La escritora Florence Thomas tiene 77 años y le molesta que la llamen “abuelita”, lo considera una infantilización. Tal como en Francia, quiere que en Colombia se abra el debate sobre si las personas mayores de 70 años deben permanecer confinadas indefinidamente. La llamada “rebelión de las canas” le parece apenas justa. Este fue el debate en SEMANA en Vivo, en el que además de Thomas, participaron el senador Jorge Enrique Robledo y el profesor Julián de Zubiría. "Siento que estoy en una especie de arresto domiciliario, como si fuéramos los parias de la sociedad. Como lo dijo Jorge Enrique, uno no entiende muy bien por qué esta discriminación. Abrir el debate me parece importante, pero no quisiera ser gobernante actualmente porque es muy difícil tomar decisiones en relación a la pandemia”, aseguró la escritora.
Confiesa que vive sola, aunque sus hijos están cerca, y que últimamente, cansada del encierro, sale a tomar el sol y a dar una vuelta a la manzana con tapabocas. Pide flexibilización de las medidas, porque considera que las personas mayores pueden ser incluso más disciplinadas que los jóvenes con las medidas de bioseguridad. "Los viejos, las viejas, si nos permitieran salir un poco, estoy segura que seríamos mucho más responsables y disciplinados que los jóvenes que quieren todavía ir a un bar”, explica.
Florence Thomas, quien además es psicóloga, asegura que si los adultos mayores no se mueren de coronavirus, se van a morir de la tristeza de no poder ver a su familia, ni salir. No está de acuerdo en que el confinamiento sea indefinido "hasta final de año o hasta que encuentren la vacuna, ¿se imaginan eso? Yo me suicido ahí, si me dejan confinada hasta la vacuna o diciembre. Nos tenemos que rebelar”, dice. La gran discusión está en cómo proteger a este segmento de la población que sigue siendo de los más vulnerables, sobre todo cuando tienen enfermedades de riesgo. "Somos más vulnerables, pero definiendo lo que sea vulnerabilidad. ¿Por qué no han podido flexibilizar? No hay que tener excesos en nada, pero no es lo mismo tener 70 años que 92”, asegura Florence. El profesor Julián de Zubiría discrepa con Thomas, porque considera que lo ideal sería que tanto los adultos mayores, como los niños, no salieran a las calles, sobre todo porque la humanidad se enfrenta a un “enemigo” que acaba de aparecer y del que todavía no se sabe lo suficiente. "Discrepo de que vayan a sacar a los niños, porque en Colombia no hay salones que permitan el distanciamiento de los niños. Es válido que se pongan restricciones a la movilidad, hay que sacrificar la libertad, porque hay un principio por encima de todo: la vida”, aseguró. Al senador Robledo el confinamiento de los mayores le parece discriminatorio, porque considera que es un trato como “de mueble viejo, de jarrón chino de esos que no se sabe dónde poner”. Además, le parece antidemocrático y citó a la canciller alemana Angela Merkel: “Aislar a los ancianos para recuperar la normalidad es éticamente inaceptable”.
"El presidente Duque expide una norma que confina más obligatoriamente a los que somos mayores de 70 años. De entrada hay una medida discriminatoria. Esto tiene una cosa que es muy irritante, es que es con el cuento de proteger a los viejitos, a los abuelitos, al final en cierto sentido es peyorativa y discriminatoria. No es que seamos un mayor riesgo para la sociedad, corremos más riesgos”, dice Robledo. En Francia la “rebelión de las canas”, en las que personas mayores de 65 años pusieron el grito en el cielo para exigir una estrategia que no los condenara al encierro indefinido, hizo que el presidente Emmanuel Macron diera su brazo a torcer al decir que no será una obligación, sino una responsabilidad individual. En Colombia, el debate apenas inicia.