Llevan 50 días sin pisar tierra y 30 de aislamiento. Son 350 tripulantes a bordo de crucero en Lisboa (Portugal) que partieron el pasado 13 de marzo de Brasil. Sola en su camarote de 2 por 4 metros, con un baño y un pequeño balcón, así pasa las horas Analia Navarrete (36 años) una de las 9 argentinas que trabaja en el Fantasia Cruise Ship.

Esta mujer, nacida en Buenos Aires, empezó a trabajar en el crucero el año pasado en la sesión del restaurante. Cuando partieron a Europa descubrieron el primer caso de covid- 19 en la embarcación y, aunque casi 1.000 pasajeros fueron repatriados, ella y otros trabajadores se quedaron sin posibilidad de desembarcar debido al cierre de fronteras en ese continente. "Primero aislaron a los pasajeros, pero con nosotros los tripulantes no fue igual. Tardaron con nosotros casi 10 días en aislarnos, somos 1.300 tripulantes y estamos en la parte inferior y aunque los cuartos están diseñados para compartir con otra persona, nos aislamos por precaución en cabinas de los pasajeros. Algunos de mis compañeros también adquirieron el virus".

La decisión de la empresa depende del consulado argentino y, según Analia, no han hecho nada. "Nos dicen del consulado que esperemos un poco, pero no tienen novedades y verdaderamente pareciera que no les interesa. Sentimos que después de 50 días acá se olvidaron de nosotros, pero no nos dicen nada". Con Analia hay 9 argentinos que superaron los test del covid-19, además hay cuatro colombianos, dos mujeres que laboran en el bar y dos hombres en casino. "Quedamos 350 personas y sé que los cuatro están aquí, pero poco me comunico con ellos. Los conocí cuando comenzó todo esto, no logramos intercambiar redes sociales, pero sé que tienen la misma angustia y preocupación que yo". Analia contó cómo fue la noche en que descubrieron que había un contagio en altamar. Según ella, la angustia, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de la embarcación. "Fue en el momento de la cena, el capitán lo avisó por altoparlante. La gente se fue a los camarotes y muchos empezaron a llorar, fue muy traumático y luego empezaron las medidas de seguridad". Ella también habló de cómo se siente después de más de un mes encerrada "Nunca he sufrido ataques de pánico, pero siento que el corazón se me va a explotar y me falta muchas veces la respiración. Tengo compañeros que están entrando en depresión y tampoco nos podemos dar ánimo entre nosotros. Soy tranquila, pero he llorado mucho y creo que voy a tener secuelas a futuro".

Con su familia ha tenido poco contacto vía WhatsApp. Su madre está sola en casa por pertenecer al grupo de adultos mayores y ser parte de la población de alto riesgo. A Analia la altera aún más pensar en la pérdida de un ser querido y no poder despedir.