Los candidatos presidenciales Gustavo Petro y Federico Gutiérrez son como el agua y el aceite y a medida que pasan los días las relaciones entre ambos parecen ponerse más tensas.

Sin embargo, en la noche de este lunes, en el debate organizado por SEMANA y el diario El Tiempo, el candidato presidencial de la izquierda reconoció que, en un eventual caso de que Federico Gutiérrez se convierta en presidente en los próximos años, él acudirá a su llamado político.

“Yo no tengo problema, a mí me gusta el diálogo, es que el diálogo es la civilización, la cultura”, expresó Petro, quien recordó que se quedó esperando un café con el presidente Iván Duque para acordar programas.

Durante el encuentro, ambos coincidieron en que más allá de las diferencias y los extremos políticos en los que están actualmente, estarían dispuestos a conversar.

Fico, por ejemplo, también aceptó un diálogo con Petro si el líder del Pacto Histórico se convierte en el sucesor de Iván Duque. “Yo siempre voy a buscar el diálogo y respetaré. Mi papá siempre me enseñó: Fico, duro con los argumentos, suave con las personas. Yo respeto a la gente. Acá hay respeto por los diferentes liderazgos”.

Sergio Fajardo, el candidato de la centroizquierda que, según los más recientes sondeos de opinión, entre ellos el Centro Nacional de Consultoría, tiene pocas opciones de pasar a la segunda vuelta, también dijo que él acudiría al llamado del nuevo presidente, en caso de que él no triunfe en las urnas.

“No tengo ningún problema, es que yo no cargo una maleta de rencores, ni de miedos ni de agresiones. Yo cargo una maleta muy distinta, por eso entré a participar en política, por la convicción de que en política valen los principios. Que la decencia no nos dé pena, que la agresión no tiene que ser el valor que destaca a una persona sobre otra, yo sé construir, he construido (…)”, manifestó el exgobernador de Antioquia.

Las afirmaciones civilizadas de los candidatos presidenciales a menos de ocho días de las elecciones son esperanzadoras, pero no es descabellado pensar que después de la primera o una eventual segunda vuelta, las cosas cambien y cada quien decida coger para su lado. De hecho, quien quede en segundo lugar ocupará una curul en el Senado bajo la figura de oposición en los próximos cuatro años.

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