En el año 2012 falleció Alejandra Lineros, una niña que recibió un erróneo en la Clínica Shaio de Bogotá, lo que fue causante de su muerte. Por esa razón, durante ocho años se llevó a cabo una pelea jurídica entre la familia y la institución, que esta semana recibió una condena histórica. El Tribunal Superior de Bogotá confirmó en segunda instancia, la responsabilidad civil de la Clínica Shaio y Aliansalud EPS. Eveline Goubert, mamá de la niña fallecida, y el abogado Carlos Sánchez, estuvieron en Semana Noticias para hablar tanto de la experiencia personal de la familia, como de la parte jurídica del asunto.
Para Goubert, “los sentimientos de hoy son bastante revueltos”, explicó. Según ella, no puede describir con palabras como se siente exactamente, “me siento plena de cerrar un ciclo (…) pero lo que es más importante para mí es poder dignificar la vida de Alejandra”. En cuanto a la decisión judicial, “los motivos (…) tienen que ver con la atención que se le prestó a la niña en urgencias”, explicó el abogado. Según el tribunal, las atenciones a la niña en 2012 no fueron acertadas, “no se brindaron las atenciones médicas de manera oportuna, no fueron diligentes, no fueron cuidadosos. En el fallo dice que hubo una desidia por parte de los médicos”, explicó. Hubo un daño o perjuicio moral que sufrió la familia de la niña, debido a su fallecimiento, y también hubo un mismo daño de esta clase por parte de Alejandra, por el sufrimiento que atravesó el trato de la clínica. Sumado a eso, el tribunal reconoció el “daño a la vida de relación, que son las alteraciones graves que viven las personas en su vida de relación”, dijo el abogado. Esto significa que perdieron “la alegría” y las ganas de vivir. La condena adoptada por el tribunal es el límite más alto en cuanto a daños morales, es la más alta posible, según los parámetros de la Corte Suprema de Justicia. De hecho, ella se profesionalizó como terapeuta familiar luego de la muerte de su hija y lo sucedido es una manera de capitalizar lo ocurrido. De hecho, ha acompañado a otras familias en duelo. “No lo podría explicar en palabras, a veces cuando me devuelvo a ese momento, me veo arrodillada en la sala de espera suplicándole a Dios que traiga un milagro”, relató la madre. Ella recordó, además, la sensación de tocar la mano fría de su hija sin vida y el dolor de esperar noches enteras en el andén de la clínica, esperando que Alejandra pudiera salir con vida de esa lucha. Asimismo, dijo que hubo una gran indolencia por parte de la clínica: “De parte del médico jamás recibimos ni una mirada y eso duele mucho, porque es que es la hija, es nuestra hija, es la vida de nuestra hija, y por lo menos tú esperas una mirada compasiva, algo que te diga ‘lo siento’”, contó. De hecho, dijo que la clínica intentó poner la culpa sobre la familia, por no haber hablado sobre los antecedentes de Alejandra, a pesar de que ella no tenía ninguno. “La verdad siempre sale a la luz”, comentó. Goubert relató que hay dos batallas que libró durante los últimos años: una legal y una moral, que le deja mucha satisfacción. Según ella, porque son muchos los padres de familia que a diario la contactan y le agradecen por haber contado la historia de su hija. No obstante, ella recuerda con dolor a su hijo Mateo, quien falleció por cáncer y para Goubert, fue “por amor”. Era una joven deportista y saludable que entró en una terrible depresión por la muerte de su hermana. El abogado del caso explicó que ya no hay más pasos a seguir y dan por terminada esta batalla jurídica.