o restaurantes. En sus negocios trabaja toda la familia. Obviamente, la cuarentena les dio un golpe económico inmenso. ‘El Poder‘ habló con decenas de estas familias, con líderes sociales y presidentes de Juntas de Acción Comunal de varias localidades. El balance es bastante desolador. La crisis económica es profunda. De la gran mayoría de las personas entrevistadas, según el balance que realizaron tres líderes sociales, prácticamente el 95 % de ellas (de estrato tres) manifestaron que debían entre dos y tres meses de arriendo y que nos les había llegado ningún tipo de ayuda por considerarse que no eran poblaciones vulnerables. También manifestaron que los conflictos con los arrendadores eran comunes. Muchos de los dueños de las casas y locales viven del arriendo, su único ingreso, y por ende la ausencia de pago la aguantan apenas un mes.

La solución para estas familias es endeudarse en los famosos pagadiarios, los cuales pululan por toda la ciudad. Los intereses son altos y, todas las noches, llegan dos personas en moto a cobrar el día, que va de entre 10.000 pesos y 50.000 pesos. Estas personas que administran los pagadiarios están en una delgada línea entre lo legal y lo ilegal. Y ante dos o tres días de retraso las intimidaciones comienzan. De fondo, todas estas familias tienen la idea de que estos negocios de contacto, como restaurantes y bares, son los últimos que abrirán y serán los más afectados.