“Yo hago dibujos para ponerlos en venta. Estoy muy feliz porque con eso podemos comprar una casa y un computador para que mis hermanitos y yo podamos estudiar y cumplir los sueños”, dijo Alisson Góez en entrevista con Semana Noticias. La menor, de tan solo 8 años, estudia en una fundación para niñas y por el tema de la cuarentena no ha podido ir a sus clases presenciales. Sus tres hermanitos menores corren la misma suerte, según señaló Angie Góez, madre de los niños y quien asegura no tener un celular con buena capacidad para reproducir videos ni tomar fotos.
Esta familia tenía una vida como la de cualquier otra: un techo para vivir, estaban unidos y con algunas dificultades como falta de trabajo y pocos recursos para llevar alimentación a su casa. Pero el 29 de enero su vida cambió radicalmente: un cortocircuito generó un incendio en su casa y perdieron todo lo que tenían. “Vivíamos en San Antonio de Prado, en una casa alquilada, pero perdimos todo, la ropa, los electrodomésticos, las camas; quedó completamente inhabitable” dijo Angie. En ese momento estaban sus niños y su abuela, ellos lograron salvarse. Su mascota Lola, una perrita de 3 años, murió. “Yo estaba en una entrevista de trabajo, mi mamá reclamando unos bonos de mercado que da la Alcaldía y Alisson estaba en la fundación”, narró la madre de la menor. “Cuando yo vi las fotos que me mostró la profesora de la casa quemada, me quería morir”, dijo la niña durante la entrevista. Todos los miembros de su casa tuvieron que irse a vivir a las casas de algunos familiares, y se iban rotando. Alisson, por su parte, seguía viviendo en la fundación donde estudia, pero el coronavirus hizo aún más difícil toda esta situación, como la niña había salido de la institución unos días, por protocolos de bioseguridad, tenía que quedarse viviendo con su mamá unos días y tomar las clases de manera virtual. Pero allí no cuentan con las herramientas tecnológicas para poder estudiar bajo esa modalidad. De hecho, su mamá el único celular que tiene lo utiliza para enviar fotos de unos accesorios que vende, como manillas y adornos para el cabello a través de dos redes sociales, y eso solo cuando puede recargar su celular. En la vereda no hay buena conectividad de internet y, según dice Angie, solo una empresa de telecomunicaciones ofrece el servicio por 190 mil pesos mensuales, pero ellos no tienen ese dinero para pagarlo. Sin embargo, esas limitaciones no han sido una traba para Alisson, pues a su corta edad se propuso sacar adelante a su familia. “Un día me dijo: mamá por qué no mandamos mis obras de arte, manda los dibujos que hago por tus redes y con eso compramos un computador para mejorar las ventas, hacer las tareas y así reunir para comprar una casa”, recuerda con sonrisa tímida Angie. “Mi mamá se rió, no me creyó”, dijo la niña, pero ella empezó a producir más obras de arte y cuando menos pensó su mamá envió las imágenes a las redes sociales, contando la idea emprendedora de su hija. Inicialmente nadie le prestó atención solo hasta cuando un periodista de Teleantioquia le compró un de sus dibujos, “Le encargó un dibujo sobre la amabilidad y que tuviera un Batman”, ella inmediatamente lo hizo, recuerda Angie. Y desde ahí mejoraron las ventas “he vendido 15 dibujos, me pagan lo que cada uno quiera, he reunido 500 mil pesos ya. Ahora no sé si comprarme el computador o una casa”, es la difícil duda de Alisson a sus 8 años. Pero siente que ya está cerca de lograr sus sueños, ser una pintora reconocida, convertirse en youtuber de arte, ser cantante y estudiar veterinaria, para ver si puede salvar a más perritos como Lola, la mascota que aún recuerda. Sueña con poder reunir de nuevo a su familia en una misma casa. Angie teme que las autoridades le quiten a sus niños por la difícil situación que atraviesan, y solo espera poder garantizarles un techo digno para vivir y un trabajo estable para sostener los gastos.