El primer caso de coronavirus en Colombia fue detectado el 6 de marzo. Aunque la enfermedad ya estaba en otros países, la llegada al nuestro parecía lejana.

“El riesgo para Colombia es bajo”, dijo el entonces ministro de Salud (e) Iván González, cuando el 23 de enero el mundo apenas se estaba familiarizando con el SARS-CoV-2, que causa la covid-19.

Sin embargo, aquella microscópica amenaza, que habría tenido origen en el mercado húmedo de Huanan, en Wuhan (China), se avecinaba y llegaría al país tarde o temprano. A pesar de que estudios posteriores indican que el virus pudo haber llegado a Colombia en febrero, el primer contagio fue diagnosticado por el Instituto Nacional de Salud el 6 de marzo y desde entonces más y más casos fueron apareciendo. La primera vida que arrebató el virus fue la de un taxista en la ciudad de Cartagena y la noticia fue difundida por el ministro de Salud, Fernando Ruiz, que junto con Martha Ospina, directora del Instituto Nacional de Salud, entregaron los detalles del caso que le mostró a Colombia la letalidad que tendría la covid-19 sobre su población. Para el día 100 de esta pandemia en el país, el 13 de junio, el número de personas que había recibido diagnóstico positivo era de 48.746. No obstante, 19.426 estaban recuperadas y 1.592 estaban libres de la enfermedad.

Si bien las cifras se volvieron cotidianas, detrás de cada número existía y existe una historia. Tanto de quien recibe la noticia de que se contagió, como de sus familiares, seres cercanos, personal de la salud que lo atiende y más.

El sistema de salud La covid-19 destapó algunas de las grandes falencias del sistema de salud, que no pudo seguir ocultando que está en cuidados intensivos. Cientos de médicos en el país protestaron y ocuparon titulares durante varios días debido a la falta de elementos de bioseguridad, fundamentales para atender a personas sospechosas o confirmadas con un virus que se transmite por la saliva. Pero el escenario cambió más cuando en el día 35 de la pandemia, el 11 de abril, falleció por covid-19 Carlos Nieto, un médico de 33 años que trabajaba en la Clínica Colombia como médico general. Por otra parte, el abandono estatal histórico de regiones como Chocó y Amazonas se hizo evidente cuando se necesitaron unidades de cuidados intensivos y los pacientes no encontraron cómo acceder a un hospital público que tuviera las condiciones necesarias para salvarles la vida.

Después de 40 años, el Hospital San Francisco de Asís de Quibdó estrenó UCI. A pesar de que esto no debería ser motivo de celebración, sino una necesidad antes suplida, la noticia alivió a las autoridades que saben que cuando pase la pandemia, esas camas permanecerán para mejorar la prestación del servicio de salud. Sin embargo, el Hospital San Rafael de Leticia, capital de Amazonas, sigue a la espera de una UCI, a pesar de que la Superintendencia Nacional de Salud lo intervino el 30 de abril.

Cárceles Coincidencialmente, la noche en que el ministro de Salud anunció sobre la primera muerte por coronavirus, ocurrió el amotinamiento en la cárcel La Modelo de Bogotá, que tuvo un desenlace sangriento con 23 muertos y 80 heridos. A partir de esa noche la precariedad de las cárceles del país se volvió central, ya que en ese momento quedaron filmadas, por los mismos reclusos, las condiciones casi infrahumanas en las que estaban encerrados. A pesar de que la covid-19 se expandió por las cárceles con libertad y sin distinción, en la penitenciaría de Villavicencio se conocieron los primeros casos, que incluso alcanzaron a ser alrededor del 70 % de los del departamento del Meta.

Desde las cárceles de Leticia, Cali, Florencia, Quibdó y otras reportaron que tanto guardianes como reclusos tenían el virus. Para el día cien de la llegada del coronavirus, los privados de la libertad con un diagnóstico positivo para covid-19 eran más de 1.200. A raíz de lo anterior, el Ministerio de Justicia expidió el polémico decreto de excarcelación, el cual terminó siendo menos efectivo de lo esperado antes de conocerse el documento final, que únicamente permitiría la salida de 4 mil internos. Dos meses después de su expedición, solamente han salido mil internos a prisión domiciliaria, lo que parece poco si se considera que hay más de 110 mil presos en el país. Economía “¡Tenemos hambre!”, gritaron cientos de personas en distintas ciudades del país, en donde las medidas de aislamiento decretadas el 24 de marzo por el presidente Iván Duque difícilmente pudieron cumplirse.

“¡No nos mata el coronavirus, pero nos mata el hambre!”, decían otros, mientras veían cómo los gobiernos locales y el nacional anunciaban ayudas de toda clase que fueron insuficientes para cubrir a toda la población hambrienta y pobre de Colombia. Durante los primeros cien días, el Gobierno decretó dos veces la emergencia económica, término que claramente se vio reflejado en los rostros de millones de colombianos que perdieron su trabajo. Según el Dane, en marzo había 1 millón 500 mil (12,6 %) personas desempleadas y en abril la cifra subió a 5 millones 300 mil (19,8 %). El cierre del aeropuerto, si bien fue una de las medidas cruciales para detener la llegada de más personas contagiadas al país, también tuvo un impacto significativo en sectores de la economía. Cotelco, el gremio de los hoteles, anunció la suspensión de operaciones del 80 % de estos establecimientos y las exportaciones bajaron 52 % solamente en abril.

Por otra parte, el mercado registró una caída del 19,7 % en las exportaciones de crudo frente a abril de 2019, puesto que el número de barriles enviados al exterior fue de 16,6 millones. De hecho, la deuda externa de Colombia alcanzó el pico más alto en los últimos 20 años, 140.232 millones de dólares. A propósito, esa moneda alcanzó su pico más alto cuando el 19 de marzo llegó a valer 4.230 pesos. Asimismo, el Banco de la República autorizó que los bancos tuvieran un descuento en los intereses, aunque algunas personas denunciaron que no estaban recibiendo tal beneficio.

“Eso es una gran mentira, no nos están colaborando a nosotros”, dijo un ciudadano. Amor, viajes e historias que no fueron Jessica Tovar, periodista, y su novio, tenían todos sus ahorros invertidos en un viaje por Europa que harían durante el año 2020. Visitarían París, Suiza y otros países del Viejo Continente. “Para nosotros fue muy difícil aceptar, no veíamos la pandemia como mortal y quedamos con las maletas hechas”, contó la joven. Otra es la historia de Alejandra Rodríguez, una abogada que iba a casarse en la primera semana de agosto con su novio, dos años mayor que ella, pero que por las medidas adoptadas por el Gobierno debió cancelar la ceremonia religiosa y la celebración. “Muy importante para mí era la ceremonia religiosa con mis papás, que me entregaran en el altar, con mi vestido de novia... pues todo eso quedó en veremos”, contó. Rodríguez había pagado el lugar donde haría la celebración de su matrimonio, así como la comida y la bebida. Sin embargo, el vestido que iba a usar en esa fecha sigue guardado y nadie más lo ha visto aparte de ella y su madre, pues es preciado y será una sorpresa para el día en que pueda concretar el paso que significa declarar un amor para siempre.

Educación Michelle Snoijenbos se graduó de la carrera de biología en la Universidad de los Andes durante el aislamiento preventivo obligatorio, lo que no le impidió celebrarlo virtualmente con toda su familia.

“Me llegó mi acta de grado por correo, me puse la pinta, me emocioné mucho y nos conectamos todos los de la familia por Skype. Todos se disfrazaron, todos me celebraron”, contó ella, que también hizo una fiesta por Zoom con sus amigas que se graduaron el mismo día. Pero si así fue para una persona que ya terminó su carrera universitaria, quienes más han tenido que afrontar la virtualidad que impuso el virus son los estudiantes de colegio. María Paula, una niña de 14 años que está cursando noveno grado, relató cómo es la experiencia de estudiar desde casa.

“Si yo pudiera decirles a mis hijos es que aprovechen que pueden salir, porque cien días de cuarentena y hasta más son muy duros. Es muy duro estar entre cuatro paredes viendo lo mismo todos los días”, relató. Para ella, las matemáticas han sido especialmente complicadas en la distancia, a diferencia de las clases de educación física que hace con palos de escoba y videos de TikTok. “Yo no quiero salir a vacaciones porque son dos semanas en que literalmente me quedo mirando al techo. Ojalá el primero de agosto digan ‘vuelvan’ y yo vuelvo como sea”. El reto también apareció para los profesores. Carolina Neyra les da clases a niños de 5 y 6 años de edad, y desde la virtualidad tuvo que inventarse la mejor manera de hacer algo tan necesario como enseñarles a leer.

Deportes y ejercicio Cuando el Gobierno decretó la cuarentena nacional, hacer ejercicio en la calle estaba prohibido. Aunque las medidas se han vuelto más laxas, quienes estaban acostumbrados a ir a un gimnasio o a practicar algún deporte con un entrenador personal tuvieron que modificar la manera en que se mantienen en forma.

Justicia y corrupción En el ámbito de la justicia, la pandemia también tuvo un impacto, ya que si antes había críticas sobre la lentitud del sistema, el coronavirus frenó todo. Los procesos familiares, disciplinarios, laborales, constitucionales y administrativos llevan casi dos meses congelados. La justicia penal y las tutelas, por el contrario, han podido avanzar virtualmente de manera más eficaz que los otros casos mencionados. Lo anterior no significa que quienes cometen delitos estén descansando. Por el contrario, los contratos de la coyuntura se convirtieron en la meca de la corrupción, ya que algunos mandatarios locales y departamentales se aprovecharon para pagar favores de campaña, según lo dijo el procurador Fernando Carrillo. Congreso

Los congresistas tuvieron que adaptarse a la virtualidad, como también lo hicieron el resto de trabajadores del país que tuvieron la posibilidad y la capacidad material para hacerlo. Sin embargo, el manejo de las cámaras y los micrófonos generó más de una risa y varias polémicas.

Mayores de 70 Los más jóvenes y también los más adultos, exactamente los ciudadanos que tienen más de 70 años, tuvieron que confinarse. Durante más de 80 días se vieron obligados a mantener sus puertas cerradas y los permisos para salir eran restringidos, incluso más que los de las mascotas o los adolescentes. Algunos decidieron revelarse en contra de las medidas del Gobierno cuando el desespero por recibir luz natural y estirar las piernas por algunas cuadras fue más fuerte que un decreto presidencial. Es el caso de Jorge Cao, uno de los más reconocidos actores del país, que tras 90 días de encierro decidió dar una vuelta que lo enriqueció psicológicamente. Para él, es inaudito que lo traten como a alguien decrépito, pues considera que tiene mucho que aportarle a la sociedad.