Las vidas de Gloria Arias y Sandra Ramírez transcurrieron en forma diametralmente opuesta. Solo tuvieron en común las heridas del conflicto que, paradójicamente, terminaron por unirlas. Su historia está, como ellas mismas relatan, lejos de ser “acomodada”. Así la contaron en SEMANA en Vivo. La médica y columnista Gloria Arias Nieto nació en París. Su padre, Roberto Arias Pérez -fundador de Colsubsidio y exrector del Rosario- trabajaba en las Naciones Unidas, así que solo aterrizó en Colombia cuando cumplió tres años. Hija única, recibió todo el cariño y la atención, así como la educación en casa hasta los nueve años; su mamá, una mujer instruida, le enseñaba. Después, en Bogotá, fue al Gimnasio de Nuestra Señora, conocido como el colegio de la Nena Cano, su fundadora.
Mientras tanto, en La Paz, un municipio santandereano en la provincia de Vélez, crecía Sandra Ramírez, hoy segunda vicepresidenta del Senado por el partido Farc. Se crió entre guayabales, en el seno de una familia humilde y numerosa: tiene 17 hermanos. “Había para comer, no para otras necesidades; no teníamos suficientes recursos”, cuenta. Así que Sandra solo hizo hasta tercero de bachillerato y no pudo continuar sus estudios porque su mamá se enfermó y debió encargarse de la finca y de sus hermanos pequeños.
A los 16 años Gloria entraba a la universidad a estudiar medicina, en los 70, época en que era atípico encontrar mujeres en los claustros, tanto que el mismo decano recibió a las cinco estudiantes de ese entonces con un reclamo: “Cuando entré a la universidad éramos 5 niñas y 45 hombres, y en el discurso de bienvenida del decano nos sentó adelante a las niñas y nos dijo que si no nos dada pena estar ahí quitándole el puesto a los hombres, que ellos sí sabían pensar”, cuenta Gloria. A esa misma edad, Sandra soñaba con ser médica para seguir el ejemplo de su papá, que era el curandero de la zona, pero decidió irse para las Farc, según su relato, ante la falta de oportunidades y huyendo de un matrimonio arreglado. “Un día llega la guerrilla a mi casa. Yo estaba muerta del susto. Conté todo, hasta lo que no sabía, dónde estaban mi mamá y mi papá, quiénes eran los vecinos. Ellos se van y cuando regresan está mi papá ahí... entonces estábamos más tranquilos. En esa etapa empieza a ir una compañera —que incluso aún vive— y me fijo en ella, en su actividad. Veo que es una mujer que da órdenes y eso me motiva. Y al no poder estudiar (…) empiezo a investigar, qué hizo ella para ser la comandante. Me voy buscando libertad”, relata Sandra Ramírez, cuyo nombre real es Griselda Lobo.
Así que las historias de Gloria y Sandra, hasta antes de la firma del Acuerdo de Paz, solo estuvieron unidas por la crudeza del conflicto interno. Gloria vivía con la zozobra de que pudieran secuestrar a su familia, o a ella. De hecho, una vez en el antiguo DAS le dieron qué hacer si la secuestraban. Mientras que Sandra estuvo en la insurgencia y fue pareja de Manuel Marulanda, Tirofijo, por 24 años, de quien ella dice “hicieron un mostruo”, cuando considera que “falta conocer la verdad de la otra Colombia”. Sin embargo, se conocieron después de la firma del Acuerdo, y con la creación del movimiento Defendamos la Paz, que justamente une voces que apoyan la implementación, entre exnegociadores de paz, políticos, intelectuales, artistas, líderes sociales. Allí se encontraron en un almuerzo y después decidieron escribir a cuatro manos una columna de opinión. Gloria la invitó a su casa, a donde llegó Sandra con un ramo de rosas. Hablaron, sanaron heridas y hoy día tienen una amistad. “Si la reconciliación es de verdad, quiere decir que nos tomamos un café en la casa (...) Si lo vamos a hacer, hagámoslo bien”, dice Gloria.
Sandra cuenta que ha logrado mantener relaciones cordiales incluso con contradictores políticos como el senador Álvaro Uribe, jefe del Centro Democrático, quien el pasado 20 de julio recibió de buena manera su elección en la mesa directiva del Senado, aunque siga sin estar de acuerdo con el proceso de paz firmado en La Habana. “Con el expresidente, como por todos, respeto. Siempre lo saludo con respeto, pienso que el senador ha reflexionado que podemos construir desde la diferencia, desde la diversidad, sin discursos descalificativos, llenos de odio, que podemos hacerlo desde contradictores políticos”, asegura Sandra. Las diferencias Sin embargo, hay temas tan delicados como el del reclutamiento forzado de menores en el que Gloria y Sandra difieren. Recientemente, la senadora ha estado envuelta en un debate porque dijo que no tenían en las Farc una política de reclutamiento, lo negó. En SEMANA en Vivo Ramírez habló del tema —ya no lo negó de manera categórica— y dijo que “puede ser que haya ocurrido; para eso vamos nosotros a contar la verdad” ante la Jurisdicción Especial para la Paz.
Por su parte, Gloria Arias aseguró que no avala esas prácticas que tuvieron las Farc. “No avalo ni respaldo el pasado, jamás me ha parecido bien lo que nosotros llamamos secuestro y ellos retención. Le estoy apostando al futuro”, explicó. Ella se ha pronunciado públicamente en contra del reclutamiento. Por ejemplo, lo hizo a través de una columna de opinión de ‘El Nuevo Siglo‘ en 2012. Sin embargo, las dos aceptaron reconciliarse y trabajar por la construcción de la paz en el país. Ese es el propósito que ahora las une. “Después de 60 años de pensar en todo lo que nos desune tenemos que pensar en lo que nos une, ya es suficiente de estar separados”, dice Gloria Arias.