El 17 de julio de 2017, en plena conmemoración del Día del Padre, una bomba estalló en el Centro Comercial Andino, en pleno corazón del norte de Bogotá. Por esos hechos, ocurridos a las 5 de la tarde, tres personas murieron y fue detenida Victoria Arango, alias Victoria, quien negó rotundamente ser parte de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional.
Cinco años después, el gobierno del presidente Gustavo Petro la dejó en libertad y la envió a Caracas (Venezuela) en calidad de negociadora de paz con esa guerrilla. Es decir, sí representa a la guerrilla que negó cuando fue detenida por activar una bomba en la locación comercial. En contraste, en Vicky en SEMANA, una de las víctimas de la explosión contó que no fue reconocida como tal.
Vea la entrevista completa con las víctimas del atentado al Centro Comercial Andino:
Pilar Molano aseguró que cuando fue a reconocerse como víctima, la Unidad Nacional de Víctimas le dijo que ella no era víctima. Esto a pesar de que ella llegó sin una pierna, en muletas en unas ocasiones y en otra en silla de ruedas. “La Unidad Nacional de Víctimas me lo dijo en mi cara, yendo en muletas, en silla de ruedas, sin mi pierna porque aún no tenía prótesis, que no era víctima del conflicto armado y que no tenía nada que hacer. Que pasen estas cosas es demasiado triste, aún no salgo de mi asombro”. Pilar Hormiga, por su parte, dijo que la Unidad de Víctimas sí la reconoció como tal, pero de ahí no pasó, de un nombramiento.
Pilar Molano, un milagro en medio del terrorismo
Irma Molano se enteró de que su hija era una de las víctimas del atentado terrorista del Centro Comercial Andino a través de una foto que le llegó por WhatsApp. La imagen era aterradora: su hija Pilar Molano estaba tirada en el suelo por el que corría sangre, agua y esquirlas de vidrio. Sus ojos azules estaban tan abiertos como le era posible. Su pelo rizado y su cara más blanca que nunca estaban salpicados de polvo y sangre. Lo más impactante era la pierna derecha casi desprendida de su cuerpo. Muchos medios se apresuraron a decir que la había perdido, pero no fue así. También la daban por muerta y tampoco. De hecho, su caso aún puede convertirse en un milagro.
Pilar, de 45 años, llegó a la Clínica del Country a las 5:30 de la tarde. Entró a una cirugía que se prolongó por varias horas. Luego del ataque terrorista de Andino, estaba consciente de todo lo que había sucedido, ella misma le contó a los médicos sobre la explosión. La adrenalina no le permitía sentir dolor, pero su estado era crítico.
La familia esperaba bajo lámparas que irradian luz blanca, de esas que caracterizan la estancia en una sala de urgencias de un hospital. Ente murmullos y llanto se consolaban unos a otros. “La vida a uno le cambia en un segundo. Uno piensa que esas cosas jamás le llegan y vea que sí”, le decía Irma a alguien por teléfono. “Cómo quiere que me calme. Es mi niña”, articulaba con la voz entre cortada. Sus ojos azules se volvieron rojos y se hincharon del llanto.
A las 10:38 de la noche se abrió una puerta y se escuchó la voz del médico. Eran buenas noticias. La cirugía fue exitosa. Del quirófano ahora pasaría a la Unidad de Cuidados Intensivos. Su familia podría verla.
Su hermana Francy cobró el aliento y dejó caer lágrimas de gratitud: “¿Por qué no oramos?”. Entonces casi 30 personas se unieron en dos círculos. Todos los que estaban allí son familiares de Pilar. Se tomaron de las manos y cerraron los ojos. Francy se arrodilló a pesar de que estaba cojeando y tenía bastón. Miguel Sánchez, uno de los primos, dirigió la oración. “Amado Dios te damos gracias porque estás con nosotros. Te pedimos que tengas compasión de Pilar, te pedimos que le des fortaleza a la tía (Irma)…”. Al final de la plegaria Irma y Francy se abrazaron. Se repetían una y otra vez “te amo”.
Mientras los médicos hacían el trabajo de un artífice tratando de reconstruir los tejidos de la pierna de Pilar, paralelamente el ELN afirmaba a través de su cuenta de Twitter que no tenía nada que ver con el atentado (la historia completa de Pilar Molano).