Luego de la masacre de Samaniego, Nariño, en la que murieron ocho jóvenes, SEMANA en Vivo recoge el testimonio de uno de los sobrevivientes a esa cruel matanza.
Se trata de un joven de 19 años, identificado como Franco, para proteger su identidad, quien en entrevista con la periodista María Jimena Duzán reveló detalles de la noche en que fue atacado, cuando se encontraba con varios de sus amigos, por hombres encapuchados que estaban armados con fusiles y que, sin mediar palabra, asesinaron frente a sus ojos a sus compañeros.
“El evento comenzó con la fiesta de cumpleaños de uno de nuestros amigos. Eso pasó el día miércoles. Muchos de mis amigos siguieron departiendo en este lugar el jueves, el viernes y hasta el día sábado, que nos volvimos a reunir desde horas de la tarde. “Yo llegué al lugar a las 3:00 de la tarde. Había mucha gente y todo iba normal. Éramos amigos que no nos veíamos hace mucho tiempo, ya que no vivían aquí en Samaniego. Todos eran de universidad y vivían en ciudades como Manizales, Pereira, Cali, Pasto, pero muchos por la cuestión de la pandemia regresamos, pues aquí nos sentíamos seguros para la cuarentena. “Lamentablemente, la inseguridad aquí fue mucho peor que una pandemia y creo que nos afectó más. “Llegó la noche y estábamos bailando; estábamos casi 40 personas. Al llegar las 9:00 de la noche acabo de bailar, me siento y casi frente a mí, a dos metros, aparecen unos hombres. “El primero con pasamontañas y fusil en mano. Ese hombre vestía de negro, pantalón negro y no tenía ninguna identificación. Al momento en que llegan estos hombres, aproximadamente eran cuatro o cinco, llegaron de la nada y todo mundo salió corriendo. Mucha gente quedó petrificada y lo que hicieron fue tirarse en el lugar donde estaban; otra gente salió corriendo hacia las montañas, hacia el río. “No pasó como he escuchado en otras versiones, no reunieron a la gente ni llegaron preguntando por nadie. Esta gente solamente llegó gritando, insultando a todo el mundo y todos mis amigos que estaban en el patio se tiraron, petrificados por el miedo que les causó todo esto. “Al momento en que la gente se da cuenta que estos sujetos llegan, su reacción fue correr hacia adentro de la casa, tumban la puerta de madera y se meten en diferentes lugares de los cuartos, debajo de camas y en diferentes lugares, donde me encontraba yo también. “Yo corrí hacia el cuarto con todos los que estaban ahí. Esta gente se tomó cinco segundos para mirar quién andaba por ahí y empiezan a disparar. Yo miro que todo mundo corre, todos se van hacia donde pueden. “Cuando entramos al cuarto nos quedamos quietos, empezó la balacera y escuchábamos las balas detrás de nosotros. “Incluso uno de los muchachos murió entrando a la casa; él iba a entrar con nosotros y le dieron por la espalda, ahí cayó. Pude haber sido yo, no fueron a buscar a alguien en específico. “Eso fue en cuestión de minutos. Todo el suceso ocurre en aproximadamente 10 minutos, con la balacera y todo. Los sujetos dispararon a los tres primeros que cayeron, el primero fue Rubén Ibarra, ni siquiera le miraron la cara para dispararle, le dieron por atrás sentado en la silla. “Cuando matan a estos muchachos siguen mirando y buscando a otras personas, pero nunca escuchamos sus nombres. “Lo que hacían era, con los que estaban en el suelo, los insultaban y pateaban; decían que se dejaran ver la cara y les apuntaban con los fusiles. Eso tiene muy afectados a varios de mis amigos; una cosa es contarlo, otra es vivirlo. Tener un arma frente a ti te cambia la vida por completo”. La respuesta del gobierno Duque Al respecto del crimen y la respuesta del Estado, el alcalde de Samaniego, Óscar Pantoja, se refirió a la visita del presidente Iván Duque este fin de semana y las peticiones de la población al Gobierno nacional. El mandatario local comentó que inicialmente se reunió con Duque el pasado miércoles en Bogotá para hablar del contexto de Samaniego y los 30 años que ha sufrido el conflicto armado, además de la actual presencia de grupos al margen de la ley, narcotráfico y reclutamiento, entre otros problemas.
“El principal objetivo de que el presidente fuera a Samaniego era que conociera las problemáticas, que analice la situación (…) En total llevamos 34 homicidios este año, el año pasado ocurrió la muerte de la señora personera, el contexto de Samaniego es difícil”, dijo Pantoja. Además, pidió al Gobierno ayuda “para solucionar el conflicto y que las autoridades tengan una respuesta pronta”. Pero la visita del jefe de Estado, según Laura Gil, editora de "La Línea del Medio", reveló “más que una falencia de respuesta estatal, a Duque como ser humano”. “Creo que en una democracia uno puede deliberar sobre las tragedias que nos suceden y los mejores instrumentos para responder a ellas, pero para mí la mayor desilusión de ese viaje fue ver a un hombre sin empatía. Eso uno no lo puede arreglar”, opinó. Según Gil, cuando un gobernante no siente empatía por sus gobernados, “es una cosa muy difícil de corregir”, por lo que se mostró pesimista, ya que, en su opinión, vio a “un ser humano mezquino en Samaniego”.
Más allá de eso, Daniel Rico, investigador en economías criminales y columnista de Semana.com, recordó que “este es un conflicto y las condiciones de seguridad en Samaniego y otros municipios de Nariño son de un conflicto fragmentado”. El análisis del especialista es que, si bien en Colombia antes había grandes actores territoriales, donde era fácilmente identificable un bando y el otro, ahora “es como una porcelana que se cayó y se rompió en mil pedazos”, por lo que el Gobierno cae en un error si pretende “simplificar” el conflicto. “El primer error que se le puede señalar al Gobierno es que ha hecho un ejercicio de simplificación de esta masacre y violencia, muy parecida a lo que está a punto de explotar en Buenaventura y muchos otros territorios (…) Esta simplificación es, primero, tildar todo de narcotráfico, que todo son ajustes de cuentas entre criminales y bandas, y esto es mucho más complejo que eso”.
Para Rico, lo que se puede leer de la situación en Samaniego, con violencia desmedida contra personas que no son parte activa de ninguna estructura criminal ni que se puedan relacionar con algún cartel de drogas, sino que son ciudadanos, “es una muestra de poder y de temor como lo hicieron los paramilitares en los años 90; es esa violencia simbólica que atemoriza a mucha población. Las víctimas no son solamente estos jóvenes, sino todo el territorio”. Finalmente, Harold Montúfar, líder social de Samaniego, criticó que lo local sigue siendo algo incomprendido en lo nacional. “Muchos municipios como los nuestros, avocados al marginamiento, somos incomprendidos como territorio”. Por eso, llama a la no revictimización del territorio y sus habitantes, pues en los últimos años “Samaniego ha sido un pueblo que se resiste a la violencia y la muerte, sin postura de izquierda, derecha o centro, sino desde una apología a la vida contra la muerte. Hemos reivindicado banderas de construcción territorial de paz. De ahí que reclamamos que no nos estigmaticen, ya suficiente dolor hemos tenido”.